T e n

1.6K 332 83
                                    

Teníamos veinte cuando recapacitamos de todo.

Mejorabas cada día, y sabía que al paso de algunos meses estarías mejor. Pero, ¿valía la pena esperar tanto por una persona que te dio tan poco? ¿A eso le llaman amor?

No pensaba dejarte allí. No pensaba quedarme viviendo tu recuperación.

No sabía a qué lado de mi vida ir. ¿Debería estar contigo? ¿Debería irme? Tanta diferencia en mis opciones me obligaron a hundirme profundamente en todo lo de mi alrededor. Y aún no entiendo por qué.

Ya no podía seguir ayudando a las enfermeras con los enfermos. Cada situación, golpe, desorden, o lo que sea que tuviesen me llegaba a mí. Me hacía sentir inútil, porque al fin y al cabo no podía hacer nada para que ellos mejoren.

Un día me viste como realmente estaba. Depresivo, destruido.

Estúpido.

Me obligaste a irme. Me gritaste tanto que las enfermeras que antes me ayudaron, tuvieron que sacarme a la fuerza.

Y yo no me resistí. Era lo mejor.

Nunca más volví a verte.

¿Y saber de ti? Todo. Me enteré de tu casamiento, hijos, muertes de familiares y tal. Porque yo jamás dejé que mi vida fluyera como tenía que fluir.

Pero tú sí. Eras feliz, te habías recuperado y todo marchaba bien.


Qué suerte tenías.

Porque haberte necesitado, no era amor. Era destruirte de muchas maneras.

Y así me autodestruí.

Tree. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora