Capítulo 1. Infierno.

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Nunca fue fácil crecer dentro de mi estructurada familia. Padre empresario mundialmente conocido, madre y hermana modelos, hermano científico, y yo intentando seguir los pasos de mi progenitor.

No es tan difícil imaginarse que gente con poder pueda llegar a tener enemigos, personas que quieren lo que ellos tienen. Eso pasó con mi padre. Es el representante de Gold Peach en Argentina, una empresa que se dedica a crear aparatos tecnológicos de alta gama, socio y amigo íntimo del mismo creador de la marca.   Al parecer alguien quería y necesitaba un código que venía dentro de un chip, que estaba a prueba en Estados Unidos, no tengo bien entendido para qué servía, pues todo lo relacionado a ello es completamente confidencial. Pero debía ser muy importante para que a un par de idiotas se les ocurriera secuestrarme, con tan solo 13 años de edad.

Recuerdo esa mañana perfectamente, tanto que se me eriza la piel de sólo pensarlo. El viento me golpeaba la cara como si fuera un campo de fuerza invisible, lastimándome y helándome de pies a cabeza. El sol se escondía detrás de nubes negras que amenazaban con liberar una peligrosa tormenta. Yo estaba llegando a la escuela en el coche familiar conducido por el chofer, iba con mi hermana, Melissa. Ella en ese entonces estaba en último año de la secundaria, y tenía todo lo que se pudiera desear: era popular, talentosa, y muy bonita. Yo siempre la posicioné a ella como mi ejemplo a seguir, Meli era todo lo que yo deseaba ser y no era, o así lo creía. 

  Siempre fui una niña tranquila, introvertida y solitaria. Mis padres llegaron a pensar que podría ser una persona autista y me llevaron a cientos de especialistas para que me hicieran estudios. Pero no tenía ningún síndrome de ese tipo, simplemente mi personalidad se estaba desarrollando de esa manera. Tal vez ellos esperaban que yo cambiara con el pasar de los años, pero hasta ahora, sigo siendo la misma. Tengo una sola amiga, Maite, y ella es todo lo contrario a mi, es mi nexo entre todos los otros adolescentes del colegio, y mi personalidad retraída. Es la mejor persona que cualquiera pudiera tener como amiga, me conoce más que nadie y siempre sabe como sacarme una sonrisa. Ella es la razón por la que disfruto de ir a la escuela, si no la tuviera, amaría ser educada en casa. Las pocas fiestas de cumpleaños a las que asistí (y fui invitada) fueron gracias a ella, de otra forma jamás habría experimentado tales momentos. Aunque a decir verdad, no me importaría que no me inviten a ciertos lugares, estoy bien estando encerrada en casa, leyendo y viendo películas y series. Y aunque en varias ocasiones hubo chicos que tuvieron la intención de invitarme a salir, haciendome sentir deseada y linda, no me importó rechazarlos y seguir disfrutando de mi soledad en mi preciada cueva. 

El auto estacionó frente al colegio y mi hermana bajó corriendo a abrazar a sus amigas rápidamente. Yo me quedé guardando y organizando mis cuadernos, y fui caminando tranquila. No vi a Maite así que ya debió haber entrado. El chofer se fue. El timbre ya había sonado y quedaba muy poca gente afuera, que ya iban ingresando al establecimiento. Estaba a punto de poner el pie sobre el primer escalón de la escalera cuando alguien me tomó fuerte de atrás y me sujetó de la cintura, yo intenté soltarme, pero fue inútil. Intenté gritar, pero pusieron un pañuelo sobre mi cara y caí en un profundo sueño.

    Cuando desperté, me encontré amarrada a una cama, rodeada por 4 hombres enmascarados que me hicieron temblar de pies a cabeza, me miraban en silencio, hasta que uno habló:

-Hola dulzura, te trajimos hasta acá porque necesitamos que tu padre nos dé algo muy valioso que tiene en su poder. - Dijo y yo deseé estar soñando. !Pero qué pesadilla de mal gusto sería! 

-¿Qué cosa? - Pregunté asustada.

-Un pequeño chip que está siendo probado en Estados Unidos, es importante que esté en nuestras manos y no en las de gente que no tiene idea de lo que puede hacer. Ahora vamos a llamarlo para informarle que no te vamos a soltar hasta que no nos lo entregue.

SaviorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora