Capítulo 3. El Guardaespaldas

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-¿Que estás haciendo acá? - Le pregunté. Fue lo único que pude decir, estaba descolocada, no entendía absolutamente nada.

-Su padre me envió... - Dijo quitándose los lentes y mirándome profundamente. Dios, es incluso más hermoso de lo que recordaba.

-No. ¿Crees que no sé quién eres? ¿Que no te recuerdo? - Contesté algo molesta. No sabía bien a qué estaba jugando. - Pasaron seis años, pero aún recuerdo tu rostro. Está grabado en mi mente desde aquel día.

Él iba a hablar, pero alguien nos interrumpió.

-¿Y este bombón quién es? - Preguntó mi odiosa compañera de habitación colocándose a mi lado.

-No te importa. Nos vamos. - Le dije y salí del cuarto cerrando la puerta detrás de mi.

Nos quedamos en el pasillo uno frente al otro. Lo miré. Esperando a que me diera una explicación.

-Te escucho. - Dije con los brazos cruzados.

-Estoy trabajando en la empresa Safety and Quality como guardaespaldas, tu padre estaba buscando uno, y me contrató. No es tan complicado. - Explicó rápidamente.

-¿Por qué aceptaste? Sabías que era yo.

-Si sabía, y acepté porque necesito el dinero.-Dijo intentando terminar la conversación. Su mirada me intimidaba, pero a la vez me despertaba una curiosidad única.

-De acuerdo.-Finalicé, y caminé hacia las escaleras. No le creía absolutamente nada. ¿Cuáles eran las posibilidades de que de todos los empleos del mundo, justo consiguiera este?

-Espera, ¿a donde vas? - Pregunta tomándome del brazo.

-A una fiesta. - Respondo con fastidio. - ¿Me dejas ir?

-Voy con vos. - Y me siguió.

No podía negarme, había sido contratado para ser mi sombra, seguirme a donde sea que vaya y procurar que nada me pasara. Esto iba a ser interesante.

Bajamos y salimos del edificio en silencio, él se mantenía un par de pasos detrás. Estaba claro que no era completamente consciente de lo que estaba pasando, me sentía parte de un sueño que se terminó haciendo realidad de la forma más ridícula y absurda posible. El hombre que había sido parte de mi secuestro, el único que se mantuvo al margen de lo que me hicieron, y después asesinó a esas bestias, ahora era mi guardaespaldas, no se iría de mi lado. Y realmente saber eso me hacía sentir segura y excitada.

Cuando llegamos prácticamente no quedaba una persona sobria en el lugar, y en parte me alegró, ya que ninguno repararía en mi y en mi extraño acompañante.

Tomé un vaso de cerveza y me dispuse a observar la sala. Parejas besándose, grupos riendo, más parejas, más besos, chicos ebrios haciendo bromas, más parejas...

Sentí una opresión fuerte en el pecho. Estaba sola, en un país desconocido, sin amigos, familia, o amor. Y me molestó un poco.

Me di vuelta deprisa para irme y choqué con alguien.

-Disculpa, no me di cuenta. - Dije dándome cuenta de que había derramado mi cerveza sobre él.

-No te preocupes, no es nada. - Respondió amablemente dedicándome una linda sonrisa. - Soy Thomas.

-Soy Amelia. - Respondí tomando la mano que me tendió. Él se limitó a sonreír y a mirarme fijamente a los ojos. Me hacía acordar a mi hermano, alto, cabello claro, ojos verdes, linda sonrisa.

-Mucho gusto, espero que estés sintiéndote cómoda.

-Si, estoy muy cómoda. Gracias.

-Si en algún momento tienes algún problema, o hay algo que te moleste no dudes en decirme, puedo hablar con la Decana para solucionarlo.

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