Corrimos como alma que lleva el diablo por aquellas calles, los pulmones me ardían, nos escondimos en un callejón estrecho, con la respiración entrecortada y sin poder hablar, escuché como la muchedumbre pasaba de largo, respiré hondo, intentado recobrar el aliento, y miré al niño que se había puesto en cuclillas agarrandose las pequeñas piernas delgaduchas que tenía, "cuánto llevará sin comer" pensé. Me agaché a su altura, e intenté tocarle el hombro, pero se apartó temeroso, con la cabeza gacha.
–"Hey, no tienes por que tener miedo, no te haré daño". —Le dije con voz melosa, intentando ser lo más delicada posible, no sabía como tratar con niños.
–"Yo me llamo Hope, ¿y tú?"—Insistí, ésta vez escuché un leve murmullo procediente de aquel crío.
–"¿Cómo has dicho? "—Susurré intentando agudizar el oído.
-"Manzana". -Susurró mirandome asustado.
-"¿Quieres una manzana?".-Él asintió apenado, conmovida me puse en pie y le tendí la mano.
–"Ven, vamos comprar una manzana, ya andarán lejos".—Le sonrió, y él pareció agradecerlo con la mirada.
Lo llevé por las calles hasta dar con un pequeño puesto de frutas, compré la manzana y nos sentamos en el banco de un pequeño parque.
-"¿Estás solo? ¿y tus padres? ".-El niño la miró confundido y siguió comiendose aquella fruta de color verde.
-"¿Entiendes lo que digo? ". -Lo miré extrañada.
-"Manzana". -Volvió a repetir con alegría, le mir é exasperada, al parecer no iba a recaudar mucha información.
–"Está bien"—Sonreí —"Te llamarás Manzana para mi"— Comenté viendo como terminaba la dichosa fruta.
Anochecía, y el sol asomaba receloso entre los edificios dando paso a una luna lista para brillar. Manzana y yo nos encaminamos por aquellos callejones desérticos, cuando una voz familiar retumbó en mis oídos, con mucho cuidado de no ser descubiertos, asomé la cabeza por la esquina de donde procedía la voz y allí estaba el causante de todos mis problemas, Roy.
–"Te prometo que le pagaré pero necesito que me lo des, por dios"—Suplicó, no lo reconocía tenía la ropa raída, iba descalzo, su pelo ceniza había desaparecido, se habia rapado totalmente la cabeza y se agarraba a las solapas de la camisa de un hombre de mediana edad bastante corpulento, con el pelo afeitado y con unos grandes anillos en sus gruesos dedos, imponía bastante.
–"Sabes de sobra que El Señor ya no confía en ti, querida rana"—Dijo con un fuerte acento italiano, palmeandole la cara con una de sus gigantescas manos–"Venga, fuera, antes de que el jefe te vea aun aquí y tenga que echarte Roy, por tu bien"—Contestó mirandolo benévolamente, suspiré con frustración captando la mirada de aquellos dos hombres que discutían, antes de que pudiesen verme, me escondí.
–"¿Hay alguien ahí?"—Preguntó Roy indeciso
–"Manzana, vamos"—Me encaminé a toda prisa, con Manzana pisandome los talones confundido, miré hacía atrás y todo el cuerpo se me paralizó, ahí estaba, con sus ojos marrones clavados en mi.
-"¡¿Hope?!". -Apreté los dientes, y aceleré el paso, con Manzana agarrado de mi mano, sin mirar atrás, escuchando como gritaba mi nombre.
Cuando llegué a la puerta trasera del burdel, miré a Manzana, y él me devolvió la mirada, tenía que cuidarlo, no tenía absolutamente a nadie, "por lo menos hasta que encuentre un hogar para él" pensé.
Le hice un gesto con la mano, posandome el dedo índice sobre los labios, en señal de silencio, él pareció comprenderlo, acto seguido abrí el portico con cuidado, e ingresamos con precaución, no quería que ninguna de mis compañeras, y mucho menos Madame, se percatase de su presencia, nos dirigimos a unas escaleras que comunicaban con la buhardilla, donde se encontraba mi habitación, lo ayudé a subir y cuando sus pequeñas piernas pasaron la abertura, pude escuchar tras de mi unos ruidosos pasos, me apresuré a subir, cerrando la trampilla a toda prisa, y colocando una pequeña mesa de noche encima, sentía el corazón desbocado, miré a Manzana que se había sentado encima de mi cama, observando la ventana que tenía encima del techo, un sentimiento lleno de ternura y pureza se instaló en mi corazón y me dispuse a levantarme para acompañarlo, pero una voz me saco de mi ensoñación, haciendo que me agachara y me pusiese sobre la trampilla.-"Hope, Madame te llama". - Comentó Adele con voz aguda, era una de las mas jovenes junto a mi, 12 años teniamos las dos cuando entramos a este suburbio.
-"Iré después de la cena". -Le contesté a través de la vieja madera de la trampilla.
-"Por favor Hope, tienes que ir ya, Madame, me ha dicho que no puedes tardar Hope, sino me castigará". -Me sorprendí al escuchar el tinte desesperado que adornaban sus palabras, por un segundo me quedé en silencio, intentando descifrar lo que sucedía.
-"Por favor, Hope, por favor". -Me suplicó de nuevo, a punto de estallar en lágrimas.
-"Está bien, tranquila Adele". -Le susurré intentando tranquilizarla. -"Sólo dame unos minutos".
-"Vale, gracias".-Suspiró aliviada y pude escuchar sus pasos alejandose a toda prisa.
Me acerqué rapidamente a Manzana que seguía distraído con la ventana, había anochecido hacía 10 minutos, y las estrellas alumbraban el cielo.
-"Hey". -Le susurré agarrandole la mano, él me miró y señaló a la ventana, sus ojos brillaban más que todas las estrellas de la galaxia juntas, seguidamente señaló a la ventana.
–"Manzana"—Comentó sonriendo paseando la mirada desde la ventana a mi y viceversa.
–"Tengo que irme"—De repente, Manzana giró bruscamente la cabeza y me miró, con sus ojos vidriosos –"Pero volveré, tengo que ir a hacer una cosa, ¿entiendes?"—Le dije, éste asintió frotandose los ojos, lo acosté lo arropé y besé su frente.
-"No le abras a nadie". -Le susurré, me levanté y baje por la trampilla.
Me dirigí a El Despacho donde se encontraba Madame, con la cabeza alta y un nudo en el estómago.
Una voz ronca salió del interior de la estancia.
–"Adelante"—Respiré hondo, deslicé la puerta y un denso olor a tabaco me explotó en la cara, Madame estaba detrás de su gran escritorio, se sentaba en un almohadón, y sus rasgos asiáticos se contraian con cada calada.
-"Siéntate niña". -Comentó con voz ronca y envejecida, obedeciendo me senté de rodillas frente ella, con la cabeza agachada, nadie podía mirarla a los ojos.
–"Ha venido un tal Albert, por unos conflictos que al parecer habéis tenido"—Dijo mirandome fijamente, tragué saliva, por lo menos no estaba muerto, me encogí de hombros esperando la reprimenda.
–"Si no fuese por que tienes que estar impecable para tu nuevo señor, Hope"–Amenazó señalandome con su arrugado dedo, ¿nuevo señor?, la miré sorprendida, está vez a los ojos–"Te espera en la habitación 2"—Contestó ignorando mi rostro estupefacto.
–"¿Nuevo señor?, por favor Madame, no voy a soportar de nuevo..."— Antes de que pudiese terminar la frase, me miró enfurecida.
–"La próxima vez que me desafies, los varazos serán como caricias, ahora, ¡haz lo que te digo!"—Gritó, la observé desafiante, levantandome exaltada saliendo de la habitación, cerrando con furia la puerta.
Me encontraba frente a la habitación 2, tragué saliva y con el zumbido de mi corazón palpitando en mis oídos, abrí la puerta, quedandome totalmente petrificada.
ESTÁS LEYENDO
Hope
RomanceHope, era pequeña, muy pequeña, tanto, que creian que no sobreviviria la primera noche en aquel orfanato, la llamaron Hope, esperanza, con los resquicios de una guerra inhumana a sus espaldas Hope intentaba sobrevivir, como todos al fin y al cabo...