Capitulo 4

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Agarré con fuerza las piernas flacuchas de manzana, y salí a toda prisa, lo sentía por Adele, por tener que experimentar la sensación de ver un cadáver, y las consecuencias que ello conllevaba, pero estaba harta.

Vagué por los callejones con cautela, para que nadie nos viese. Me vestí con la ropa que había robado de un tendedero unas calles más adelante, unos pantalones desgastados, una camisa blanca con tirantes, una boina y un gran abrigo negro, me escondí el pelo en la boina y me lave la cara con algo de agua que portaba en la maleta, estaba lista para salir a la calle.

Respiré hondo y agarrando con fuerza la mano de manzana, le miré dispuesta a salir, él devolvió la mirada temeroso.

–"Todo va a salir bien, sólo no te separes de mi ¿vale?"—Le susurré con firmeza, aunque por dentro mi alma temblase, él me dió un apretón, intentando infundarme apoyo.

Nos encaminamos por las calles abarrotadas, llenas de familias que aprovechaban para pasear, dirigimos nuestro paso hacia la estación de tren, teniamos que salir del pais cuanto antes.

–"¡Se ha ido por allí!"—Escuché gritar, haciendo que el cuerpo se paralizara, un sudor frío me recorrió toda la espalda y tragué saliva, los pasos se acercaban a nosotros cada vez más, y mi mente seguia en blanco, apreté los dientes, y acto seguido empecé a caminar despacio, sin soltar la mano de manzana, en uno de esos instantes noté el duro hombro de un policía arremeter contra mi, y pasar de largo afortunadamente, acto seguido su compañero, un hombre regordete y joven le siguió, no sin antes musitar unas palabras de disculpa. Solté el aire que estaba conteniendo y me apresuré.

Metí la mano en el bolsillo de un hombre de unos treinta años, había tanto barullo de gente que la familia que estaba a mi lado no se percataba de que les estaba robando su identificación para poder viajar.

Nos subimos al tren y nos sentamos aliviados, sonreí y abracé con el brazo a manzana que balanceaba sus piernas de adelante hacia atrás en el asiento, tranquilo. Cuando se escuchó el silbato de salida y miré por la ventana, mi cara palideció allí frente a nuestra ventana se encontraba Adele, sus ojos azules hinchados, que antes desprendían tanta dulzura, ahora se clavaron en mi enfurecidos, la miré aterrorizada, expectante por si me delataba, negué con la cabeza suplicandole con la mirada que no dijese nada, ella seguía observandome, temblando de rabia, el tren comenzó a andar, alejandose poco a poco, dejandola atrás, a ella, al Burdel y a todo el sufrimiento que se cocía en aquellas calles.

–"¡Soltadme!"—Grité pataleando, intentando atinarle a alguno de aquellos tipos, no sabía que estaba pasando, ni quienes eran, habían aparecido de la nada, en el prado de los alrededores del orfanato, me habían puesto un saco en la cabeza, y sucesivamente metido en un coche, después de unos minutos, empezaron a vagar hacía no sabía donde, conmigo a cuestas.

–"¡¡Roy!!"—Hacía unos momentos estaba conmigo, iba a enseñarme un lugar secreto nuevo y de repente, de la nada, desapareció, ¿lo habran cogido a él también? ¿Estara bien?
–"¡¡¡Roy!!!"—Chillé desesperada, esta vez llevándome un codazo en el estómago que me dejó sin aliento.

–"Callate niña y estate quietecita"—Asustada, sin rendirme, me removí entre los brazos de aquel robusto hombre .

–"¿Qué queréis de mi?"—Exigí con los dientes apretados, la rabia se apoderaba de mi, de repente sentí un fuerte dolor en la mejilla derecha, y todo se volvió negro.

Me desperté tirada en el suelo de una habitación, el olor a tabaco me inundaba las fosas nasales, arruge la nariz incómoda.

–"¿Donde estoy?"—Murmuré casi sin pronunciar palabra, notaba mi cuerpo desnudo tocando el suelo, y el frío se calaba hasta los huesos.

–"¿Cuánto ha costado?"—Oí hablar una voz ronca de mujer, seguidamente un hombre le respondió algo imperceptible de escuchar.

–"¿Tanto?, espero que nos sea de ayuda y no sea una inútil, sino me encargaré de haceros pagar hasta el último centavo. Retirate "—Ordenó, sentí unos pasos pesados alejandose y cerrar la puerta, alguien posó una suave manta sobre mi, y los nervios se me acumularon en la boca del estómago, vomitando sobre la alfombra.
–"Por el amor de dios, eso me lo vas a tener que pagar con trabajos extras"—Comentó la anciana, agachándose a mi altura y echándome el humo del cigarro que se consumía entre sus dedos arrugados, la miré a duras penas, con la vista nublada.

–"Bienvenida al Burdel, querida"—Susurró con una sonrisa burlona expulsando el humo, que minutos antes habia aspirado.

–"¿Donde está Roy?, por favor quiero ir a casa"—Susurré sollozando.

–"Esta es ahora tu casa, niña"—Dijo levantándose y apagando el cigarro en el ventanal que tenía detrás.

–"Te han vendido—Comentó encendiéndose otro cigarro.

–"Puedes llamarme Madame, Señora, Ama, como más te guste"—Comentó con una sonrisa de medio lado.
–"A partir de ahora eres mía"—Las náuseas volvieron a la boca del estómago, haciendo que vomitara de nuevo.

Me agarró del brazo y me dirigió por aquellos pasillos, yo no hacia mas que sollozar.

–"Tranquila niña, te acostumbrarás, todas lo hacemos"—Dijo con voz resignada, nos paramos en frente de una de las puertas corredizas, la miré aterrorizada, ésta abrió la puerta y me empujó dentro cayendo de bruces al suelo.

–"Adaptate, te lo aconsejo y no se te ocurra moverte de aquí, por que no podrás salir jamás de este lugar, tenlo presente"—Cerró con fuerza y escuché sus pasos alejandose. Respiré profundamente y desde el suelo, abrí ligeramente la puerta asomando la cabeza, el pasillo estaba vacío, así que conté hasta diez y empecé a correr desesperada, no sé cuanto tiempo estuve recorriendo aquellos pasillos pero para mi se convirtieron en años, me apoyé en las rodillas intentando recuperar el aliento, levanté la vista, topandome con la puerta de entrada, el corazón me revoloteaba esperanzado, empecé a correr hacía ella, de repente noté como algo me tiraba del pelo y me estrellaba contra el suelo, detrás de mi estaba Madame, aun sujetandome del pelo con su arrugada mano derecha y con la izquierda portaba una fusta.

–"Creías que ibas a escapar de aquí, que valiente"—Dijo apretando los dientes. Me arrastró por los pasillos, hasta un patio interior, había una chica allí, tirada en el suelo al lado de un poste, con la ropa desgarrada sollozando, estaba llena de sangre.

–"Vaya, ya has conocido a Adele"—Habló apretandome el cabello, mis manos agarraban las suyas clavandole las uñas, intentando así, que aflojara su agarre, pero todo era en vano.

–"Ella tambien creía que podía desacatar mis ordenes y mírala"— La chica emitió un pequeño quejido, que me estremeció el cuerpo. Con prepotencia me llevó en frente del poste y me ató.

–"Esta es la única manera, que sé de encaminar un alma descarriada"—temerosa la analicé, ésta levantaba la vara con furia azotandola contra mi, una y otra vez.

HopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora