uno

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¿Por qué esto me estaba pasando a mi? Al parecer es cierto lo que dicen; uno no siempre puede estar escapando de las cosas. Tarde o temprano tiene que enfrentarlas. En mi caso, era muy temprano, demsaiado para mi gusto.

—¿Y bien? —su voz resonó en mis tímpanos. 

No me había dado cuenta de que había estado con los ojos cerrados en los últimos minutos. De hecho, creo haberlos tenido fuertemente cerrados ya que me empezaron a doler en cuanto los abrí.

Inhale y tome un sorbo de mi tazón. Mi pierna derecha a comenzó a moverse, impacientemente. Estaba nerviosa y cada una de las extremidades de mi cuerpo podía delatarme perfectamente.

—Supongo que he de comenzar desde el principio…

—Por favor…

Esto iba a ser más difícil de lo que creí… Una de las razones de porqué no quería contarle nada era por mi temor a perderlo… Lo había perdido una vez.. Ahora él había vuelto buscando respuestas y quien sabe si podemos estar juntos de nuevo… Pero creo que eso será imposible..

—Pero primero tengo que estar segura de que estás preparado para escuchar lo siguiente.. Si nada de lo que he de contarte va a cambiar tu opinión sobre… mi —susurré la últimas dos letras y por primera vez, fui yo quien hizo contacto visual.

Pude observar que él asentía lentamente, sin despegar su vista sobre mi y eso fue lo único que necesite para tomar valor y comenzar a pronunciar las palabras.

—A ver… Yo… Honestamente no sé como comenzar… —dejé el tazón de té en la mesita que estaba ubicada al centro, y tome mi cabeza entre mis manos, cerrando los ojos por segunda vez.

Tenía unas ganas inmensas de llorar.. Pero no iba a hacerlo, tenía que ser fuerte. Miles de escenas comenzaron a pasar por mi mente, era como si estas desearan ubicarse cronológicamente para poder explicarle todo pero un calor en mi brazo me sacó de mis pensamientos.

Rápidamente me levanté del sillón y me senté en el sofá en frente de este.

—Por favor no te acerques hacia mi… Lo haces más difícil... —no sé de dónde saque valor para poder observarlo a la cara y su mueca de decepción rompió mi corazón en miles de pedacitos.

Ésta era la segunda vez que lo veía en ese estado… Y las dos veces habían sido por mi culpa.

Cerré los ojos y comencé a hablar.

—Lo principal de todo.. es que mi nombre no es Zoe Winkler… Es Antoinette Lindström... No soy de Alemania.. si no de Suecia. Es por eso que me encuentro aquí… Mi padre, mi verdadero padre es el dueño de este edificio..

—Tu.. ¿tú verdadero padre? —asentí y abrí mis ojos, relamiendo mis labios. Mantuve mi vista en el suelo, en mis pies, en cualquier cosa que estuviera abajo.

—Hace unos años atrás, cuando yo tenía alrededor de ocho, nueve años mi familia pasó por una situación económica extremadamente mal. Ésta se veía arrastrando desde hace unos años más atrás pero se intensificó cuando yo tenía esa edad. Mi padre había perdido el trabajo, a penas teníamos comida para un día a la semana.. Y casi nos quitaron la casa… Éramos cinco personas en total, siendo yo la hija del medio. Y de la nada llegó éste señor… Alec… a ayudarnos. Y yo estaba feliz, por que mi familia ya no estaba tan mal… Recuerdo haber estado en el patio jugando con mi hermana menor. Nuestros padres nos habían dicho que jugaramos y que no nos preocuparámos de las cosas económicas, que eso era tema de adultos. Y nosotros, como buenas hijas que éramos, jugábamos. Pero en las noches siempre escuchaba a mis padres junto con mi hermana mayor, que es unos cinco años mayor que yo, discutir y esas cosas...— suspiré.

Sentía unas ganas inmensas de mirarlo, de observar cual sería su expresión en estos momentos, pero me resistí.

—Volví a ver Alec un año después, exactamente dos días después de mi décimo cumpleaños. Mi papá había quedado con una deuda pendiente con el señor… Y yo sabía, sabía que ese hombre era malvado... —comenté mientras me golpeé levemente mi frente con la palma de mi mano, cerrando mis ojos.

Era doloroso volver a recordar aquella época de mi vida... Nunca antes le había contado esto a nadie.. Claro, a excepción de Lydia.. Pero nunca lo había hecho con tantos detalles.

—Él quería alejarme de mi familia, quería llevarme a Inglaterra. La razón la desconocía hasta los dieciocho.. que fue cuando te conocí... —una pequeña sonrisa se asomó en mis labios.

Haberlo conocido era una de las pocas cosas buenas que habían pasado en mi corta vida.

No me había dado cuenta de que Lulú estaba acostada al lado mío, respirando pausadamente. Supuse que estaba durmiendo y alargué mi brazo hacia ella, acariciándole la cabeza. Acto seguido y sin pensarlo, mi cabeza se levantó y observé al rubio que estaba al frente mío.

Él igual tenía una sonrisa pequeña en sus labios…

Desconocía la razón por la cual él estaba así, pero eso no evito el hecho de ponerme nerviosa en un dos por tres y retiré de mi rostro unos pequeños mechones de pelos.

—Yo estaba en mi habitación, junto con mi hermana mayor, abrazadas cuando escuchaba a mi padres negarse repetidamente. Le ofrecían todo… ¡Hasta lo que no estaba a su alcance! Pero no.. ellos me querían a mi… Y lo consiguieron.. Entraron en mi habitación agresivamente y me separaron de mi hermana, tirándome de mi brazo. No sabes el dolor que sentí en esos momentos. Lágrimas aparecieron rápidamente en mis ojos. Veía a todos llorar, yo no quería irme… Ni recuerdo las últimas palabras que Alec le había dedicado a mi familia. Estaba en el auto, junto con su esposa, Tanya, que estaba consolándome. Me acariciaba el cabello y me limpiaba las lágrimas. Me decía “todo estará bien, te daremos una vida mejor”. Habían veces que conseguía alejarme de ella, pero Tanya no resistía y volvía a acercase a mi. Cuando sentí que el auto comenzaba a moverse, a alejarse de mi hogar, observé la ventana y puse una mano en ella, lloraba desconsoladamente… Luego me puse de rodillas para ver por el espejo de atrás y observé a mi padre correr detrás de el auto. Pero éste agarraba velocidad rápidamente y mi padre no lo alcanzaba. Lo último que recuerdo de ese día fue gritar papá y llorar desconsoladamente, sin permitir que nadie se acercara hacia mi. 

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