-¡QUE YA VOY, JODER!-grito a la vez que me levanto del sofá y corro hacia la puerta con mi enorme camiseta y mi pelo de energúmena recién levantada.
-¡qué mierda quier...-pero ni siquiera me da tiempo a acabar. Creo morirme. Me falta el aire y noto cómo todo da vueltas a mi alrededor. Por suerte me recupero a tiempo como para hablar antes de que el cabrón que se encontraba delante de mí pudiera abrir la boca.
-¿qué coño quieres? ¿crees que después de lo que hiciste tienes derecho de volver a mi puta vida? No me buscaste, me dejaste sola cuando mas necesitaba a alguien a mi lado, ¿y ahora crees que esta todo olvidado? No me hagas reír, Ashley...- digo escupiendo su nombre en vez de pronunciarlo.-y es que ahora, muy a tu pesar, no siento nada por ti aparte de asco y repugnancia, ni siquiera odio o ira, no te mereces un sentimiento tan intenso por mi parte... para nada-digo riendo irónica. Cierro la puerta con un fuerte golpe, de hecho creo que le he dado con la puerta en la cara. Mejor.
Subo a mi habitación gritando y dando patadas a mi pared. A estas alturas la pintura de la pared está destrozada. Ahora estoy sola, sola de verdad. Recuerdo el día en que Victor me dijo que tenía nueva novia y se fue sin más. Que bien, ¿verdad? El único amigo que tenía resulta que no era mi amigo. Para que luego digan que todos los hombres no son iguales. Y de ahí en lo que me he convertido. Ya no soy esa chica que era antes, la que hacía cosas para sentirse bien, se arreglaba para salir aunque no tuviera con quien hacerlo, la que cuidaba su salud y aspecto, la que estudiaba para poder tener una vida digna...
No, ya no, ahora solo soy la sombra de lo que era. Nada más. Una sombra profunda, inservible, cansada y... oscura. Me importa una mierda el amor, me importa una mierda la gente, me importo una mierda yo, y al fin y al cabo, me importa una mierda la vida.
Sinceramente, ¿a quién le importa si me muero ahora? Efectivamente, a nadie, así que no creo que deba importarme a mi.
Me pongo mis desgastadas botas militares, mis pantalones de camuflaje y una ancha sudadera negra, meto una caja de cigarros y una botella de vodka en mi vieja mochila negra, y me dirijo a la puerta donde instantes antes había estado con el que un día creí el amor de mi vida. La verdad, fui estúpida, ¿cómo iba a quererme en tan poco tiempo?
Salgo de casa ignorando completamente las miradas curiosas, descaradas, acusadoras de mis vecinos. Me pongo un cigarro entre los labios, con una mano giro la piedra del mechero y con la otra la cubro del viento. Se enciende una pequeña llama, que a su vez enciende el cigarro, empieza a echar humo. Aspiro fuerte, como si fuese la última calada. El amargo sabor a humo inunda mi boca, noto como recorre mi garganta hasta llegar a mis pulmones, para luego volver a expulsarlo por mi nariz, me gusta echarlo por ahí para no tener que mover el cigarro de mi boca.
Me pongo el gorro de mi gran jersey dando grandes zancadas, caminando sin rumbo ni dirección como tantas veces hago, estoy de deudas hasta el cuello, al menos mi padre tenía la casa pagada y no necesito pagar nada más que el agua, gas y electricidad. De dónde saco la pasta es cosa mía...
Sigo dando grandes caladas al cigarro, que poco a poco, o mucho a mucho se consume, como mi vida, que irónico, ¿verdad? Me enciendo otro, vuelvo a aspirar fuerte, me gusta la sensación de saber que lentamente, acabo con mi vida con las malas adicciones que yo misma me creo.
Llego a la fábrica abandonada, donde tantas veces he estado a veces sola y a veces acompañada de los vagabundos y drogadictos que se refugian aquí. Genial, no hay nadie. A mis 19 años ya soy la que manda en el barrio, todos saben que no deben meterse conmigo ya, todos saben que de ser una buena niña de papá he pasado a ser la reina del lugar.
Abro la botella, bebo intercalando las caladas con tragos, hasta perder la cuenta de cuantos van ya.
-¿no piensas compartir? Joder, O'Sullivan, ¿cuando has caído tan bajo? Y parecía ayer cuando aún te sonrojabas cuando te miraba a los ojos... ¡Mírate!-exclama una voz más que conocida. Si no estuviera tan borracha probablemente me hubieran herido sus palabras, pero por razones obvias no lo hacen.
-Mira, soplapollas, como no me dejes en paz ahora mismo te va a faltar tierra para correr, ¿entendido?-grito con la voz entorpecida por el alcohol.
-Venga ya, Erin, no he venido para pedirte matrimonio ni nada de eso, solo que el otro día me junté con tu amiguito... cómo se llamaba... ¡Ah! Sí, Victor, ese. Me dijo que te habías convertido en una especie de Yo en femenino, y nunca viene mal acabar contigo mismo con otra persona, ¿qué te parece? Si no acaba de convencerte, tengo mas alcohol.
-No me hagas reír, Ashley. ¿qué te hace pensar que necesito a alguien? Y yo ya tengo alcohol.
-Mmmmmm... ¿seguro que no necesitas a nadie? Las deudas no dicen lo mismo, tengo dinero además de alcohol, ¿sabes? Mira, probemos, y si no te gusta lo dejamos, ¿vale? No tienes nada que perder.-es verdad, no tengo nada que perder, y algo de pasta no me viene mal.
Y así pasamos horas, bebiendo, hasta que volvemos a casa y me veo en la obligación de dejarle pasar. Sí, podemos ser como Sid y Nancy.
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Hola genteee!! Habréis notado que la historia ha cambiado bastante, y lo he hecho porque hasta ahora era muy parecida a las demás, y quería cambiarla un poco para que fuera diferente.
Espero que os guste, jeje, y sino pues bueno, que se le va a hacer xd.
Un beso!!
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¿existen las casualidades? (ashley purdy y tu)
FanficEres una chica de 18 años, vives en Dublín, y viajas hasta los Estados Unidos para ver el concierto de tu grupo favorito: Black Veil Brides, pero nunca pensaste que este viaje te cambiaría la vida. Entre dramas, amor, y desengaño, pasarán los meses...