Capítulo 1.

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Escribimos para liberarnos- Fangirl. Rainbow Rowell.

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El viento y los rayos del sol se colaban por la ventana mientas Paige terminaba de hacer su maleta.

Hoy. Hoy era el último día en su casa, y ya había pasado la última noche en la que dormiría en su habitación.

Después de terminar de hacer su maleta, bajo con esta a la primera planta de la casa, donde estaban su padre, su madre y su hermano Tommy esperándola al pie de las escaleras.

Su madre parecía feliz, pero al borde de las lágrimas, Tommy y su padre estaban contentos por el logro tan grande de Paige, como dirían ellos.

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Llegaron al edificio correspondiente, a la puerta de este, habían chicas y chicos de la edad de Paige entrando y saliendo del edificio con sus equipajes.

Subieron hasta llegar al piso donde Paige se alojaría. Miro el papelito donde tenía escrito su número de habitación, >edificio norte. Segundo piso. Habitación ciento seis.< Camino buscando la habitación.

Ciento dos... ciento tres... ciento cuatro... ciento cinco... ¡ciento seis! <¡Al fin!> Pensó ella. Busco en el bolsillo de su pantalón, saco una llave, la puso en la cerradura y entro.

La habitación era bastante sencilla. Era color blanco con un piso de madera algo viejo, había dos camas medianas. Al centro de ambas, en la pared que quedaba al otro lado de la puerta, había una gran ventana con vista a parte del campus, al lado izquierdo de la habitación estaba una de las dos camas con cajas de cartón y una maleta sobre ella. Bajo la ventana, había dos escritorios de caoba —algo viejos— entre ambas camas. Frente al pie de cada cama, había un ropero sin puertas con un par de perchas y cajones hasta abajo.

Paige y su padre entraron y dejaron sus cosas en su cama correspondiente. Él la miro y aparto un mechón castaño de su rostro, sonriendo y mirándola a sus hermosos ojos color esmeralda.

—Mi pequeña... no puedo creer que eres una universitaria...

—Lo sé... tampoco puedo creerlo aún.

—Espero que disfrutes estos años aquí, te extrañaremos mucho en casa. Créeme, te aseguro que cuando vuelva, tu madre tendrá un río de lágrimas en la habitación.

—Gracias papá. Yo también lo espero y también los extrañaré mucho —dijo ella, con una sonrisa—. Dale un enorme abrazo de mi parte y dile que estaré bien.

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Luego de que el padre de Paige se fuera, ella comenzó a desempacar sus cosas y a acomodarlas en su lado de la habitación. Tomo una de sus fotografías favoritas donde ella, sus padres y su hermana mayor estaban juntos. La miro con una sonrisa por un segundo, luego la puso sobre el escritorio y continúo desempacando.

Cuando termino de acomodar sus pertenencias y pegar en su pared algunos posters de sus animes favoritos, tomo su última caja con las sábanas de la cama y comenzó a tenderla.

Por último, guardo algunas cajas con paquetes de galletas dentro de uno de los cajones de su ropero. Se sentó en la cama y tomo su celular. Notó que tenía mensajes de Maddie.

—¿Qué tal el primer día en la universidad? (2:53 pm)

. . .

—¡Hey Paige! ¿Acaso estás viva?

. . .

—Mira que si no has contestado este mensaje cuando vuelva, juro que saldré de aquí directo a buscarte, tienes hasta las cuatro y treinta. (3:33 pm)

—Lo lamento, Maddie. Estuve ocupada desempacando. (4:18 pm)

—Estuve apunto de ir a buscarte. (4:20 pm)

—Deja de ser tan dramática. (4:22 pm)

—¿Qué tal la escuela? Por cierto, te notifico que no has actualizado el manga en la página. (4:23 pm)

—Lo sé, no he tenido mucho tiempo para hacerlo, la escuela me ha tenido ocupada y ha sido una semana bastante atareada. (4:25 pm)

Maddie ya no contesto. Paige guardo su celular y se levanto para tomar su computadora y volver a recostarse en la cama.

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Mientras Paige trabajaba en el nuevo capítulo de su manga, una chica entro a la habitación. La chica era bastante más alta y blanca que Paige, con algunas pecas marones en sus mejillas. Lucía como toda una top model, la larga y rizada melena pelirroja caía sobre sus hombros desnudos. Miro a Paige, sonrió y se acerco a ella con la mano tendida.

—Tú debes ser Paige Stohl, ¿verdad?

—Sí —estrecho su mano con una sonrisa.

—Un gusto, yo soy Kim Roth.

La chica fue hacía su lado de la habitación y comenzó a sacar y ordenar sus cosas, canturreando en voz baja.

Cuando llego la noche, ambas optaron por irse a dormir.

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Paige caminaba por el campus, buscando el edificio y su aula donde sería su primera clase; literatura.

Después de caminar por un rato, al fin logró encontrar su aula. Para su suerte no habían llegado muchos de sus compañeros aún. Camino al fondo del aula y se sentó en el último pupitre. Dejo su mochila bajo su escritorio, se ajusto las gafas y observo a los demás a su alrededor. No tardo mucho tiempo para que llegaran los demás estudiantes y detrás de ellos, el profesor.

Tenía el cabello castaño con algunas canas sobre sus oídos, vestía un traje de etiqueta azul marino. Entro en silencio, dejo su maletín en su silla, se puso frente al escritorio —dándole la espalda y mirando de frente a los chicos de la clase— y se apoyo en la orilla de este con los brazos cruzados y mirando a todos con detenimiento.

—Bueno —dijo en lugar del típico "buen día" de la mayoría de los profesores—. Bienvenidos a literatura, o como la llamo yo; Liberación de emociones.

Muchas chicas cuchicheaban entre sí, miraban con una sonrisa coqueta al profesor mientras Paige las miraba y reía para sus adentros.

—Soy su profesor, Chris Carter y espero que nos llevemos bien en el tiempo que estemos juntos —decía con una sonrisa.

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Eran pasadas de la ocho de la noche y Paige estaba en la puerta de la biblioteca, temblando de frío mientras esperaba a Dan, el compañero que el profesor Carter le había asignado para su primer proyecto. Minutos después, Dan llego trotando, se acerco a Paige y entraron a la biblioteca.

Cuando terminaron su corta historia de acción para el proyecto, salieron de la biblioteca. Eran pasadas ya de las diez treinta de la noche, así que Paige apretó el paso hacía su habitación. Al llegar, entro y notó que Kim no estaba, dudo por un momento pero luego fue a cambiarse y ponerse su pijama. Ya lista, tomo su computadora y termino de escribir el nuevo capítulo de Deseo —su manga— y cuando notó que no podía más, apago el computador, lo puso en el escritorio y se acomodo para dormir.

Quiero escribirte una canción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora