Capítulo 8.

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A Paige la despertó el sonido de llamada que emitía su celular.

Se sentó en la cama, se puso sus gafas y tomó su teléfono. En la pantalla marcaban las tres con veintidós minutos de la madrugada y el identificador de llamadas marcaba el nombre de Kim.

Paige presiono el botón verde y pego el teléfono a so oído rápidamente.

—¿Kim?

—Paige —hablaba ella en algo parecido a un susurro. En su voz se notaba que lloraba y parecía asustada—. Paige, por favor, necesito que me ayudes y rápido.

—¿Qué sucede?

—Le dispararon a Dick... y... creo que también están buscándome...

Paige se levanto de golpe, sin despegar el celular de su oído. Se puso rápidamente sus zapatillas deportivas y se ato el cabello con una coleta mientras ingeniaba un plan para rescatar a Kim y salía disparada de la habitación.

—Kim, escucha, primero que nada, necesito que te calmes. ¿Dónde estás? ¿Estás herida?

Los hipidos que provocaba el llanto de Kim le dificultaban hablar.

—Estoy oculta detrás de un bar —hablaba con un hilo de voz y Paige podía escuchar como se sorbía la humedad de su nariz—. Creo que se llama Marry the night o algo así.

A Paige se le ocurrió una idea, así que suspiro y trago saliva.

—Sé que no te gustará esta idea... —dijo segundos después—. Pero necesito que me des el número o me digas donde puedo encontrar a Al.

—¡¿Qué? No, no quiero que llames a Al! —Dijo Kim con tono de impresión en su voz—. Ni en sueños iría a pedirle su ayuda.

—Ninguno de mis amigos tiene auto, él debe tener y podría llevarme y ayudarme. No puedo hacer esto sola.

—Sí, lo tiene. Pero no quiero que venga él y me vea así.

—Kim, tu vida podría estar en juego, Al es nuestra única alternativa.

Ella soltó un largo suspiro y se quedo callada un momento mientras Paige esperaba su respuesta. Llego a la salida del edificio y espero a que Kim le contestara al fin.

—Bien, esta en el edificio oeste. Su habitación es la número treinta y seis.

—No te muevas de donde estás. Y en caso de que lo hagas, necesito saberlo, ¿okay?

—Sí, sí, te espero. Pero por favor, no tardes.

Paige cortó la llamada y se alejo de la entrada del edificio, caminando a toda prisa hacía el edificio oeste.

Mientras caminaba a toda prisa, le castañeaban los dientes y frotaba sus manos sobre las mangas de su suéter para entrar en calor.

Cuando al fin llego al edificio, entro y busco la habitación de Al. El silencio gobernaba por la primera planta, hasta que después de unos segundos de entrar se escuchaban los sonidos que emitía una pareja en alguna habitación lejana. Ella no le tomo importancia y continúo buscando a toda prisa la habitación donde se encontraba Al.

Al cabo de cinco minutos o menos, encontró la puerta con el número treinta y seis pintado sobre ella. Tocó a la puerta desesperadamente esperando que abrieran rápido.

Abrió un chico —que podía asegurar que él era el compañero de piso de Al— despeinado y con los ojos entreabiertos. Miro extrañamente a Paige y luego hablo.

—¿Te ayudo en algo? —Dijo con voz adormilada.

—¿Esta Al aquí?

—Albert —dijo él chico volviéndose a la cama del otro lado de la habitación, el bulto de la cama en la oscuridad se movió y se escucho un gruñido en forma de respuesta por parte de él—. Esta chica te busca.

Quiero escribirte una canción.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora