Uno

149 14 7
                                    

Jungkook abrió los ojos lentamente. Su cuerpo parecía carecer de fuerza hasta para poder levantar sus párpados aquella mañana, como muchas otras anteriormente. Movió al fin el brazo que colgaba por el borde del sofá y llevó su mano hasta su cara para frotarla con pereza mientras bostezaba.

Y entonces el dolor vino de golpe, en seco. Su cabeza dolía como el infierno y automáticamente arrugó su nariz tras la insoportable molestia que una vez más lo destrozaba.

Pero Jungkook estaba bastante acostumbrado. Él ya vivía en ese mundo. Ya tenía por hábito reemplazar la sangre de sus venas con alcohol y el aire de sus pulmones por el humo del tabaco muy a menudo. Aquel día no era ninguna novedad.

El chico miró a su alrededor vagamente y contempló las botellas de bebidas alcohólicas que yacían vacías en el suelo. Pensó en recogerlas, pero definitivamente sería más tarde. Su plan para aquel mismo instante era permanecer tumbado en el sofá por un rato más.

Sin embargo, no llegaron a pasar ni cinco minutos cuando el timbre de su casa retumbó como una onda expansiva en su cabeza.

Jungkook maldijo entredientes y resopló. ¿Quién narices podría estar llamando su timbre? El edificio a penas estaba habitado. Solamente la señora Shin que vivía en el primer piso y él en el segundo eran los ocupantes de aquel edificio. Siendo sinceros, Jungkook se levantó solamente a causa de la posibilidad de que fuera la anciana quien pudiera estar solicitando su ayuda. Caminó torpemente esquivando las botellas y demás utensilios dispersos en el suelo y llegó hasta la puerta.

Un par de ojos grandes y marrones fue lo primero que vio; su dueño, un chico joven, de cabello negro ligeramente largo y desordenado, con una cara dulce y de piel miel, sonreía delante de él mientras sostenía en sus manos una bandeja.

-Oh, ¡buenos días! -habló el joven, con una voz muy grave que Jungkook no esperaba para nada, causando así su sorpresa.- Soy Kim Taehyung, tu nuevo vecino del piso de al lado. Lo cierto es que acabo de llegar y... pasaba para presentarme y traerte estas galletas caseras que hizo mi madre. Son de chocolate.

Jungkook rascó su cabeza, sin molestarse en peinar su desordenado pelo de color castaño oscuro, y miró la bandeja con dulces que portaba el chico.

-No, gracias.

Y acto seguido, cerró la puerta.

🌱🌱🌱

Taehyung parpadeó varias veces delante de la puerta blanca que acababa de ser cerrada en sus narices. Suspiró y miró la bandeja que sostenía. Tardó un poco en reaccionar ante aquel brusco portazo, pero finalmente volvió a entrar en su nueva casa, dejando la bandeja de galletas encima de la mesa de su comedor.

El pequeño Yeontan movía su colita con euforia delante de su dueño mientras fijaba su vista en las galletas de la bandeja.

-Tannie, las galletas son malas para ti. No puedo darte.

El perro dejó de revolotear alrededor de sus pies para retirarse a su cuna y hacerse una bolita.

Aquella iba a ser su primera noche durmiendo lejos de su familia, y una asfixiante sensación de añoranza lo oscurecía; más su alivio venía cuando se recordaba a sí mismo que todo lo  que estaba haciendo era por su bien. Su abuela requería de muchos cuidados especiales, y sus padres estaban teniendo serios problemas económicos para poder pagar todo: el colegio de sus dos hermanos, el equipo médico de su abuela, la casa, la comida, la ropa... Fue por todo aquello que el chico rechazó la prestigiosa academia de jazz donde soñaba con tocar el saxofón y fue aceptado; pues no consiguió becas ni ayudas financieras para pagar su matrícula y decidió buscar trabajo cuanto antes para ayudar a sus padres con el dinero. Taehyung llevaba unos años trabajando cuidando niños pequeños en una guardería en el centro de Seúl donde consiguió trabajo; sin embargo, su familia y él vivían en un pueblo no muy grande a cuarenta y cinco minutos en autobús. El dinero en cada viaje y las pocas horas de descanso que le quitaba la distancia se convirtieron en un grave problema para la familia Kim cuando las deudas se fueron acumulando. Fue por eso que decidió usar el dinero que había estado ahorrando ilusamente para sus estudios en la academia de jazz en pagar el alquiler de un piso no muy grande ni lujoso a unas manzanas de la guardería, una vez que supo que su sueño de convertirse en un prestigioso saxofonista era imposible. De ese modo, podría cobrar más dinero al trabajar las horas extra que le ofrecieron. Su familia necesitaba ese dinero. Y Taehyung estaba más que dispuesto a sacrificar su sueño por ellos.

Smile For Me ~TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora