52. (largo)

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Anne y Danny salieron del instituto con sus monopatines en la mano. Hoy era un día especial.

Anne no lo sabía, pero Danny le hizo un favor que la salvaría del abismo de volver a enfrentarse a su padre. Pero ella no podía volver a casa esa tarde, por eso, Danny ha decidido hacerle pasar la mejor tarde de su vida.

(...)

Justo después de abandonar la gran cárcel de hormonas a la que asistían, ambos tomados de la mano y con una gran sonrisa; Anne y Danny fueron al bosque. Al principio Anne se extrañó cuando vió que este no era el camino a casa, pero cuando vió a donde se dirigía, sonrió enormemente.

Subieron a un árbol no muy alto, pero frondoso. La sombra que el árbol les daba hacía de aquel lugar el sitio perfecto.

El walkman de Anne estaba lleno de canciones de los Beatles, de los Rolling Stones, De Nirvana, y de Metállica, entre otros, y los auriculares que cada uno llevaban emitían sonidos de cuerdas gastadas. Todo esto sucedía mientras que Danny miraba ensimismado a Anne, y ella se aferraba a su pecho, obviamente, acurrucandose en la chaqueta que Danny llevaba.

El chico no podía creerselo. Ella lo amaba. Lo único que podía hacer era sonreír mientras que ella tarareaba, hold my hand, smells like teen spirit, poison heart, y todas aquellas canciones que Anne guardaba en el walkman de su madre. Danny amaba el estilo tan retro de Anne, lo bella que era usando esas boinas setenteras, esos patines de los cincuenta de su abuela, o aquel monopatín tan extravagante. Anne no era igual a nadie que hubiera conocido nunca.

No se dio cuenta de cuando empezó, pero no pudo parar de decir que la amaba.

Anne paró la música, se separó de su pecho, y le miró a los ojos. Chocaban ojos marrones, cafés de Anne, y castaños de Danny, chocaban sus frentes, que se juntaron haciendo que sus ojos tuvieran que verse obligados a cerrarse. Chocó la mano de Anne en forma de caricia sobre el rostro de Danny, el que no pudo evitar sonrojarse.

Y Anne sonrió. Anne amaba a Danny, no solo por las notas, sino por lo que vino tras ellas. Anne no imaginaba un solo día más sin Danny, a pesar de que las noches fueran una pesadilla constante.

Quiso olvidar. Quiso dejar de pensar por un momento en ocultarle aquella carga a su madre, cuyo marido que su madre amaba, iba por las noches y tocaba a su hija con esa sonrisa, mientras que su mujer dormía sin advertir nada. Anne no quería romper algo ya roto, pero fijado con frágil pegamento; terror.

Y quiso olvidar de verdad. Se lo pidió a Danny, que hiciera que olvidara esos malos recuerdos. Y Danny le respondió que llenaría su mente de recuerdos de ambos, siendo felices: La llenó de besos, mientras que acunaba sus mejillas con delicadeza. Le susurró poemas que guardaba en su corazón, le cantó canciones, la llenó de amor.

Y cuando la tarde terminó, decidió que todo iba a cambiar, que aquel pegamento, se iba a quebrar.

AnneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora