Anne

22. (largo)

Primer día de curso, Instituto Roseville, clase de literatura.

La primera clase del año, literatura. Siempre la he odiado, vamos, ¿Para qué sirven las poesías, las novelas del año de la pera y todas esas cosas? Prefiero cualquier cosa, a seguir aguantando esta charla sobre el infierno de lo que va a ser esta clase.

El maestro deja de hablar de gente muerta, y va a abrir la puerta, seguro que para alguien a quien se le han pegado las sábanas. Es una chica. Una chica preciosa, realmente preciosa, a la que juraría conocer de algo.

-Señorita Anne, ¿Le parece normal llegar a esta hora, y más en el primer día?

¿Anne?
¡No puede ser ella!

Está demasiado cambiada. Su pelo es azul, muy azul, cuando antes era negro. Lleva un piercing en la nariz, y un tatuaje con el símbolo de lo que parece ser, una banda. Viste completamente de negro, y lleva un monopatín en la mano. No puede ser aquella chica tan tímida de este pasado año.

-Bien. Antes de que vuestra compañera me interrumpiera, os iba a indicar de que quiero que hagáis el trabajo de fin de año. Consistirá en un trabajo de redacción de un año sobre una persona, ya sea real, o irreal, en la que podréis describirla a vuestra forma, ya sea prosa o verso. Tenéis, el último día de clase como fecha limite.-

Volví a mirar a aquella chica. Nunca me fijé demasiado en ella. Pero, dios, había algo que me pedía que la retratara a ella. Anne, un nombre precioso, para una chica preciosa. Te retrataré a ti, porque eres digna de ello.

El timbre sonó, y me fui a casa, pero antes pasé por una tienda, para comprar papel para cartas.