EL DIARIO

¿Ahora que hago?

No podía creer que me estaba pasando, hace 5 horas estaba feliz, comiendo mi cena con mi mamá y mis hermanos y de la nada PUFF, todo eso acabó en menos de un día.

No sabía qué hacer ni a donde ir, estaba realmente asustada, estaba sola. No pensé ni un segundo en que aquellos pasos pudieron ser realmente de mi hermano, presentía que no eran de él, me encontraba con mi mente bloqueada y no sabía que hacer. Si los pasos no eran de Daniel ¿De quién eran?, esa pregunta estuvo rondando en mi cabeza. Pero la pregunta más importante era... ¿regresaba a casa o pasaba la noche en la calle?, ninguna de las 2 alternativas me convencían: SI VOY A MI CASA ¿QUIÉN ME ASEGURA QUE LA PERSONA EXTRAÑA NO SEGUIRÍA AHÍ?, Y SI ME QUEDÓ EN LA CALLE... BUENO, NO ME PODÍA QUEDAR EN LA CALLE DESPUÉS DE LO SUCEDIDO. Por eso decidí ir en busca de mi amiga Marice Wiguells.

Mari y yo eramos muy diferentes, y a la vez...muy parecidas. Ella era la alta, era muy sociable (como se habrán dado cuenta, yo era todo lo contrario) pero en lo que ambas coincidimos es en... EL MISTERIO. A nosotras nos gusta el peligro, investigar y llegar a una respuesta, algo parecido a los detectives. Pero jugar a ser la policía y tener que resolver un caso que implicaba a mi familia y a mí, eran cosas muy diferentes, necesitábamos a alguien más, pero me estoy adelantando mucho a los hechos.

No decidí ir a su casa por el hecho de que fuese grande y lujosa, sino que, su papá era parte de una organización secreta (lo sabia porque Marice me lo dijo y prometí no decírselo a nadie) y tenía información de todos los ciudadanos del país (tenía que averiguar quién era ROBERT OFREYK, porque tal vez eso me daría una pista de lo que pasaba), y mi amiga era una de las personas más intrépidas del mundo. Sabía que contaría con su ayuda para ejecutar mi plan (que en mi opinión no era tan bueno y para empezar... ni siquiera tenía uno).

Llegué a su casa y su mayordomo me abrió la puerta, lo saludé y me dirigí rápidamente hacia donde ella se encontraba (su habitación). Le conté todo lo que había pasado y que quería que me ayudara. Algunos decían que era una creída, malcriada y caprichosa, pero no era así, era una persona (aparte de intrépida) amable y sabía que estaría dispuesta ayudarme.

Me dijo que no podía ir conmigo a buscar la información, porque ya estaba con tarjeta roja (no le permitían husmear por ahí de nuevo) pero, si me ayudaría a entrar a la biblioteca de archivos. Eso era suficiente para mí.

 Lo curioso es que nunca supe que hacía despierta a esas horas, no contaba con que quizás era muy tarde y ella ya estaría durmiendo, es como si supiera que iba a ir, muy raro.