XV

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Cuando abrió los ojos todo era obscuridad ¿qué había pasado? No recordaba nada. Se encontraba acostado en la cama en la habitación de ella, trato de forzar sus ojos para ver algo más pero resultaba muy difícil.

-Veo que ya despertaste, fue muy difícil subirte a la cama, quizás si no te desmayaras cada que quieres matar a alguien seria más fácil-.

Ahora que lo mencionaba comenzaba a recordar, se levantó y fue caminando rumbo a la habitación siguiendo los pasos de ella.

Al entrar al cuarto tomo su navaja y se aproximó a la silla donde ella se mantenía leyendo un libro y meciéndose tranquilamente. Quería hacerlo rápido para que no sufriera tanto. Aún recordaba aquel día cuando todo cambio.

Que alegre me siento, hoy le pediré matrimonio y seremos muy felices juntos. Recordaba esas palabras, ese día fueron a su restaurante favorito de ella, había preparado todo para pedirle que fuera su esposa. Pero todo cambio cando ella rechazo la propuesta, a ella no le gustaba estar atada a nadie el matrimonio era algo anticuado y son razón de ser.
Deberías de saber, cariño que tu propuesta es generosa, pero yo no quiero casarme te lo había dicho, el matrimonio sólo sirve para mantener a la gente atada y yo no soy así, te quiero pero será mejor que nos separemos y te olvides de la idea de casarte y principalmente si es conmigo.
Esas palabras quedaron en su cabeza
Y se impregnaron de un desprecio que hicieron que saliera del lugar enojado y frustrado.

Respiro mientras se sentaba en la cama y sus ojos comenzaban a ver la oscuridad de la habitación. Por alguna razón desde que lo desprecio él sólo había pensado en matarla era un sentimiento una obsesión que se metió en su ser, si no quería ser su esposa nada valía la pena.

-No puedo hacerlo, te quiero demasiado como para matarte, será mejor que me valla y me olvidé de ti para siempre-.

-Me parece que es la mejor idea que has tenido últimamente, será mejor que te des prisa, y si debes cerrar la puerta al salir-.

Se levantó, recorrió los pasillos hasta la entrada y salió a la fría noche ya no llovía pero estaba sumamente helada.

En su rostro, de ella unas lágrimas resbalaban rápidamente sin siquiera hacer ruido, quedó sumergida en el silencio total.

En su rostro, de ella unas lágrimas resbalaban rápidamente sin siquiera hacer ruido, quedó sumergida en el silencio total

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Ricardo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora