Capitulo IV Chroma

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Dela
Giré sobre mi misma en el aire, las plumas que se desprendían de mis alas flotaban con el viento. Miré a Luisan que estaba sentado en las escaleras, observándome.
-¡Corven!- Grité mientras volaba hacia donde se encontraba, con los brazos abiertos para que me diese un abrazo.
-¡Ay madre!- Gritó mientras extendía sus brazos, para recibirme, acabamos los dos en el suelo.
-¿Combatimos de una vez?- preguntó.
-¡Sí! Te voy a dar una paliza.
-Yo creo que no vas a poder Dela, soy el Guía- dijo dándose aires de grandeza.
-Ya verás...-sonreí- Acabo de recordar, que tengo un regalo para ti.
-¿Que tipo de regalo?- Preguntó mirándome con picardía.
-No pienses mal, no es lo que crees.
Mediante magia hice aparecer una pequeña daga de plata.
-Para ti.
Luisan miró la pequeña daga con una sonoriza forzada.
-Gracias, pajarito- La tomó por el mango.
-Gira la empuñadura de la daga- Dí un par de pasos atrás. Luisan me miró extrañado, pero finalmente giró la empuñadura, y de la nada, surgió una gran espada de tres metros de largo, no de mucho grosor para que fuese más fácil blandir la.
-¡Pajarito, esto es increíble!- Corven miraba la espada ensimismado.
-Sabía que te gustaría, tu guadaña ya está bastante desgastada, te hacía falta un nuevo arma.
-Dela muchas gracias, de verdad.
Fue hasta mi y me abrazó con fuerza.
-¿Luchamos?- pregunté mientras miraba directamente a sus ojos.
-¿Estas lista? Aunque hoy tendrás mucha ventaja, tengo que aprender a utilizar esta espada.
-Pues no seré muy dura contigo, Guía.
Los dos sonreímos, dí unos saltos hacia detrás alejándome de él e hice aparecer mis dos katanas con mi magia.
Una parte de la magia blanca se ocupa de la creación de distintas armas que fueses capaz de utilizar, las armas, dependiendo de quien las convocara, adquirían una forma, un peso y un estilo determinado, según su invocador, por ello, el ejercito de Kairim era el más poderoso de todos los reinos, incluso más que el de Fintas.
Luisan giró la empuñadura de la daga y esta se transformó en la espada, dicha espada era mágica. Pero eso todavía no se lo había dicho, para que lo descubriera, por su cuenta. Su espada era capaz de canalizar distintos tipos de magia. Era muchísimo mejor que su guadaña, la cal le había regalado, el progenitor de Hessa hace años.
-Ángel ya estoy listo- dijo Luisan con una sonrisa.
-¿Estás de verdad preparando? Guía, hoy no tendré piedad, sé de sobra que sigues siendo igual de poderoso, aunque no estés acostumbrado a empuñar esa espada.
-Pajarito, ¿Cómo se llama la espada?- preguntó Luisan.
Toda espada mágica llevaba un nombre, normalmente la espada era nombraba el forjador. En este caso era una excepció, ya que yo la creé mediante mi magia...y no es tarea fácil el crear una espada. Requiere una gran cantidad de magia.
-Su nombre es Chroma .
-¿Chroma? Curioso, me gusta como suena.
-Menos charla y al ataque.
Corven, se puso en guardia, yo también lo hice.
-¿Lista mi Pajarito?
-Yo nací preparada, Corven- contesté.
Giré sobre mi misma, me impulse con las alas hasta donde él se hallaba, di otro giro y ataqué con mis katanas. Luisan se defendió con Chroma y luego me impulsó hacia detrás. Traté de darle una patada, pero la detuvo con su pierna.
Volé hacia detrás y cambie de arma creando una alabarda de doble filo. Él sonrió y me lanzo una bola de fuego, como contraataque hice girar mi alabarda y con el viento que produjo apagué la bola antes de que llegase a mí. Volví a hacerla girar, el aire se agitó a mi alrededor creando un viento cortante, detuve el arma y la lancé hacia Luisan, está giraba a toda velocidad impulsada con el viento detrás. Corven colocó la gran espada en su espalda y la impulsó para poder cortar la ráfaga de viento, por lo cual desvió la alabarda, pero está volvió hacia mí mano.
Dí un salto y la recogí al vuelo. Mientras lo hacía Luisan corrió y me asestó una potente estocada, me aparté justo a tiempo para que no me hiriese, pero rasgó mi ropa dejándome con el torso expuesto.
-¡Oye! ¡Mi vestido!- Grité enfadada, lo bueno es que era capaz de volver a arreglarlo, pero no tenía tiempo ahora mientras me encontraba en medio de un combate.
-Yo no voy a parar solo porque te halla dejado medio desnuda, si esto te ocurre en un combate, cuando te derroten te violarán, por tener ese cuerpo tan lascivo.
Pude ver cómo sonreía con picardía.
Tapé mis pechos y cambie mi arma por una espada de empuñadura negra con una rosa grabada en el centro de esta, la empuñadura tenía grabados de rosales, el filo era de una aleación de los mejores metales de los reinos ya que se adaptaba a cualquier enemigo para eliminarlo, este poseía un color blanquecino. Se trataba de una espada realmente fascinante. Me la había regalado hace mucho tiempo un extraño dragón, no recuerdo cómo era...solo que fue un dragón.
-Vaya esto se pone serio - dijo él Guía.
Vi como Luisan, cambiaba el tipo de mágica que usaba. Creó un puñado de estalactitas y las dirigió hacia dónde me encontraba, con la espada las fui destruyendo hasta llegar a Luisan. Él trató de darme una patada, pero yo la esquivé, seguidamente intentó darme otra pero la detuve. Sabía de sobra que no estaba luchando enserio, si lo estuviese haciéndolo me habría derrotado nada más comenzar.
Alzó la gran espada pero yo la desvíe de una estocada, me lancé sobre él, tirándole al suelo. Acabé a horcajadas sobre Corven, gire la espada colocándola sobre su cuello.
-Gané- sonreí ampliamente.
-Vaya buena táctica, pero todavía no he perdido- Mire su mano rápidamente.
-Nunca te entretengas en un combate pajarito.
De la manga de su atuendo, salió una hoja con la cual golpeó mi espada arrebatándome la de las manos, agarró mis muñecas haciendo girar mi cuerpo, sentí su peso sobre el mío y colocó en mi cuello la hoja.
-Yo gano.
-Maldito seas, siempre tienes un as bajo la manga.
-Nunca mejor dicho mi ángel.
Luisan apartó la hoja, luego me ayudó a levantarme.
-¿Me he pasado mucho?- preguntó preocupado.
-No, estoy bien ¡No soy tan débil!- Él revolvió mi pelo.
-Se de sobra que no lo eres, pero me encanta fastidiarte.
Seguía ocultando mi pecho, él me miraba con lujuria
-Deja de mirarme de esa forma tan pervertida y lasciva...
-No puedo dejar de mirarlos, son realmente pequeños pero hermosos...- suspiro pesadamente.
-¡No son tan pequeños!
Dije enfadada, si tenía poco busto pero tampoco eran tan pequeños.
-Son pequeños, Pajarito.
Me guiaré dándole la espalda con indignación.
-Mi Pajarito...- río y me acarició el cabello.
Arregle mi vestido mediante magia él vio lo que hice y me hizo un puchero.
-No te arregles la ropa, estás más hermosa sin nada.
-No puedo andar desnuda por el castillo.
Él sintió divertido ante el comentario.
-Luisan...debemos de comenzar con los preparativos para la danza de espadas.
-Llevas razón Pajarito, vayamos a prepararlo todo.
Volvimos juntos a la salada de reuniones, hablando sobre las ideas que había propuesto yo, decía que necesitaban modificaciones que se ajustarán al presupuesto.
Propuso distintos acertijos para la búsqueda del tesoro, y Luisan otras ideas sobre el torneo de altos cargos.
De vez en cuando, entre nosotros habían besos rápidos cargados de pasión, o caricias delicadas y suaves como la piel de un exquisito melocotón.
Siempre tras cada nuevo rocé nos mirábamos a los ojos intentando descifrar lo que pensaba el cada uno, buscando ese brillo de ilusión en los ojos del otro.
Tras la reunión paseamos por el jardín hablando sobre temas banales, incluso de autenticas tonterías solo para oír un rato más la voz del otro.
Entrada la noche me despedí de Luisan y regrese a casa volando di un giro en el aire observando el cielo estrellado, cinco de estas estrellas.
Se veían mucho más grades, que las otras, se decían que eran los cinco dioses: Iris la diosa de la magia lumínica, Marye la diosa de la magia ígnea, Lorryn el dios de la magia oscura, Nermel el dios de la magia acuática y por último Varru el dios de la magia vital.
Cuando visualice el balcón que daba a mi alcoba descendí delicadamente, vi una figura sentada en el borde, brillaba con una sutil luz plateada. Sabía perfectamente quien era.
-¡Arya!- volé hasta ella y la abrace.
-¡Hola Dela! ¡Por fin llegas!- contestó ella.
Arya era una dragona vendaval, una de mis mejores amigas y mi psicóloga personal. Arya para mi gusto, era realmente hermosa, su pelo era pelirroja y sus ojos eran azul celeste, con un aspecto etéreo como ella misma, sus alas eran plateadas y se reflejaban con la luz, su piel era blanca como los copos de nieve y tenía un gran busto. Pertenecía a una de las familias más influyentes de Vanadar, diría que se trataba de la tercera familia predominare. Dicha familia solo engendraba hembras, ademas Arya era la mensajera real de Hessa, que por cierto eran parientes, concretamente era su prima.
-Dela...oye...-
-¿Que sucede Arya?- pregunté, sabía que le sucedía, estaba siempre igual.
-Pues es que...- las mejillas de Arya adquirieron un color carmesí.
-Problemas con Salamander ¿Verdad?
-¡No tengo problemas con ese imbécil! ¡Es un idiota! ¡Una mariposa salvaje de la pradera!
Me dio un ataque de risa, al oír como lo nombraba.
-Pobre Salamander.
-¡De pobre nada! Es un absoluto imbécil.
Salamander era también uno de mis mejores amigos, a él lo conocí primeramente que Arya. Son bastante extraños, simpre se están peleando, pero yo sé que se gustan.
Salamander era un dragón relámpago pertenecía a la segunda familia más influyente en Vandar: los Devnier, los cuales solo engendraban machos. Él era bastante apuesto, tenía el pelo marrón oscuro, pero rubio en las puntas, sus ojos eran amarillos, pero solo cuando se transformaba en dragón, con su forma híbrida tenía uno marrón y otro ámbar.
-¿En qué puedo ayudarte?
-Pues Dela, es que Salamander y yo nos hemos vuelto a pelear, fue una discusión fuerte.
-¿Y por qué fue la disputa?
-Porque le dije que una cosa era verde y el decía que era azul.
La miré con una cara la cual decía por si sola: "¿De verdad? ¿Enserio?"
-No me mires así...Aquello era verde.
Suspiré.
-No pasa nada, igualmente siempre están discutiendo por tonterías.
Arya me miró seria.
-¡ESO-ERA-VERDE!
Remarcó cada palabra, yo dí un gritito agudo a modo de broma.
-Arya, necesito un favor...
-¿Qué favor?
Le susurre la idea al oído para que me escuchase a la perfección.
-¿Qué dices? ¿Lo harás?
-¡Te ayudaré encantada, Dela!- dijo ella sonriente.
-Pero se lo tienes que decir a Salamander.
-¿Y lo de ella?- preguntó la pelirroja.
-No te preocupes, yo se lo diré mañana, aunque ir volando hasta allí cansa.
-Podemos avisarle ahora mismo. Yo te llevo si quieres.
-¡Sí! ¡Sí! Vamos a verla ahora, llévame mensajera de Vandar.
Extendí los brazos y le dí un beso en la mejilla, luego ella me alzó en brazos e hice el gatio, ronroneando levemente.
Siempre he sido así de cariñosa con mis amigos, me gusta abrazar a las personas que quiero.
-¡Vamos a por la sirena pechugona!- grité.
Arya alzó el vuelo, mientras yo me agarraba a ella con fuerza para no caerme debido a la gran velocidad a la que íbamos. Arya era capaz de cruzar mi reino en cuestión de segundos.
En dos segundos llegamos a nuestro destino: una playa de arena blanca en Kairim.
-¡Dioses Arya! ¡Cada vez vas más rápido!
-Lo sé- dijo la dragona orgullosa.
Se llevó el pelo hacia detrás haciendo un gesto de "Soy fabulosa".
De repente un rayo cruzó el cielo., pero no comenzó a llover.
-Arya ¿Recuerdas quien era capaz de hacer eso?
-Salamander...¿Que hará aquí?
-Seguramente esté con Dara.- respondí esperando que no se enfadara.
-¿¡Con Dara?! Pero...No creo...-tartamudeo la chica con el pelo del color de fuego.
-Voy a llamarla, y veremos si está con ella.
Dibuje una runa azul de llamada. Al instante Dara salió del agua con un salto y volvió a caer en el mar. Nuestra amiga Dara, era una sirena de pelo azul y ojos castaños; sus escamas brillaban con un tono azul marino.
-¡Hola Dela! ¡Hola Arya! Vengan aquí, denme un besito.
Las dos fuimos junto a Dara para darle un beso, en la mejilla. Hoy se encontraba de buen humor, que bien, normalmente está cabreada y creando tormentas en el mar para ahogar a los marineros que intentan ligar con ella.
-Estoy aquí con Salamander.
Dirigí mis ojos hacia Arya asustada, los celos...cuando estaba celosa daba pavor.
-¿Donde está la mariposa Dara?- Arya la miraba con un tic en el ojo por los nervios.
-Esta...- la sirena, no tubo tiempo para responder.
Salamander salió del agua, mientras nos saludaba se acerco hasta nosotras. Estaba totalmente desnudo, ya que tenía la ropa encima de una piedra de la playa. Iba a responder a su saludo, pero no me dio tiempo debido a que Arya dio un grito furiosa.
¿¡Qué haces tú desnudo!? ¡MALDITA MARIPOSA!- gritaba la dragona realmente enfadada.
-¡Yo puedo estar desnudo si quiero!- le rebatió Salamander.
-¡No puedes estar desnudo delante de una chica! ¡Cacho de animal!
-¡Yo hago lo que quiero cuando quiero!- respondió él.
Arya lo miró de forma fulminante.
-¡Aquello era verde!
-¡No, era azul!
-¡Verde!
-¡Azul!
-¡Verde...!- Arya se quedo en total silencio, tenía su mirada puesta en la entrepierna de Salamander- ¡Oh dioses tremendo!
-¡No mires ahí pervertida!
-Es culpa tuya por llevar tus encantos al aire.
-Calla y deja de mirarme el paquete.
-Eso no lo decías anoche cuando te daba todo lo tuyo.
Yo me eche a reír cuando Arya dijo eso.
-Cállate Arya.
Siempre discutían, no era algo que me sorprendiera.
-Bueno Luisan la tiene más grande- comenté en voz alta sin darme cuenta, todos me miraron extrañados.
-¿A que viene eso Dela?- preguntó Salamander.
-Exacto, ¿Por qué eso ahora?- preguntó también Dara.
Quedé totalmente petrificada sin saber que decir.
-Simplemente dijo eso por la de Sal- respondió Arya. salvándome del problema- Que Luisan la tiene titanica ¿Verdad Dela?
Me sonroje súbitamente.
-Sí...- Susurré- Ahora que estamos todos tengo que comunicaros una cosa, Arya ya sabe de que se trata.
Sonreí y comencé a narrarles la idea que rondaba mi mente

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