Al entrar a la biblioteca te busque inmediatamente con la mirada y te encontré sola en una mesa al fondo, haciéndome señas con las manos.
Ibas de negro [como tanto te gusta] estabas leyendo una de tus favoritas de Edgar Allan Poe, Annabel Lee.
Cuando me senté frente a ti dejaste el libro, entonces me hiciste el primer chiste, y el segundo y después los otros.
Nos reímos hasta que decidí hacerte un chiste, nunca he sido bueno para ellos pero no medité en que esta no sería la excepción, una vez terminado me miraste asombrada y dijiste [jamás lo olvidaría]:
"Oh Dios mío Jay, es el peor chiste que he escuchado en la historia" me dijiste simpática.
Y luego reímos al unísono.
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