Cuando casi pierden la cabeza... por unos pelos

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Había convencido a su inútil hermano menor para que alistara sus maletas antes de salir en busca de aventuras, pensó Kratos con una sonrisa. Con lo difícil que era Kori, estaba sorprendido de que hubiera aceptado la orden con algo parecido a la emoción (y muchos nervios, pero eso era previsible considerando que era la primera vez que saldría de la casa).

Armado hasta los dientes, escondió un par de ganzúas dentro de uno de los bolsillos secretos de su chaqueta de cuero mientras esperaba a que su hermano saliese de su habitación. En su bolso llevaba lo necesario: dinero, raciones de comida para tres días, un par de pantalones, un par de calcetines, dos camisetas limpias, tres bóxers, detergente, ungüento desinflamante y vendas. Se había acostumbrado a llevar poco

— Si llama alguno de los tíos, ya sabes qué hacer. No les menciones nada de la misión de Vincent— dijo Kratos, mirando de reojo a Niebla, su neiruni. — Apuesto mi daga favorita a que se pondrían nerviosos si se enterasen que estoy haciendo una prueba para ellos— un escalofrío le recorrió la columna vertebral.

No era agradable ver a sus tíos ansiosos (casi paranoicos) debido a que cuando estaban en ese estado solían tomar medidas muy drásticas, lo que parecía ser una cosa de familia. Su madre, por ejemplo, prefirió vivir en el mundo mundo humano que en Emerald, dejando atrás al resto de su familia para protegerlos a Kori y él del que consideraba un mundo demasiado peligroso para sus hijos. Su padre, Aristotle, fue con ellos, pero no dejó permanentemente Emerald. Formar parte del Consejo de Emerald era muy importante para él, por lo que viajaba entre los mundos como si fuese un simple viaje en avión (y sus poderes de teletransportación hacían que sus viajes interdimensionales fueran incluso más fáciles que un viaje aéreo humano).

Kratos sabía por experiencia propia que la diferencia entre ambos mundos era abismal. Vladilena se había enamorado de la vida mundana, nada de armas, combates y guerras, nada de política daemon e intrigas palaciegas... Estaba claro por qué odiaba el trabajo de su esposo y prefería el mundo humano. Desgraciadamente para ella, ni Aristotle ni Kratos compartían su opinión y era por eso por lo que el muchacho estaba desafiando todo lo que ella le enseñó (comenzando por su decisión de llevar toda su educación secundaria en Zero en lugar de permanecer en casa como Kori) y ahora para irse de lleno en su misión de iniciación en el Gremio.

Miró el nuevo aspecto que Niebla había optado por tomar. Alejado de la luz que entraba por las ventanas parecía un niño emo deprimido.

— No olvides de cerrar las puertas— recordó, caminado de un lado a otro. Si su madre lo viese, habría dejado de lado sus temores y se hubiese reído en su cara por lo ansioso que se veía. Por suerte, Lena y Aristotle ya no estaban cerca para burlarse de su hijo mayor.

Niebla lo miró con escepticismo, frunciendo el ceño ofendido, como diciendo "No soy idiota, Kratos".

— Bien, como sea. Ahora tengo cosas que requieren mi atención más urgentemente, como el lento de mi hermano.... ¡KORI!— gritó a todo en dirección a las escaleras— ¡Deja de maquillarte y baja ahora mismo!

La voz ligeramente chillona de Kori sonó bastante irritada cuando respondió:

— ¡Ya bajo! ¡Y no me estoy maquillando, eso es de chicas! ¡Sólo uso gel para rizos definidos!

Cuando el muchacho se dignó a bajar las escaleras varios minutos después, lo hizo con dificultad pues llevaba una gran mochila y una maleta (con ruedas). Obviamente no había captado el significado de "viaje de mochileros". Además, llevaba el cabello pegajoso por el gel, lentes de sol Ray-Ban, botas Dr. Martens, jeans, camiseta y chaqueta de Levi's... En resumen, estaba vestido para ir a una pasarela, no para una excursión. Kratos tuvo que reprimir un gruñido de frustración.

Las locas y estúpidas aventuras de Kori y Kratos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora