—G-gracias.—dije sosteniendo el paquete.
Los ancianos sonrieron e hicieron a un lado al muchacho.
—Disculpa a mi nieto, él siempre es así. —Sonrió la señora.
—Oh, sí. No hay problema. Pasen, por favor.
Abrí completamente la puerta y me hice a un lado para que pasaran.
Cerré la puerta.Los guíe hasta la sala y deje el paquete en la mesa.
—¿Quieren algo para beber? —dije volviendome hacia ellos — ¿Un té, un café?
—Café, querida. Muchas gracias.
Puse la tetera, seis tazas, seis cucharas y el azúcar.
—¡Papá! ¡Tenemos visitas!—Grité cerca de las escaleras para que oyera.
Luego de dos minutos bajo con mi hermano y nos presentamos.
—Harry Morrison, un placer.—Se presentó papá. —Ellos son Dylan y Mia Morrison, mis hijos.
—Oh, son muy hermosos.—nos alagó la señora. —Son tan parecidos..
—Somos gemelos.—Dijimos al unísono y rodamos los ojos.
—Yo soy Elizabeth O'Connell, un placer. —se presentó. —Él es mi marido; Robert O'Connell y él es mi nieto; Aiden Harrison.
Luego de las presentaciones y de bebernos el café y los pastelitos que ellos habían traído (Sí, lo que había en el paquetito eran pastelitos) hablamos de cosas triviales, todos menos Ayden. Él no pronunció palabra, se limitaba a decir monosílabos cuando su abuela contaba algo y le decía "¿Verdad querido?". Pero más que eso no.
Era extraño, y enigmático pero para nada mi tipo.
—Que familia más extraña ¿Verdad?—acotó Dylan.
—La verdad que sí, algo raros.—Coincidí con mi hermano.
—Yo sólo ví dos abuelitos generosos dando la bienvenida y su nieto.—Comentó papá.
Luego de un momento nos fuimos cada uno a su cuarto.
Yo había elegido él más pequeño de los tres, pero aún así seguía siendo gigante. Lo elegí porque estaba al lado del baño cerca de las escaleras y tenía dos ventanas que daban al patio trasero.
Las paredes eran blancas, sin una mancha. Había una cama de media plaza, un escritorio con un velador del lado derecho, y del lado izquierdo y pegado contra la pared un placard.
La ventana que daba al patio tenía como un sillon pegado.Me acoste en la cama y a los minutos caí en los brazos de Morfeo.
—¡Puedes correr pero no esconderte, Mia! ¡Conozco este pueblo como la palma de mi mano!
Una lluvia torrencial caía sobre mí, la tierra se convirtió en barro. Tropecé y mi cara se llenó de lodo. Mi vista se nublo, me incorporé adolorida y cuando estaba por correr choque contra un par de piernas.
—Oh no, te has portado muy mal, Mia.
No debías huir de mí. ¡Mereces un castigo! Qué tal...¿Tu hígado? No, no.
Tu mano, mejor.Me tomó del brazo y comenzó a arrastrarme por el barro las piedras y las espinas.
Luego de un fuerte dolor de cabeza mi visión se volvió negra.
Abrí los ojos, me encontraba atada de pies a cabeza en una mesa.
No podía moverme, me tenía completamente inmovilizada.
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Hidden.
Mystère / Thriller-Déjame conocerte.-nuestras frentres estaban pagadas y lo único que se oía eran nuestras respiraciones agitadas. -Joder. No quieres hacerlo.-dijo separándose de mí. -Mi verdadero yo está oculto, y así debe permanecer.-dijo alejándose por la oscura c...