Un día cualquiera.

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Faltaba 1 mes para el final del año escolar, otro más de los 15 que han sido horribles, solitarios y dolorosos. Otro año escuchando al profesor hablar de cosas que uno cree entender y se supone que me deberían interesar, otro año más escuchando burlas hacia mí a mis espaldas y tomando evidencia de como les gustaba hacerme sufrir.

No tuve una infancia muy feliz que digamos, siempre he sido objeto de burlas y risas. Nunca me gustó demostrar y revelar a la persona que me agredía que sus abusos me afectaban, por lo que nunca lloro en público y siempre ando con una falsa sonrisa pegada a mi rostro.

Mi nombre es Jimin, por si les interesa, desde que estoy en el jardín infantil he sufrido de constantes abusos por mi manera de ser y expresarme, no importa lo que haga siempre seré objeto de burla, ya sea por mis gustos, mi peinado o por quien soy.

El profesor sigue hablando y hablando, mientras las bolas de papel eran lanzadas de un lado a otro del salón de clases "Otro día rutinario y cílico" solía decir, todos los días eran iguales: Despertaba, iba a la escuela, soportaba las burlas de mis compañeros, salía de la escuela, me golpeaban, llegaba a casa y me encerraba en mi cuarto, todos los días vivía lo mismo.

Sonó el timbre, guardo mis cosas y me pongo los audífunos para aislarme del mundo, estar "solo", olvidarme de lo que pasaba a mi alrededor, de mis pensamientos y estar en paz por unos minutos mientras la música fluye por mi mente, muchas veces me hace recordar historias, sentimientos, a veces para bien y otras para mal.

En los exteriores de la escuela me despido de un compañero mientras este no responde, como siempre "No le hablen al raro" esa era la ley de la escuela y el que la rompía, se unía al grupo de los raros y discriminados hasta que dejaba de relacionarse conmigo y volvía a conformar parte del grupo de "los normales".

Sigo caminando y un compañero me detiene y me dice "Tu no irás tan rápido "rarito", primero jugaremos un poco ¿verdad?, me doy vuelta y veo a todos mis compañeros de clase con palos en las manos y me miraban con una mezcla de odio y diversión. Otro día común, otro día de mierda, otro día en el cual sufrir.

Por fin llego a mi casa, sigilosamente voy al baño y cierro la puerta con pestillo, miré mi cara destruida en el espejo, la sangre caía de mi frente, me dolía todo apenas podía caminar. Me limpio las heridas y las desinfecto como de costumbre, mi espalda sangraba más de lo habitual, espero a que se cierre la herida un poco para luego maquillar los moretones y cortes para ocultarlos.

Me encierro en mi cuarto con la excusa de que tenía mucho que estudiar y que tenía mucho sueño. Me envolví en las cómodas sábanas de mi cama con las luces apagadas. Dolía, dolía mucho, me sentía vacío, aunque no realmente vacío, como si un cuchillo fuera enterrandose cada ves más en mi pecho. Estaba en posición fetal mientras sentía y sentía las lagrimas caian por mi rostro, trantando de aliviar el dolor, el dolor que conlleva vivir, existir, ser uno mismo.

Quería morir, desaparecer, a nadie le importaría, ¿Verdad?, ¿A quién le importaría mi muerte? Solamente existo por exisistir, pero además de querer morir por sobre todas las cosas un miserable sentimiento pasaba por mi cabeza, el miedo, el temor de morir, el sufrir para dejar esta vida y desvanecerme. ¿Valía la pena un último dolor, un último sufrimiento para que este mismo desaparesca? Me odiaba, me odio y me odiaré por aquel miserable debate dentro de mi cabeza. Dolía mucho ese vacío que no se había llenado.

Por haber estado llorando no me percaté de los insultos que gritaba mi madre al otro lado de la puerta, tratándome de flojo, vago, inútil, mal hijo, fracasafo, etc. No me tenía que seguir repitiendo lo que yo ya sabía que era, yo ya aceptaba mi realidad, la cual también odiaba profundamente. Nunca, sin importar o que haga lograré ser alguien ideal para otra persona. Hasta por mi madre soy rechazado y opacado por mis perfectos hermanos, el futuro médico y la futura abogada, mientras tanto yo seré el próximo músico que esté vagando y pidiendo limosna.

"¿¡Por qué nadie me acepta!?, "¿¡Qué hice para merecer el odio de la sociedad!? Me decía a mi mismo constantemente, me odiaba a mi mismo, me daba asco respirar, seguir existiendo, me daba asco estar conciente de ello, pero era simplemente un día como cualquier otro, otro día entre muchos, era un día cualquiera.

•YoonMin•   Recuerdos de luz en la oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora