Ironías

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El aire húmedo llenaba mis pulmones mientras intetaba encender un cigarrillo con mis manos temblorosas.

El frío del viento entumecía mis manos y pies que se encontraban descalzos por mi falta de prudencia, el duro cemento bajo estos estaba húmedo por la típica brisa matutina y la desolada calle en penumbras inspiraba mi lado artístico y melancólico que revivía mis pesares.

La sombra que me rodeaba igualaba mi estado mental, una nube densa que no dejaba ni imaginar un poco de luz.

Miré la luna brillar y a las estrellas también. Había algo mágico en la oscuridad de la noche, algo especial que me hacía sentir como en casa, a pesar de que nunca había tenido una en realidad.

La soledad siempre había sido mi mejor amiga, el vacío inundaba cada espacio de mí y devastaba mis ilusiones, bañandolas de la opaca oscuridad que yo tanto amaba.

El humo del cigarro inundaba mis sentidos y llenaba los espacios vacíos por los ínfimos segundos que podía mantenerlo adentro. Con él salían mis problemas y recuerdos, olvidaba mis conflictos y se llevaba mis miedos.

Me ayudaba a olvidar, a dejar de lado, a hacerme mas daño que es lo que yo mas amaba.

Porque amaba mis problemas casi tanto como ansiaba librarme de ellos.

Amaba mis temores casi tanto como les temía y aún más que nada amaba mis defectos mucho más de lo que algún día pude llegar a quererme a mí misma.

Porque aún más que todo aquello yo amaba odiarme mas de lo que me odiaba a mí misma.

Sonrisas Amargas, Borrosas Y FalsasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora