Capítulo 2

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(Si quieres una mejor lectura y sumergirte en el papel, mientras lees, pon la canción The Moment de Yiruma, empezamos)


De camino a casa, se me ocurrió que podría ser una buena idea volver a pasar por el parque ya visitado esa mañana, ya que no tenía hambre y había sido un día agotador. 

Como siempre, crucé la calle que separaba la principal del Instituto de Secundaria del estado de Hokkaido, y en lugar de seguir por la avenida, giré la quinta esquina para entrar de esta forma en el callejón. Eché un vistazo hacia atrás para comprobar que estaba solo, al parecer, no mucha gente conocía la existencia de aquel paraje. 

Cuando volví la cabeza, otra vez hacia delante, visualicé el puente. Había una persona, allí apoyada, en la baranda de madera. Era un hombre, de lejos no aparentaba mucho más de veinte años y contemplaba los pequeños remolinos que se formaban en el río por  la presión del agua. En aquel momento me hubiese gustado acercarme para verlos yo también pero debido a mi humillante timidez no tuve el suficiente valor para ello. Su pelo hacía contraluz con los rayos de sol que pasaban como estelas entre las hojas de los árboles, creando un sutil tono dorado en este. Sus ojos se podían reflejar en el agua y el verde de sus ojos se intensificaba tanto que incluso se podía percibir a lo lejos, desde el principio del parque. Era extraño que todavía no se hubiese dado cuenta de mi presencia.

"Un momento, yo conozco a ese hombre" pensé, comenzando a ponerme nervioso. Se trataba del nuevo profesor de dibujo artístico, llamado Kayto Noreda. Pero, ¿qué hacía allí? ¿y cómo conocía él ese parque? Si parecía que nunca estuvo allí y hubiese aparecido como por arte de magia. Reuní todas las agallas de mi cuerpo. Mis pies caminaban solos. Uno dio el primer paso, y el otro le siguió hasta llegar a los primeros trozos de madera, desprendidos por la antigüedad de la estructura. 

-Hombre, ¡buenas! Tu eres el chico de antes. ¿Qué haces en este sitio?- se interesó.

-He pasado por aquí esta mañana, a dibujar, por eso he llegado tarde.- me excusé, apoyándome a su lado, en la baranda.- ¿Y usted?

-Estaba volviendo a casa y me ha llamado la atención. Por favor, no me trates de usted -prosiguió- ¿Dibujas? ¡Genial! Si dibujas bien, tendrás mi asignatura asegurada. Aunque este curso se basa más en la perspectiva... Lo siento, te estoy soltando un rollazo.

-No te preocupes, me gusta hablar de dibujo. Solo es un pasatiempo, de momento, pero me gustaría triunfar en la vida siendo pintor, ¡o dibujante de manga!

-Me encanta el arte del dibujo japonés, mi tío se dedicaba a dibujar a todas horas. Podía hacer cincuenta viñetas en solo dos horas. Por desgracia, falleció hace unos siete años. Podrías quedarte después de la clase de mañana, estaría encantado de enseñártelas. 

Durante unos segundos hubo un silencio incómodo, aunque Kayto mantenía una leve sonrisa mientras seguía mirando los remolinos. Tiempo después, seguimos manteniendo la conversación y acepté la propuesta.

Tras haber pasado aproximadamente media hora, el hambre se apoderaba de mí y mis tripas sonaban como si llevase al mismísimo Kraken dentro. Haber estado allí, con aquel individuo, me había alegrado ese largo y pésimo día. Salimos juntos del callejón, él se fue por la avenida mayor y yo seguí la principal. Durante todo el camino recorrido hacia mi casa, una sonrisa como la que antes, en el puente, mi ajeno sostenía, se apoderó de mi rostro. Aparentaba, fácilmente, una niña pre-adolescente, a la que el chico del equipo de fútbol la había invitado al baile de fin de curso. En un caso diferente, obviamente. Aquí no iban a haber besos, ni abrazos. No, por Dios. Solo dos personas, profesor y alumno.

El señor Noreda había despertado de nuevo mis ganas por dibujar, las cuales ya estaba abandonando con el transcurso del tiempo, sobretodo por culpa de exámenes, que me encerraban en mi habitación con un libro pegado a la jeta y una silla al culo. Pasé el resto de lo que quedaba de día solo, tumbado en mi cama y después de varios bocetos, me sumergí en un profundo sueño.

"¿Aún no tienes ni idea de quien es esa persona que te hace feliz y que lo hará por el resto de tu vida? Visualiza. Hay una sombra, una sombra que forma una silueta. Una silueta que forma un hombre. Sí, exacto, un hombre. No tengas miedo, está lejos, por ahora. Pero cuanto más cariño le muestres, más cerca estará de poseer tu corazón. Sé que ahora el terror se apodera de tu cuerpo. Créeme, esta persona no destrozará tu corazón como muchas otras podrían hacer. Esta persona lo cuidará como si fuese el suyo propio, le dará calor y lo querrá por siempre. Cuidado, se va a girar, ¡que no te vea! Se dirige a un puente. Ahora es tu momento, ve a por él. Cada vez se hace más, mucho más grande. 

Y justo, cuando estás a nada de tocarle, la sombra se desvanece."

Me desperté, sudando, tras una pesadilla horrible.

Camino sin destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora