Capítulo 8

25 3 0
                                    

Samuel

Me metí en el baño, y empecé a desvestirme para poder entrar en la ducha. Una vez dentro, no pude evitar pensar en todo lo que había pasado la noche anterior. Bebí tanto, que eso me había hecho ser valiente y hacer aquello que sentía desde hace tiempo.

Después de besar a Cristina, un beso que ella aceptó con gusto, le dije todo lo que había sentido y sentía por ella, todo lo que pensaba que estaba olvidado. Pero pude comprobar que eso no era así. Lo que sentí en ese beso, nunca me había pasado. Ninguna de las chicas con las que he estado, ha hecho que el tiempo se pare a nuestro alrededor como hizo ella.

Cristina consiguió ser la única en mi mente. En realidad siempre lo había sido. Desde que la vi por primera vez hace unos cuantos años. La historia era así.

Cuando estaba en segundo de la eso, Cristian, Víctor y yo, conocimos a tres chicas de primero en el patio. A Cristian le gusto Lorena cuando la vio, así que nos convenció para que nos acercáramos a ellas. Después de ese día, seguimos juntándonos con ellas todos los recreos. De esta forma se formó un grupo. Quedábamos para salir por las tardes y nos ayudábamos unos a otros para estudiar. La gente desde fuera, pensaba que era un grupo de tres parejas. Cristian con Lorena, Víctor con Ángela y Cristina conmigo.

El día que me preguntaron si eso era verdad, me eché a reír. Nunca había pensado que ella y yo pegaremos. Cristian y Lorena si que se habían liado, pero la cosa no fue a más. Por otro lado Víctor y Ángela siempre me habían pegado. Eran los más feuchos del grupo, y podrían haber tenido algo, pero según él la cosa no surgió, a pesar de que Víctor estuvo una temporada por ella. Pero lo de Cris y yo no lo veía. Hasta el día en que me caí de un bicicleta, y ella vino corriendo a ver si estaba bien. Al verla tan cerca y tan preocupada por mí, me di cuenta de que me gustaba. Estuve años por ella, pero me daba miedo decírselo y que ella no me correspondiese. Podría provocar la ruptura del grupo. Y los quería demasiado.

Una vez que los chicos y yo nos fuimos a la universidad y ellas se quedaron allí, dejamos de hablar tanto como antes. De hecho, creo que en el último año, solo he hablado unas cuantas veces con Lorena, y una o dos veces con Cristina. Con Ángela no. No sé porque, pero me daba la sensación de que estaba enfadada conmigo. Ni idea. Cristian y Víctor si que hablaban a veces con ella por Skype. Y en lo que todos coincidían, era en que había sufrido un cambio impresionante. Ellos no paraban de repetirme lo guapa que estaba. Me apunté mentalmente que tenía que llamarla a ver que tal estaba.

Salí de la ducha y me puse una toalla alrededor de la cintura. Cogí otra para poder secarme el pelo, y abrí la puerta del baño para poder ir a mi habitación. Me pare, y empecé a frotar la toalla pequeña contra mi pelo, ya que lo tenia empapado. Unos minutos después, oí un golpe y un grito y levante la mirada. Al hacerlo lo único que vi, fue una chica corriendo. Llevaba el pelo alborotado y los tacones en la mano. Desapareció por la puerta antes de fijarme en ella más.

-¡Oye! -corrí detrás, pero cuando llegue a las escaleras ya no la veía. Si hubiese estado vestido, la habría seguido hasta cogerla. Pero estaba malditamente desnudo. Lo pensé bien, y me dije a mi mismo que esa chica una ladrona no podía ser. Sería la chica con la que había ligado Alonso ayer. Joder con el Alonso. Si que las buscaba buenas.

Extrañamente relacionaba a esa chica con la que había visto en el parque corriendo. No sé si sería por su culo escultural, o por lo poco que había visto de los rasgos de ambas. Di la vuelta cerrando la puerta de la calle, y abrí la de mi habitación. Sonreí al ver la espalda desnuda de Cristina, que seguía profundamente dormida. Empezó a moverse y a parpadear cuando le di un beso en ella.

-¿Samuel? -que bonita era. Hasta recién levantada.

-¿Si? -le pregunte dándole un pico.

-¿Qué hora es? -sonrió.

Tocado Y Hundido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora