Capítulo 1

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Narra Ezequiel

Siente esa felicidad al ver la persona que más amas en el mundo. Sienten esa alegría al verlo reír, esa alegría al saber que fuiste el que provocó su risa. Sienten ese calorcito de satisfacción en el alma, al verlo prestándote toda su atención cuando le hablas, y de lo que le hablas es totalmente aburrido y sin sentido. Sienten ese amor que te transmite al besarte, ese amor que te hace sentir pleno. Sienten que cuando te abraza, te sentís en casa. Sienten... sienten como se acelera tu corazón cuando te mira como si fueras lo más importante que tiene ¿Lo sienten? Porque yo lo siento, lo siento cada día que estoy junto a él.

-Valen –lo sacudí- vas a llegar tarde al trabajo. –Él se quejó y se escondió debajo de la almohada. Son exactamente las 7 de la mañana- Dale, amor- dejé besitos en su espalda, sentí como se estremeció.- Te hice el desayuno.

-¿Si? –Se giró sacando la almohada de su cara y me miró con sus ojos hinchados por tanto dormir. Asentí a su pregunta- Gracias –estiró su boca en forma de pico, pidiendo un beso-

-No, no hay beso. Aliento mañanero –me reí cuando se quejó-

-Pero vení acá- me tiró desde mi brazo y caí encima de él -

-Que bruto sos –me quejé. Pasó sus manos por mi cintura, apretándome hacia él.-

- Nunca, pero nunca se me niega un beso. No, no –me reí.-

-Exagerado – rebolee los ojos. – Lávate los dientes y te beso todo lo que quieras.

-Quiero ahora, bebé. –Posó su mano en mí nunca y la empujó para chocar nuestras bocas. En un beso que se me antojó delicioso. – Mmmm –murmuró dentro del beso- Tienes gusto a café. –Se separó dejando besos cortos- Ahora ya tengo la energía que necesitaba.

-Tonto –reí y besé su mano que antes había acariciado mi mejilla. – Te espero abajo, no tardes. – Me levanté y Valentín aprovechó para darme una palmada en mi cola- ¡Hey! - me quejé riendo-

Bajé todavía riéndome y me adentré a la cocina. Controlé que el café estuviera caliente y serví en dos tazas. Coloqué una de las tazas en la mesada junto a las tostadas, manteca y las mermeladas de dos distintos sabores. Me asomé a la pequeña ventana que tiene nuestra cocina, mirando cómo se movían constantemente los árboles por el viento. Afuera hace bastante frío, aunque el sol se está asomando.

Acaricié con las yemas de mis dedos la taza, ésta tiene una foto impresa de Valentín y yo, estamos los dos haciendo caras raras. Me la regaló hace tres años para un aniversario. Tomé un sorbo de café y gemí por lo bien que se sentía lo caliente en mi garganta. Me había hecho adicto a la cafeína, cualquier cosa que tuviera café, estaba bien para mí. Me siento tan a gusto en este momento, no puedo creer todo lo que construimos con Valentín, y todo lo que nos falta construir. Llevamos aproximadamente 8 años juntos y 3 de casados. Y la verdad es que no me puedo quejar, es un esposo maravilloso, con él nunca me aburro. Es como si fuéramos dos adolescentes en pleno noviazgo. Recuerdo como si fuera ayer, cuando me pidió casamiento, fue tan jodidamente perfecto. No fue lo típico romántico, no...solo fue perfecto.

...

Nos encontramos con Valentín cenando en un restaurante muy bonito, nuestra mesa se encuentra junto a un gran ventanal, tiene una vista estupenda que da hacia el mar. La noche está toda estrellada, es una noche maravillosa. Hoy cumplíamos 4 años de estar juntos y nada mejor que festejarlo con una cena y después una caminata en la playa. El restaurante estaba adornado de blanco y negro, no está demasiado iluminado y me encanta que sea así. Se escuchaba un poco de música de fondo, música cálida y tranquila. El lugar estaba completamente lleno, pero no había ese bullicio molesto. Todo es muy relajado.

Más allá de lo InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora