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Daraney estaba frente a mi, con un cuchillos cocina en su mano derecha.

No tenía escapatoria, estaba contra la pared y ella a escasos pasos de mi. Aún no comprendo como esa chica tan dulce e inocente que conocí se convirtió en una completa desequilibrada mental, casi me parece algo irreal y en lo más profundo de mi ser, allí donde se esconden los últimos restos de mi humanidad, me dolía verla así y saber que yo soy el culpable.

-¿Es qué acaso piensas matarme preciosa?- dije alzando un poco la voz, ya no podía hacer nada más que tratar de ganar tiempo, con la esperanza de que mi mente se iluminada con alguna idea para salir de esta incómoda posición.

-Claro que no, la muerte es lo que deseas, es tu mayor anhelo- hizo una pausa mientras observaba con admiración el cuchillo en su mano y pasaba el dedo índice de su mano izquierda por el tipo de este. Luego volvió a mirarme con una sonrisa diabólica en su alguna vez adorable rostro- y yo jamás te daría tal satisfacción- finalizó.

-¿Y por qué desearía yo la muerte cariño?- pregunté en un tono claramente de burla.

Sus ojos perdieron el brillo de la locura dejando ver ahora un mar inmenso de tristeza oculto tras una fría mirada.

-¿Por qué?- sonrió con tristeza- porque no todo fue una mentira, alguna vez me amaste como yo a ti, pero tu miedo fue mayor, fuiste un cobarde- hablaba con rabia, sus ojos estaban cristalizado pero estaba seguro que ni una sola lágrima escaparia de ellos, su cuerpo temblaba tratando de controlar toda esa ira, todo ese rencor que guardaba desde hace tanto tiempo. De pronto una sonrisa de instaló en sus labios y sus ojos me miraron con mayor intensidad- y ahora sientes la culpa de haberme convertido en lo que soy hoy, una desquiciada, una persona que no fue lo suficientemente fuerte para soportar el dolor de tu traición- su voz tenía una fría calma, pero sus ojos me decían todo lo que sus labios callaban.

Y era cierto siento esa culpa como una espina que cada vez se entierra más, provocando un dolor permanente, y era cierto la ame, pero no lo supe hasta ahora que la veo destrozada, es la unica persona que he amado en toda mi vida, pero ya no hay lugar para un "nosotros" en este mundo, ambos somos unos desquiciados, estamos rotos y nisiquiera juntos hacemos un ser completo.

Ella tomo aire mirando hacia el suelo con tristeza y luego alzó su rostro con una sonrisa llena de burla.

-Escuchas todas las acusaciones de tu conciencia, lo sé, sientes que estas al borde de la locura, pero amor, aún no has conocido ni lo más mínimo de lo que es la verdadera locura, pero tranquilo, yo me encargaré de mostrartela, conocerás todo el infierno en el que yo he vivido desde aquel día- cerró sus ojos un momento y luego avanzó hasta mi.

Fueron los cinco segundos más largos de mi existencia, vi toda mi vida pasar frente a mis ojos, me arrepentí de todas las atrocidades que he cometido, en especial por no haberme quedado junto a ella.

Cuando se encontraba a sólo centímetros de mi tomé la mano con la que sostenía el cuchillo y lo clavé en mi abdomen, la tomé de la cintura antes de que pudiera reaccionar y la pegué a mi cuerpo, para susurrar en su oído:

- Perdóname- me costo más de lo que esperaba pronunciar aquella palabra- por todo- terminé y clavé en su costado una daga que escondia en mi espalda.
- Te perdono Derek- contestó y una lágrima se escapó de sus ojos resbalando por su mejilla hasta llegar al mentón, callendo luego sobre mi hombro.

Entonces sentí como mi alma era consolada por aquellas palabras, mi ser se llenó de aquello que jamás había sentido: paz.

- Te amo- articulé casi sin aliento, tratando de sonreír.
- Y yo a ti- contestó en un susurro, con una sonrisa triste y sus ojos llenos de ternura tal como los recordaba.
- En nuestra próxima vida prometo no fallarte- dije mirando maravillado aquellos ojos que vuelven a brillar con alegría.

Y allí encerrados en cuatro frías paredes, nuestra sangre mezclándose a nuestros pies, compartíamos el último beso mientras agonizabamos.

Natalia.

Muchas, muchas, muchísimas gracias por leer.

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