Capítulo Tres.

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Terminé internada por dos semanas en el hospital para recuperarme de mi supuesto intento suicida y para que todos se aseguraran de que no volvería a pasar.

-Eleanor no querría eso, ella querría que continuaras tu vida y cumplieras tus sueños.- Claro, porque usted si que la conocía.

En las dos semanas que llevaba aquí muchos me habían venido a visitar, a decirme lo valiosa que era la vida y recordarme que habían muchas personas que me querían y asegurándome que no estaba sola.

Incluso las idiotas que se burlaban de Eleanor y de mi aparecieron comportándose como si fuéramos mejores amigas. Trajeron revistas y empezaron a hablar sobre ellas, lo geniales que eran e indirectamente lo miserable que era yo.

Por supuesto pase los primeros días negando que había intentado suicidarme pero me di cuenta que entre más decía lo que en verdad había ocurrido más tiempo me mantendrían allí.

El último día llego Matheo, él era un chico de último año amigo de Eleanor que algunas veces se sentaba con nosotras en la cafetería.

Recuerdo una vez que Eleanor le llamó a sus padres diciendo que iría conmigo al centro comercial y terminamos en casa de Matheo jugando verdad o reto. Recuerdo que me retaron a ir a la tienda a robarme una barra de chocolate. Al regresar y entrar por la puerta principal escuché como ambos discutían en la cocina.

-¡No puedes decírselo!-la voz de Matheo era desesperada- Tienes que asegurarte que sea de confiar y ni una palabra a tus padres.

Eleanor luego me explicó que no quería que sus padres se enteraran que estuvimos en casa de nuestro nuevo amigo. Me gusto saber que tenía otro amigo.

Matheo me agradaba, nos invitaba a veces a el cine o íbamos a la feria con él. Eleanor se ponía muy mandona cuando estaba con él: Alaska ve por palomitas, Alaska ve a buscarnos los boletos, Alaska dejanos solos un momento, blah, blah, blah.

Mi mamá, mi papá y Matheo me acompañaron hasta afuera del hospital. Vi el carro de los papás de Eleanor en el estacionamiento, cuando pregunté mi papá dijo que los padres de Eleanor me llevarían a almorzar e invitaron a Matheo.

-¿Puedo hablar con Alaska un momento?-preguntó Matheo quién sin esperar respuesta mia o de mis padres me tomó por los hombros empujandome lejos.

Yo era tímida y Matheo era un chico mucho mayor así que a pesar de todo no tenía mucha confianza con él y mi voz siempre temblaba al hablarle, ni siquiera podía verlo a los ojos por mucho tiempo.

-No puedes volver a hacerlo, entiendes? Eleanor ya no esta y se que la querías mucho y yo también lo hacía pero por favor prometeme que no lo volverás a hacer. Hazlo por mi.

-¿No te vas a quedar?-recordé lo que me pidió Alaska y lo que él le dijo a ella.

Ni una palabra a tus padres.

-Prometelo, Alaska.

-Lo prometo.

-Iré a visitarte, te llevaré al cine. Te veo pronto.

Y se fue.

Esa tarde la pasé con los papás de Eleanor, cuando paramos por helados me dijeron que me devolverían uno de mis regalos hacía su hija un collar con un pequeño corazón y me pidieron que me lo pusiera siempre como Eleanor, para que jamás olvidará lo que signifique para ella.

Acepté, por supuesto. Lo único que me confundía era que Matheo le había regalado el collar, no yo.

Cycle Of A Murderer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora