La misma piedra - Leo & Piscis

1.5K 74 13
                                    




He tropezado de nuevo...

              Con la misma piedra.

No, no la misma piedra. Con dos piedras iguales.

Me di cuenta hasta ahora, tal vez no es una simple coincidencia. Sin embargo debo tener cuidado...


— ¡Leo!, ¡apresúrate!, ¡ya van a ser las seis!—gritó mi mamá.

— ¡Ya voy, mamá!—ni siquiera me había peinado, va a matarme.





--------------------------------------------------------------

— ¿Listo, hijo?

— Listo. —dije y bajé para asomarme a ver por la ventana si ya había llegado alguien.


---------------------------------------------------------------


De repente me enamoro, coincidimos, aparece ella, mi corazón se rompe, lo finalizan, y luego... ¿Me olvidas?....No entiendo qué fue lo que sucedió.

Pienso mientras el auto avanza, a una fiesta, pero...realmente no tengo ganas de ir, mamá no me dijo todo al respecto.

No es momento para llorar, no ahora.

El rimel. ¡El rimel!

Bien, pude evitarlo.


No. El auto ya paró, estupendo, bravo, estupendo, justo aquí.

Estoy demasiado nerviosa, mejor no me bajo.

— ¡Leo!—rodé los ojos y bajé rápido cerrando los ojos fuertemente y diciéndome en voz baja que me tranquilizara, que todo estaría bien.

Pasé por esa puerta, fui valiente y abrí los ojos, su casa...estaba un poco diferente.

Escuché su voz, las piernas me comenzaron a temblar y sentí muchos deseos de salir corriendo...hasta que me miró.

----------------------------------------------------

Sin pronunciar algún sonido la vi, la miré quieto sin sorprenderme bastante. Digamos que ha crecido un poco.

Le sonreí de lado y vi como se puso roja. Reí levemente sin apartar mi vista de ella, parecía que si no decía algo se quedaría ahí para siempre, pero mi madre fue en dirección a ella desde la cocina para saludarla.

— ¡Leo!, ¿cómo estás?

— B-Bien... ¿y usted?...

Miró en mi dirección, luego volvió a ver a Leo y rió. Eso nos hizo dudar y verla comenzando a avergonzarnos.

— Bueno, los dejo solos.—sonrió y volvió a la cocina.


Luego entraron la madre de Leo y su hermana, también saludaron.

— E-Eh...

— Y bueno... ¿Quieres ir arriba?—pregunté un poco nervioso.

— Es...tá bien—la guié hasta el segundo piso de la casa y le mostré un aparato de radio que teníamos desde hace tiempo y usábamos como si fuera una bocina.

— Oye, ¿recuerdas ese musical que hicimos en la escuela?


Narra Leo

¿Cómo olvidarlo?... Fue hermoso. Me daba mucha nostalgia recordar aquellos días... Ay, sentí que estaba escribiendo una historia en mi cabeza.

— Oye, Leo...

Pequeñas historias con Piscis (cerrado)_Donde viven las historias. Descúbrelo ahora