Una pincelada, un trazo. Sus manos vagaban de forma libre por aquel lienzo que ahora lo cautivaba. Una jaula contenía el objeto de sus deseos durmiendo plácidamente en un lecho de plumas. Dejo caer el pincel en el recipiente con agua y observo como su nueva obra maestra brillaba con luz propia. No sé equivoco al creer que Seung era la musa que necesitaba, hace mucho tiempo no tenía una tarde tan productiva como la de hoy. Sonrío dándole un último vistazo y se levantó para ir a buscar algo de comer.
El periódico del día de hoy hablaba sobre su exposición. Algunos mal llamados críticos de arte se atrevían a tratar de explicar sus obras. Otros más osados, le comparaban con artistas contemporáneos de mayor renombre y los más inescrupulosos trataban de averiguar por el paradero de sus musas, las cuales para nadie era un secreto se encontraban fuera del ojo público hace mucho tiempo.
Amelia lo observaba con recelo desde el otro lado del escritorio mientras leía esas ridiculeces, la conocía hace demasiado tiempo como para saber que tenía algo que preguntarle. Dejo el periódico a un lado y arqueando una de sus cejas espero paciente a que hablara.
Un bufido molesto salió de la boca de la rubia al saberse atrapada, noto como cruzo sus piernas sin delicadeza y con una mirada reprobatoria abrió la boca.
--¿Quién era el chico del otro día Seung?—Pregunto con desdén
Sonrió – Alguien muy interesante. Espero que se convierta en mi próxima musa—
--¿Eso es todo?, ¿Lo conocías de antes?, ¿Sabes por lo menos como se llama?—Inquirió la rubia mostrando su descontento.
--No me gustaría tener que recordarte tu lugar Amelia. Mi vida personal se encuentra fuera de control o supervisión, como te gusta decir. ¿He sido claro?—Sus ojos se tornaron fríos esperando respuesta.
--Solo me preocupo por ti. Tu bien sabes que hay muchos busca fortuna y fama por ahí. Sabes que velar por tu bienestar es lo más importante para mí—Intenta sonreír.
--Ese enamoramiento tuyo, no te va a llevar a ninguna parte. ¿El hecho de que me gusten los hombres, no es una razón suficiente para que dejes de tratar de inmiscuirte en mi vida? – Se levantó de silla mientras la observaba fijamente.
--Lo mejor es que me vaya. Gracias por atenderme el día de hoy Seung—La rubia le imito y camino hacia la puerta sin detenerse.
--Adiós Amelia—Noto como su cuerpo se perdí por el pasillo.
Soltó un bufido molesto, por lo visto la situación continuaba igual que años atrás. Si Amelia no fuera tan eficiente en verdad la hubiera despedido en el instante en el que se enteró que ella estaba enamorada de él. Parecía que los gustos sexuales diferentes, solo hacían que ella se empeñara más en el hacer indispensable para él y de esa forma conseguir su atención. Ni siquiera era tentador el acariciar a una mujer, esa chica estaba perdida.
Limpiaba sus manos contra su pantalón, transpiraba como animal de corral. ¡No era justo!, ¿Por qué le tenían que pasar todas las cosas malas a él?, ¿Y si inventaba una excusa en la universidad?, ¿El decano Yang lo descubriría?, en este instante la puerta de caoba se le hacía demasiado tentadora para agarrarse a golpes. Dándose un par de palmadas en las mejillas, trago duro y se dispuso a tocar el timbre de la villa, dirigió su dedo a la puerta cuando esta se abrió y cruzo por ella una hermosa rubia. Su brazo quedo estirado al verse sorprendido por la fuerte mirada de la mirada de la mujer. Ahora conocía de primera mano el dicho "Sí las miradas mataran", sentía como era escrutado por el par de ojos azules más fríos que había visto. Esa mujer transpiraba seguridad y soberbia por cada poro de su piel de porcelana. Respiro fuerte y sacando la mejor sonrisa de su repertorio saludo a la rubia.
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Fanfiction"No hay ni una sola historia de amor real que tenga un final feliz. Si es amor, no tendrá final. Y sí lo tiene no será feliz" Anónimo.