Realidad

238 27 16
                                    

Que alguien me diera un golpe, debí haberme golpeado la cabeza en el algún momento, frente a mi estaba Choi Seung Hyun, con sus ojos color ónix, mandíbula cincelada y nos labios que provocaban el prensarse de ellos para beber hasta saciarse, si es que eso era humanamente posible, quería gritar, dar brincos por toda la habitación, pero entonces de nuevo los recuerdos de lo que ocurrió en la galería me golpeaban y la emoción se convertía en vergüenza. Mientras él ordenaba a sus sirvientes, yo preste atención al lugar donde me encontraba, era una habitación muy lujosa, algo lúgubre la verdad, todo era de colores oscuros, la decoración parecía europea y nos cuantos cuadros pos-modernistas adornaban las paredes, algo contradictorio, deje que mis ojos vagaran por la habitación cuando una suave caricia en mi rostro me saco de mis pensamientos, me encontré de nuevo con esos hermosos ojos, sin saber cómo ni porque empecé a inclinarme hacia él, cuando mi bolsillo vibro para luego sonar estridentemente, el sonido me hizo acomodarme y me lance a responder mi celular, el identificar de llamadas indicaba que era mi profesor de pintura, respondí haciendo caso omiso a mi acompañante, al profesor Hoon no le gustaba que lo hicieran esperar.

--Profesor Hoon, buena tarde, ¿En lo que lo puedo ayudar?—respondí demasiado acelerado—

--¡¿Se puede saber dónde demonios estas Seung?!, tenías que haber llegado para la clase de las cinco, son más de las seis treinta y ni siquiera un mensaje excusándote—

--Mierda—Profesor yo... Lo lamento, perdí la noción del tiempo, en verdad no era mi intensión perdóneme—me inclinaba pidiendo perdón aunque él no estuviera frente a mí—

--No quiero escuchar tus excusas, tienes treinta minutos para llegar a la clase de siete, si no llegas pasare el reporte a la decanatura, ¿De qué me sirve tener un monitor si este no se presenta—Corta la llamada—

--¡Rayos, me va a matar!—

Levantándome a una velocidad alarmante, salí corriendo de la habitación donde me encontraba, tras de mi podía escuchar a alguien llamándome pero no preste atención, solo me interesaba poder llegar a tiempo a la clase, si me reportaban todos mis esfuerzos para la beca de posgrado se irían a la mierda, sin saber por dónde andar, corrí por los pasillos como alma que lleva el diablo, llegue a unas escaleras en forma de caracol, bajándolas de dos en dos, al finalizar divise una gran puerta de madera y aun lado mis zapatos, me lance sobre ellos, poniéndomelos a medias, aun sin estabilidad estire mi mano para tomar la manila de la puerta cuando mi cuerpo fue halado hacia atrás, mi cabeza se estrelló contra una pared suave dejándome aturdido, levante mi rostro para ver a Seung serio frente a mí, --Mierda-- , olvide que no sabía dónde estaba, el calor inundo mi rostro y como si él quemara salte hacia atrás, el viejo reloj de pared tras su espalda sonó, tenía solo veinte minutos para llegar, sin saber que más hacer, me disculpe y salí corriendo de la casa, las lágrimas bajaban por mis mejillas cuando logre llegar a una parada de autobús y tomar un taxi.

Me encontraba paralizado frente a la puerta de mi casa, mi musa acababa de huir de mis brazos como si yo le provocara asco, no sabía que había ocurrido, en un instante lo tenía a mi lado, luego esa llamada de quien sabe quién y todo cambio, parecía un niño después de comer dulces, esta eufórico tanto así que ignoro mis llamados, de nada me sirvió el perseguirlo, atravesó la puerta tan pronto como pudo, mi pecho dolió al recordar que antes había pasado por algo similar, pude ver su silueta caminando a través de la puerta sin mirar atrás, dejando en este mismo lugar, con el corazón hecho pedazos, me gire solo para ver a mi mayordomo de pie junto a la escalera, camine pasando por su lado sin verlo a la cara –Cancela la cena— continúe con mi camino y me encerré en mi estudio.

ArtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora