III. Arboreto.

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Allá ustedes, si creen que mi actitud no vale la pena o no tiene nada de lógica refiriéndose a un chico a la cual no conozco. Pero déjenme decirles que las mejores cosas son cuando no tienen lógica, ni sentido, ni explicación. Es posible que esto no resulte bien, que no tenga ningún principio ni un final, o puede que sí; independiente de todo, hay que agradecer lo que no fue y hay que vivir con ello.

Sencillamente, cuando algo despierta interés en mí y me propongo una meta, lucho por ella hasta al final, moviendo cielo, mar y tierra hasta conseguirlo, porque si no lo hago yo, ¿quién lo hace? El universo no lo hace, y yo no soy de esas personas que se quedan sentadas con los brazos cruzados esperando las cosas. No, no, claro que no. Es una misma que con valentía y esfuerzo logra que las cosas sucedan. La vergüenza y el miedo sólo hace que se pierdan las oportunidades y yo no me perderé esta, tanto no he hecho y luego arrepentido, que lo sigo manteniendo presente en cada momento como lección de vida.

Así que aquí estoy, corriendo como una niña buscándolo entre la frondosa y espectacular flora y, por otro lado, escuchando y apreciando la fauna aviaria del lugar.

Me dediqué a irme por el sector dónde se encontraban los árboles con la fija idea de encontrarlo como la primera vez en que lo conocí, junto a un árbol rescatando un nido. Es estúpido que se repita aquello, lo sé, pero ¿qué más da? Todas las probabilidades en ese instante tienen el mismo valor y sirven.

Por ello, pasé por un camino rodeado de Álamos, luego caminé entre Robles, Arces, Cerezos, y no me pregunten más, son los únicos árboles que sé e identifico en botánica.

Lamentablemente, no he dado con él.

Igualmente continué en su búsqueda, sin darme por vencida y con una gran fuerza de voluntad, aunque por dentro solamente quería irme a casa y abrazar mi almohada. Me siento tan triste y fracasada, que los millones de pensamientos negativos que pasan por mi mente no ayudan de mucho, así que trataba de reprimirlos.

Decidí rodear toda la laguna de los lotos para distraerme un momento y luego continúe mi camino hacia el sector de la flora en donde magnolios, azaleas y lirios me dieron la bienvenida.

Si les soy sincera, pasar entre tanto color y parejas besándose me deprimía más de cierta manera. Incluso, llegué a enfurecerme cuando se me cruzó el pensamiento sobre él paseando con alguna chica de la mano mientras se hacen cariño.

Menos mal toda suposición llegó hasta ahí cuando de una vez por todas le vi cerca de un arbusto con flores pequeñas blancas. Como siempre, apartado de la multitud y para mi gusto, solo.

Se ve tan increíblemente tentable, su presencia me cautiva de una manera inexplicable. Es inquietante, y como dije, las mejores cosas son cuando no tienen lógica ni explicación, y yo quiero que él sea parte de mi vida.

¿De qué manera? Ahí lo veremos.

Entonces, me senté detrás de un arbusto a casi diez metros aproximadamente de él y le vi durante lo que parecieron segundos, pero fueron horas. Toda una tarde viéndole como con una red para cazar insectos -nuevamente el chico me sorprendía de sobremanera- atrapaba y capturaba a estos, abría su libro para estudiarlos con suma concentración, le sacaba una foto -en un momento llegué a asustarme cuando apuntó la cámara hacia mi dirección y descubriera que lo espiaba- y posteriormente a algunos los liberaba y otros en cambio después de hacer no sé qué con un frasco, los fijaba con un alfiler en una caja de madera con plumabit.

Durante el transcurso de la tarde me emocionaba tanto como él cuando gritaba: ¡Odonata!, ¡Pompilidae! O ¡Lepidópteros! Al ver un insecto de esa categoría e ir tras de él con suma rapidez y precisión que a veces llegaba a tropezarse o a caerse -lo que me daba risa. Sí, soy mala-, al igual que me decepcionaba cuando no podía capturarlos o no encontraba los que quería, que según lo escuché refunfuñar serían los coleópteros.

En resumen, hoy el chico me hizo pasar un buen momento indirectamente. Me hizo reír, enojarme, sorprenderme, preocuparme, enorgullecerme... Entre tantas emociones, que siento que mi pecho explotará con tantos sentimientos.

El chico era una caja de sorpresas, me imagino que su familia debe estar tan orgullosa de él como yo lo hago.

Cuando se hizo de noche, el chico dio por terminado su trabajo o quizás hobbie, y tomó sus cosas para largarse de ahí. Yo sin duda lo seguí, si lo espiaba todo el santo día tenía que terminar haciéndolo, ¿no? Así que ahora con más discreción que antes hice todo el trayecto que realizó hasta que llegamos al lugar en donde lo vi por primera vez.

La costanera. Y se dirigió a ese árbol.

Le vi torpemente desde una distancia algo BASTANTE lejos, sólo pude divisar como revisaba y se aseguraba de un lado a otro del árbol si el nido estaba bien y cuando terminó, hizo exactamente lo mismo que ese día, por mi parte estúpidamente volví a repetí la misma actitud de ese día y me enojé conmigo misma por bruta.

Al menos ahora sé a qué lugar regresar para verlo.



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