Me sentía plenamente feliz. El hecho de poder regresar y ser yo misma. Me sentía completa. No sentía ahora ningún vacío ni preocupación.
Estaba ansiosa de regresar lo más pronto posible.
-Señorita Sofia. Pase por aquí por favor.-dijo un señor del cual no sabia su nombre.
Su rostro denotaba por lo menos unos 50 años. Tenia ojos profundamente cafés y con una expresión de sabiduría. En su cabello ondulado se podían vislumbrar unas cuántas canas.
-Sientese.-dijo señalando una silla que estaba frente a un gran escritorio color negro. Toda la habitación era blanca. Con muchas fotografias al rededor.
Me gustaba era bastante acogedora esa habitación. Y cuando tomé asiento. Juro que era la mejor sensación que no sentía en mucho tiempo. Inclusive podría quedarme dormida ahí y al despertar me sentaría muy relajada. Pero me estoy desviando he venido a algo importante.
-Bueno. Esto no es algo que se haga todos los días. Ya que he revisado sus antecedentes y resultas ser una persona digna de concebir esta oportunidad- lo dijo con una sonrisa tranquila que mostraba su perfecta dentadura.
- Gracias. En verdad me gustaría regresar señor...-no sabía como nombrarlo ya que aún no tenía conocimiento de su nombre.
- No por favor no me digas señor. Llámame Antonio.- dijo posando su mano en frente de mi para así tomarla y presentarnos formalmente.
Y eso fue lo que hice. Estreche su mano con una pequeña sonrisa.
-Esta bien es hora. Necesito que duermas. Al dormir tu pensarás que es un sueño pero tu volverás a estar viva. Cuando se cumpla el lapso de tres dias decidiremos si tu lugar es halla o aquí. ¿De acuerdo?- lo dijo como si fuera lo más normal del mundo. Mientras yo muero interiormente por tratar de asimilar cada parte de lo mencionado.
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Después de cenar. Me dediqué a ordenar la habitación que ocupé. No me gustaría que vieran que soy desordenada.
Estaba tarareando una canción. Cuando alguien llamaba la puerta.
Fui a abrir sin preguntar quien. Y no era nadie más que Sebastián.
-Hola. ¿Se puede?-dijo algo triste.
- Si claro. Adelante.- me hice a un lado para que su musculoso y trabajado cuerpo pasará.
- Y bien. ¿Que sucede?
Sólo se limitó a suspirar con la mirada fija en el piso. Absorto en sus pensamientos.
- Te iras- dice sin más.
- ¡Si!- dije inmensamente feliz. Y realmente lo estaba. Aun que antes de dormir tendría que asignar a la persona a la cual ayudar. Y eso sería agotador.
- Bueno sólo venía a despedirme de ti.- dijo ahora viendo fijamente mis ojos. Como si quisiera una respuesta.
- Ahmm si sólo que no se por que. Digo realmente no nos conociamos- dije nerviosa.
-Si es cierto...- luego de eso salió rápidamente azotando la puerta.
Uy, que genio. Y luego dicen que las mujeres somos complicadas.
-Bien, veamos.- Tomé el celular que me prestaron para checar a ciertas personas que tengan la necesidad de ser ayudados.
Depresión por asesinar esposa...
No desde y luego que no. Que clase de persona resulta ser esa. Continué leyendo.
Vacío por pérdida de hijo...
Me llama la atención. Ayudar a una persona que a perdido lo más lindo en la vida.
Cheque su perfil.
Nombre: Santiago Stevenson Hutcherson.
Edad: 24 años.
Nacionalidad: Americana.
Lugar actual de residencia: New York.
Estado civil: Soltero.
Antecedente: Chico arrogante y engreído a los 19 años.
Posteriormente su madre le pidió casarse. Su esposa obseionada con tener una figura espectacular.Pero a él le siempre le agradó el hecho de tener un bebé. Ella quedó embarazada pero se provocó un aborto. Eso fue debastador para él. Ya que era su mayor sueño. Ella ya no le ponía atención a él. Siempre discutían por lo que había hecho. Él finalmente pidió el divorcio. Ella sin más se lo dio.
Ahora es soltero y lo más importante para él es el trabajo.
-Wow. Si que es algo intenso. Decidido, es él. Aparte que es guapo.
Se escuchó un estruendo en la puerta de mi habitación. De inmediato me levantó de la cama para saber quién era.
Pero no había nadie.
Que extraño.
Cerré la puerta. Me recoste recordando lo lindo que son los ojos de Santiago. Y no supe a que hora pero me quedé perdidamente dormida.
❤
