[Capitulo 2] Un cuerpo vacío

493 34 4
                                    

Autora original
Lilian Everdeen

.




Me quito la ropa y me sumerjo en el agua.

El contraste del agua fría del lago con los calurosos rayos del sol es placentero. Sin embargo sigo notando que me falta algo.

Continúo dándole vueltas a la conversación de ayer con Johanna. No pensando seriamente en lo que dijo, sino en la vergüenza que me hizo pasar. Aún estaba atónita. ¿Me había insinuado que tuviera relaciones sexuales con Peeta? Tengo una lista de razones por las que pensar en que Johanna debería volver al psicólogo.

En primer lugar, Peeta tampoco ha ido a desayunar hoy, con lo cual sigue sin hablarme por un motivo que desconozco. El caso es que no quiere verme. En segundo lugar, ¿cómo podría llegar a tener intimidad con él? No fui capaz de ver a verle desnudo en nuestros primeros Juegos del Hambre, ni siquiera para algo tan inofensivo como lavar su ropa. Aún recuerdo sus palabras cuando me llamó "inocente" y "pura". Y en tercer lugar, ¿por qué debería de pensar en ello? Él y yo no somos ni amigos en este momento. En el pasado compartimos millones de besos pero no tuvimos una intimidad real.

Pero sí hay algo de razón en las palabras de Johanna. Y es que en los besos que Peeta me dio en la playa y ese beso en la cueva... sí, pude olvidarme de todo lo demás.

Pero fueron tan solo unos vagos instantes que se fueron tan pronto como vinieron, ni si quiera pude disfrutarlos tanto como en su momento hubiese querido.

Me doy otro chapuzón ya que siento que se me enciende la cara.

[]

Cuando veo a Peeta en mi puerta aquella tarde no hago por evitar que mis ojos muestren sorpresa. Él se queda parado sin decir nada, a lo mejor está esperando a que le deje pasar. Solo se me queda mirando fijamente.

−¿Seguimos con el libro?

Yo asiento, quito la sorpresa de mi cara y me aparto para dejarle entrar.

Hoy no sé qué le pasa. A lo mejor son imaginaciones mías, pero noto sus ojos azules observándome todo el tiempo, es como si me estuviera investigando. Casi como si me estuviera analizando. No sé si girarme y devolverle la mirada o preguntarle si le pasa algo. Al final hago las dos cosas.

−¿Qué pasa?

No responde, sigue observándome detenidamente... hasta noto que entrecierra más los ojos. Me está poniendo nerviosa, pero espero a que me responda. Al final tan solo suspira y niega con la cabeza.

−No es nada.

Me encojo de hombros y decido no pensar en ello. Volvemos a pintar el libro hasta que se hacen las seis de la tarde y Peeta se ofrece a hacer la merienda. Yo no me niego. Echo de menos que me cocine algo suyo, como sus bollos de queso.

Cuando nos sentamos juntos en la mesa todo está en calma, un viento primaveral entra por la ventana mejorando el ambiente. Tenía mis dudas sobre si al cambiar Peeta su forma de cocinar también cambiaría, por suerte su cocina sigue siendo de lo mejor, hasta tengo la sensación de que ha mejorado.

Todo sería perfecto sino fuera porque aún siento sus ojos sobre mí.

La situación me recuerda mucho a la del colegio, él mirándome y yo fingiendo que no sé qué lo hace. Lo único que cambia es que cada vez que le devuelvo la mirada en vez de apartar la suya no disimula lo más mínimo y sus ojos azules no se apartan de los míos. Yo sí los aparto.

Después de merendar volvemos al libro.

[]

Al contrario de lo que me había imaginado, las cosas van mejorando poco a poco entre Peeta y yo.

"DISTRACCION"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora