VIII

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Un verdadero amigo es el que entra cuando el resto se va. 

Walter Winchell

La maleta lista y sobre la cama. El pasaporte esperándola en la mesa. El móvil indeciso entre llamar o esperar. Y Ana sentada sobre el sofá con la cabeza vuelta un lio.

Habían pasado más de dos horas desde que Rosse se fue de la habitación dándole a penas media hora de plazo, a estas alturas era obvio que había decidido volver a casa. Ya no le quedaba de otra que ser valiente, tomar el maldito celular, hacer las llamadas correspondientes, excusarse por el fracaso de viaje y la pedida de tiempo que les estaba causando.

—Bien Ana, llegó la hora.

Con convicción se puso de pie empujando el resto del brandy que amablemente Jonh le consiguió, lo cual, era lo único que llevaba en el estómago. Medio mareada tomó el móvil justo en el momento que este sonó.

—Casa —volvió a leer esperando más y nuevas malas noticias.

A su memoria vinieron inevitablemente las palabras de Rosse; No todo en la vida debe ser un drama.

Ana rio, si Rosse supiera que todo en su vida era un drama

—Hola —saludó resignada a lo que venía y con el cierto humor alegré que dejan varios tragos de brandy.

— ¿Ana? —indagó Laura sorprendida.

—Sí, dime mami —entonó alegre.

— ¿Estas borracha?

Ana rio por lo bajo tratando de controlarse.

— ¡No! Para nada —mintió descaradamente—, ¿cómo estás?, ¿a qué hora llegas a la casa?

Laura, quien sentada en la sala de su casa miró a la extraña mujer quien ya bajaba y subía llevando y trayendo sábanas limpias, asintió.

—Ana, te estoy llamando de la casa...

—Ah sí. Ya sabía —interrumpió cayendo en cuenta de que si estaba un poco pasada de copas—. Bueno, llego por la madrugada...

— ¿Qué?, ¿te regresas?

Un silencio profundo nació en la línea, donde solo la voz de peppa ping actuaba de fondo.

—Me dijo Rosa que se va a cuidar a su hermana...

—Pero. A ver cariño —indagó confundida—, me mandaste a Lourdes para que nos ayudara, ¿no?

Otro silencio cayó, Laura miró a Lourdes entrar a la cocina, ¿si Ana no la envió?, ¿quién era esa mujer? Miró a la entretenida Camila enfrente de la pantalla y pensó por un segundo en llamar a Carlos, quién hace unas horas las había dejado en casa.

— ¡Si! —soltó Ana quizá demasiado alto, quizá demasiado entusiasmada—. Perdón mami, ando medio atareada con lo del arreglo...

—Me asustaste mocosa —susurró volviendo a recargarse en el sofá—. Bueno. Espero el link de la presentación del festival. Cami y yo queremos verte brillar, ¿entendido?

Los ojos de la morena se inundaron de lágrimas. Tal vez si, después de todo la vida no tenía que ser un total drama.

—Si mami. Dale un beso a Cami de mi parte, te dejo, tengo mil, ¡mil cosas que hacer! ¡Besos!

Con un toqué finalizó la llamada. Era tarde, de verdad tarde. Como loca salió de la habitación hasta el elevador esperándolo en medio de un raro baile de una música que solo ella escuchaba. El ¨tin¨ la descubrió dando una vuelta más ridícula que sexy.

Amor Sin PhotoshopDonde viven las historias. Descúbrelo ahora