Obsesión

Capítulo Dos

Oh por Dios...

Miles Scott está aquí, hablando conmigo.

Y esta esperando una respuesta, aún con una mano en el corazón por el pequeño infarto niego con la cabeza, sin poder creer que el chico más popular me esté hablando.

-¿Estas bien?- sus ojos, mierda. Estoy siendo hipnotizada por sus ojos celestes, estoy muerta.

Dándome cuenta de que estoy actuando como una de esas chicas que lo adoran, salgo de mi shock.
Si, estoy muy sorprendida de que me hablara.

¿Será cierto lo que dijo Sasha?

Sólo ese pensamiento logra que mi sangre hierva, no soy juguete de nadie.

-Estoy bien, adiós- dije  cortante.

-Tienes problemas- dice antes de bajarse de una moto y caminar hacia el capo de mi auto.

Miro hacia el lugar dónde estaba aparcada la moto, pero ya no se encuentra allí. Así que es de él.
Aún parado frente a mi parece mucho más alto, vestido con unos tejanos negros al igual que su remera con la palabra Nirvana.

-¿Puedes abrirlo?- hace ademán hacía el capo.
Hago lo que hice algo incrédula de la situación.
Cuando cumplo su petición espero dentro del coche, no sé  porque no puedo moverme. Creo que estoy soñando. Miles me está ayudando, él jamás ayuda a alguien.

-Inténtalo ahora- baja el capo, mientras limpia sus manos en su tejanos,  vuelvo hacer lo que manda. Y por arte de magia, el motor cobra vida. Suspiro aliviada, sin mi coche tendría que caminar hasta casa, lo que serían treinta minutos.
Bajo del auto, siendo obligada por los malditos modales que mis padres me han inculcado.

-Gracias - le doy  una sonrisa genuina.

No importa lo que digan de él. Me ha ayudado, no tengo por qué ser malagradecida cuando no me ha dado a entender otras intenciones como lo dijo mi amiga.

-Claro -  susurra con una sonrisa de lado- Sólo fue un pequeño cable suelto. No tendrás problemas, Mía.

Sabe mi nombre. No es que sea una  adolescente sin vida social.  Pero es un halago que sepa quien soy.
Sin saber que hacer o decir camino hacia el coche, antes de volver a escuchar su voz.

- Ten cuidado-  volteo, pero ya es demasiado tarde. Está  sobre su moto, en pocos segundos desaparecé por la carretera.

¿Qué  acaba de pasar? ¿Cuidado, con qué?

(#)

La policía debería estar aquí poniendo fin a esto, pero no van a venir. Jamás se acercan a esta área de la ciudad, y estoy muy segura que nadie quiere arrestar al hijo de senador Martín; Matt. 

Como todos los meses Matt organiza una fiesta, que siempre terminar en desastre. Y esta no es la excepción, la casa se encuentra repleta de estudiantes del Instituto. Pues nadie se pierde una fiesta , menos con alcohol gratis. Botellas de cervezas y  vasos rojos están esparcidos por el suelo verde. Y lo que no faltaba eran los adolescentes borrachos, que no son tan tolerantes al alcohol acompañando a las  botellas en el suelo.

Tirado en  el césped se encuentra Jim Young, el vicepresidente del periódico estudiantil, solamente usando un boxer de color negro; a su lado, además de un charco de vómito, están sus gafas que lo hacen ver como un friki.

-Que asco, Young- dijo Trav, una mano cubriendo su nariz.

Jim murmuró algo antes de vomitar todo lo que quedaba en su estómago.
Ante esta escena apresuré  el paso, no estaba aquí , en esta desastrosa fiesta para verlo vaciar su almuerzo.