TODA LA VERDAD

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Emily se había despertado bastante temprano, se vistió y se fue del hotel hacia el ayuntamiento, por si la podían ayudar.

Faltaban diez minutos aún para que abriesen, la chica se sentó el último escalón de la entrada del ayuntamiento pensando en si hacía lo correcto, arriesgarse por recuperar unos galgos, pase lo que pase a Emily no la iban hacer cambiar de tema, porque el amor hacia alguien es insuperable.

Al rato, se acercó un viejo señor de traje y corbata a la entrada del edificio, se paró y observó detenidamente a Emily, acercó su mano hacia la chica y le dio un toquecito en el hombro. La joven alzó su mirada al señor con cara interrogante.

- Perdone, ¿puedo ayudarla en algo? - preguntó el hombre.

- Bue- buenos días, señor. - tartamudeó Emily nerviosa - Pues mire, me podría ayudar si es usted la persona que dirige el ayuntamiento, me alegraría mucho.

- Pues ya te puedes ir alegrando, entre, entre. - contestó el buen hombre sujetando la puerta.

La muchacha empezó a despreocuparse, entró en el edificio explicándole todo lo sucedido al señor.

- Me gustaría ayudar, pero tuvimos un gran problema, es verdad que un viejo loco falsificó las firmas para llevarse a los cachorros, pero robó la hoja de las firmas para que no le quietaran los perritos. - continuó el hombre - Descubrimos que se fue a vivir al monte, a las afueras de la ciudad para que no le deteniesen, hay un montón de guardias, policías y helicópteros buscándole pero no dieron con él.

- ¿Sabe cuanto tiempo hace que empezó a provocar todo este lío?

- Hace diez años, viejo loco pero astuto.

- Perdona, se hace tarde, gracias por toda la información - se despidió Emily.

El señor le entregó su correo electrónico por si dieran con los perros o encontradas alguna pista.

Volvió al hotel corriendo, al llegar, cogió una pequeña mochila en la que guardó refuerzos y entre ellos una multiusos por si acaso. Y partió rumbo a la montaña.

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