4. El sabor del chocolate

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¿Qué podía ser más relajante que aquello?

Jimin y Jungkook tomaban el sol sobre sus toallas en el césped de las piscinas municipales. Se habían levantado muy pronto y a Jungkook le apetecía refrescarse, ya que los días últimamente eran muy calurosos. Jimin no podía estar más de acuerdo con él.

Oían a los niños jugar y gritar a su alrededor, pero poco les importaba. El mayor acariciaba la espalda de Jungkook como si de una figura de porcelana se tratara.

-Estás ardiendo, ¿quieres que te eche más crema?

-Sí, por favor -respondió Jungkook-, no quiero parecer una gamba.

-Así me gusta, que sólo yo pueda dejarte la piel roja.

Jungkook movió el brazo para pellizcarle a Jimin uno de sus pezones. Este gritó al instante y se empezó a reír.

-Vale, vale... Ya he entendido.

-No aprendes, Jiminnie.

-Sólo me gusta picarte. -aclaró, y acercó la bolsa con la mano para buscar la crema solar.

-Hm...

Jimin se sentó en el trasero de Jungkook y se echó crema en las manos. Las frotó con rapidez para luego empezar a esparcirla por la espalda del menor.

Sus manos masajearon toda su espalda, sin dejarse un solo rincón, protegiéndola de ser quemada por el abrasador sol que sobre ellos se alzaba.

-Deja que te eche un poco yo también. -se ofreció Jungkook.

Cambiaron posiciones. La espalda de Jimin se extendía ahora bajo Jungkook, inmensa y bien trabajada. Cuando las pequeñas manos de Jungkook la acariciaron, un escalofrío sacudió por completo a Jimin.

-Te has estremecido, cariño.

-Eres el rey de lo obvio -rio Jimin-. Es que tus manos están frías.

-¿Cómo es eso posible?

-Si yo supiera de química...

Cuando Jungkook hubo terminado de extenderle toda la crema por su maravillosa espalda, Jimin le pidió otra cosa.

-¿Me la echas por delante?

Jungkook se bajó de su trasero y asintió con un puchero.

-Me tienes esclavizado.

-Como debe ser. -sonrió Jimin, y se sentó frente a Jungkook. Se acercó lo suficiente a él como para que no le fuera incómodo.

Jungkook llenó la palma de sus manos de crema y la empezó a echar por los hombros de Jimin. Fue bajando lentamente por tu torso, sintiendo cada pequeño centímetro bajo sus dedos. Cuando llegó a su abdomen, pudo notar cómo cada día se había ido poniendo más duro.

-Menudos abdominales tienes...

-Es lo que pasa cuando follas mucho. -dijo Jimin sonriendo. Jungkook le pellizó la carne del vientre, provocando otra vez la risa de su pesado novio.

-Yo no estoy así y, en teoría, tengo la misma rutina que tú.

-Tú sí estás así. -aseguró Jimin, palpando el abdomen del menor.

-Me haces cosquillas...

-¿Cosquillas? -repitió Jimin, sonriendo pícaramente.

-¡No, no, no, no, no!

La risa se abrió paso por la garganta de Jungkook cuando las manos del mayor empezaron a jugar sin piedad con sus costados. Algunos niños se habían quedado mirándolos de lo escandalosos que eran.

Cuando Jungkook estaba medio muerto y con mitad del cuerpo fuera de la toalla, Jimin se levantó y lo cogió en brazos. Le costaba un poco cargar con él, pero era muy orgulloso como para admitirlo. Así que, procurando no poner cara de sufrimiento, se lo llevó hasta el borde de una de las piscinas.

-¡Ni se te ocurra lanzarme! -gritó Jungkook, aferrándose al cuello de Jimin, quien no dejaba de reírse.

-Si gritas tanto, va a venir el socorrista, idiota.

-¡Ese es el plan!

Jimin no esperó un momento más y dio un pequeño salto en vertical desde el borde al agua. Ambos se sumergieron por completo dentro de la piscina, pero rápidamente emergieron, porque Jimin hacía pie.

Jungkook escupió el agua que había tragado sobre la cara de Jimin, quien hacía lo mismo sobre la de Jungkook.

-Se me han caído las gafas de sol. -se quejó Jungkook.

Jimin miró a su alrededor mientras Jungkook se frotaba los ojos con una mano y rápidamente encontró las gafas flotando a menos de un metro de ellos. Las alcanzó y se las colocó a Jungkook en el pelo.

-Te odio mucho. -confesó Jungkook, y besó la nariz de Jimin.

-¿Nos sumergimos de nuevo? -propuso Jimin, flexionando las rodillas.

-¡No, por favor! -respondió el menor, pero tragó agua al final y empezó a toser mientras se reía.

-Exagerado...

-Anda, salgamos, que me estoy quedando helado.

Nadaron hasta las escaleras y fueron juntos hasta las toallas de nuevo. Ambos se cubrieron con sus respectivas toallas, muertos de frío, pero Jungkook aún seguía tiritando cuando Jimin ya no lo hacía.

-Ven aquí. -le dijo el mayor, y rodeó el cuerpo cubierto del pequeño con sus brazos.

Luego le limpió las gafas y se las secó, devolviéndoselas como nuevas.

-¿Me perdonas por haberte secuestrado? -le preguntó Jimin con un puchero.

-Dame un beso, idiota.

Jimin le dio un pico rápido y se quedó a unos centímetros de su cara. Vio cómo Jungkook relamía sus labios y fruncía el ceño.

-¿Qué pasa?

-El cloro, está muy malo.

Jimin le revolvió el pelo con ambas manos para quitarle agua.

-No haber elegido piscina.

-Si hubiéramos ido a la playa, sabrías a sal.

-¿Y qué prefieres? -preguntó Jimin.

Jungkook sonrió.

-Chocolate. ¿Vamos a comprar un helado?

Una vez estuvieron de vuelta en las toallas, comiendo sus helados de chocolate, se volvieron a besar. Esta vez de verdad, olvidándose de que había gente a su alrededor. Jimin dejó caer sin querer su helado y manchó toda la toalla.

-Dame del tuyo. -le suplicó a Jungkook, y sin permiso, lamió su helado.

Jungkook lo presionó contra la cara del mayor y le manchó desde la barbilla hasta la nariz. Este se quejó y se metió el helado casi entero en la boca, con intención de llevárselo. Jungkook no podía consigo mismo de la risa.

El dulce sabor del chocolate había sustituido el artificial y amargo sabor del cloro.

Aunque Jungkook pensó que, de todas formas, todavía era delicioso besar a Jimin, supieran a lo que supieran sus labios.

Todavía.

JiKook ➼ Todavía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora