Estaba en su cama rodeada de libros de la universidad mientras Maggie limpiaba el living. Habían pasado una tarde agradable pero su atareada rutina la perseguía en su día libre.Maggie saldría esa noche pero aún era temprano para prepararse. Cuando estuvo limpio el living decidió ducharse. Había comprado ropa esa tarde y quería estrenarla.
- Blum. - dijo entrando en su habitación. - Me dijo Lizzie de salir ¿Quieres venir?
- Prefiero quedarme. Debo hacer muchos trabajos y terminar unos prácticos. - la miró con vista cansada.
- ¿Segura?- Blum asintió - Esta bien.
Maggie se fue y dejó a su amiga haciendo tareas para la universidad. Mañana cursaba pero no tenía que trabajar hasta la noche, por lo que descansaría durante la tarde.
Estaban por ser las nueve y media de la noche cuando quiso parar a comer, su compañera de techo acababa de irse.
Maggie salía de su edificio rumbo al lugar pactado con Liz, cuando notó un auto muy familiar estacionado allí. Se subió al asiento del copiloto y lo miró, esperando que diga algo.
- Hola. - saludó. Su voz de arrepentimiento denotaba que no sabía que hacía exactamente allí.
- Hola, ¿Qué haces aquí?
- Venía a verlas. - levantó una ceja en su dirección con su mejor cara de no me lo tragó. - A verla.
- ¿Ella sabe? - él nego. - Pregúntale si quiere verte. Estoy harta de juntar los pedazos cada vez que decides romperla. No lo sabes pero ella es muy frágil. - El no podía imaginarlo. Suspiro resignada y comenzó a rebuscar en su cartera las llaves y se las entregó. - Pídele perdón.
- Gracias, pero no se. - Ryan tomó las llaves entre sus manos.
- Ella no te rechazará, lo sabes. - se pellizcó el puente de la nariz. - Diviértanse. Debo irme.
- Esta bien. - salieron ambos del auto y el lo cerró. - Chau, Maggs.
No sabía exactamente si era lo mejor que podía hacer por ella, pero no podía pensar en otra cosa, no iba a decirle que se vaya, estar allí era lo mas valiente que había hecho en años. Ellos tenían historia, y no una historia llena de buenos momentos; el corazón de ella se había roto en cada momento en el que él era el chico brusco que no mide sus palabras, Maggie lo sabía, sabía cuánto lo quería su amiga pero eso no estaba segura si era sano, si realmente apoyar eso terminaría en algo bueno.
Blum sintió la puerta abrirse detrás de ella, se encontraba en el balcón mirando hacia la nada; lo bueno de no tener ningún edificio en frente es que la dejaba poder contemplarlo todo. No había mirado hacia la calle y tampoco quería hacerlo.
- ¿Olvidaste algo? - le preguntó a lo que creía sería Maggie. No quería voltear, estaba muy bien así.
Sintió un par de brazos rodearla por atrás. Ella ya sabía quién sería, solo había una persona que la hacía sentir así cuando la abrazaba, esa hermosa sensación de calidez que le brindaba, el aroma que emanaba. Cerró los ojos.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó lento casi con miedo a la respuesta que él le daría.
- Ayer, dijiste algo que me dejó pensando todo el día; dijiste que no tuvimos tiempo para vernos y eso es cierto, tenemos que hablar. - la soltó y se apoyó en la baranda del balcón junto a ella, quién no había notado el frío que hacía hasta ese momento.
- Hace frío, vayamos adentro.
Una vez dentro, ella cerró la puerta y prendió la estufa. Sentados en el sillón amarillo se miraban sin saber por donde comenzar.
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Bajo El Mismo Techo
RandomBlum y Maggie son amigas desde los once años, han pasado millones de cosas juntas, aprendieron a confiar en la otra y ahora es cuando su amistad pasará la prueba más grande: vivir juntas. La historia de dos jóvenes que tienen cuentas que pagar, cor...