¿Y ELLOS Y El BUS?

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Alejandro y Daniel viven en un país subdesarrollado, con bienestar social algo deteriorado; sin embargo, son grandes amigos desde pequeños.

Ambos comparten gustos muy similares, adoran comer, conocer chicas y como una buena amistad es fundamentada por la confianza estrecha en ellos de manera que comparten una vivienda.

Han trabajado a lo largo de sus vidas debido a sus personalidades ya que en conjunto son rebeldes de nacimiento ya sea por las condiciones en las que se desarrollaron sus vivencias o cuestión de decisión.

Alejandro era mucho más arriesgado que Daniel, pero ambos daban todo de si mismos, experimentar nuevas acciones les encendía el alma hasta el punto de sentirse más vivos ante este decadente mundo.

Sus antecedentes vivenciales se desarrollaban en grandes travesuras de niños, experimentaron el sabor del cigarro, lanzarse de buses solo por el hecho de no cancelar sus pasajes, intentar entrar en cines sin entradas y diversas actuaciones que hasta un toque de gracia tiene.

Alejandro tiene veintiún años, amante de los videojuegos, desde joven dejo los estudios decidiendo lanzarse a la calle a lo que salga con hambre de dinero.

Daniel por su parte tiene veinticuatro años, mayores ambiciones personales no solo de dinero, sino poder.

Tomar decisiones de vida o muerte, un frustrado artista plástico el cual soñaba con una gran exposición de esculturas humanas. Era el más retorcido de los dos, y este emitía miedo... sus ojos sobresalientes marrones oscuros clavados en cada rostro que le mirara.

Solo Amanda había logrado la tarea mas compleja que se pudiese colocar a alguien; fue flecharle el corazón ya que compartían similares delirios de dinero fácil y algunos robos menores que les sirvieron para tomar experiencias.

Realizaban piruetas maniobrando en los semáforos para entretener con asombrosas presentaciones de bajo presupuesto logrando así recaudar dinero el cual les permitió en cierto punto de la vida comprar comida, algunos cigarros y cervezas.

Una mañana que pretendía ser mucho más normal que el día anterior, bajo un clima caluroso, el sol tan radiante capaz de quemar conciencias; tomaron el autobús como medio de transporte.

Al acercarse al semáforo que les servía de circo debido a las piruetas realizadas notaron inesperadamente a una joven bajarse de un autobús cegada por el horror.

Alejandro, el más cercano a ella intento ayudarla a causa de su gran caída al suelo caliente.

El solo asentó mientras escuchaba a casi detalles tal suceso, había sido un atraco. Un trágico e inesperado atraco despojándola de sus pertenencias.

Daniel con oídos claros escucha y al estar solos le dice:

– Daniel: ¿Crees que podríamos? Deberíamos estudiar las posibilidades de lograr un robo de gran magnitud ¿Qué opinas?

– Alejandro: ¡No lo se, quizás no me gustaría ver a más nadie mal!

Interrumpiendo Amanda reacciona diciendo que solo debían intimidar, obtener lo deseado y ya cumplirían con el objetivo.

Motivados por sus decisiones tomaron el bus a diario observando sus salidas, sus movimientos, sus fiscales, cada sección de cada unidad de la ruta. Lograron reunir cuchillos afilados, una navaja y dos armas.

Cuando se sintieron capaces –de lanzarse en paracaídas como quien dice– aquel día, se montaron como cada mañana en el bus que habían acordado, ese día se lleno el bus a gran escala, algunos estudiantes con teléfonos inteligentes como puntos blancos a primera vista, en la mitad del camino decidieron hacerlo y fue cuando sellaron la puerta principal, los usuarios se llenaron de pánico, alarmados gritaban casi ineludiblemente.

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