Chapter 3

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Ha pasado como una semana desde que vi al Charles, los primeros días no quería ni salir de la casa porque tenía miedo a encontrármelo, pero después me di cuenta que era algo bastante ridículo. Era casi imposible que me lo volviera a encontrar además por lo que sabía pronto se iba a ir a jugar la Copa América así que ya no habría posibilidad de encontrármelo. Estaba siendo una patética, no tenía que pensar en él, pero aun así lo hacía. Por la cresta, ahora lo único importante es mi matrimonio. Tengo que sacar los recuerdos de mi cabeza. Y solo enfocarme en mi matrimonio que sería en menos de dos meses...

                Cuando mi madre y mi suegra se enteraron que íbamos a celebrar el matrimonio en Junio se volvieron locas, contrataron a una mina para hacerse cargo del matrimonio. La mina y las señoras éstas me tenían chatas... Yo quería algo sencillo pero ellas querían hacer la media parafernalia.

—¿Cuántos invitados van a ser señorita Fontaine? Usted dijo que hoy traería la lista de invitados...— dijo la organizadora.

—Son cien invitados— le pasé la lista. Mi madre y la señora Marta soltaron un grito de indignación. Rodé los ojos. Les apuesto que van a hacer un escándalo.

—¿Cien? ¿Te volviste loca María Josefina? Mínimo ochocientas personas— ¿KHA? Eso era demasiado, yo quería algo piola ¿Acaso no entendían el concepto de piola? — A ver déjame ver esa lista— se la quitó a la organizadora y con la señora Martita la empezaron a leer— Aquí hay solo familia y sus amigos más cercanos...

—Y ni siquiera están todos los primos de Diego... ni sus tíos— añadió la señora Martita.

—Señora Martita con el Diego hicimos los dos la lista, si él no los quiso invitar no sé yo— me encogí de hombros.

—Pero María Josefina no están tus tíos, mis hermanos, ni los de tu papá, tampoco está la Teresita Larraín—rodé los ojos, odiaba a esa vieja culia. — No, esta lista hay que hacerla de nuevo.

—¿Es mi matrimonio o el suyo? — les grité. Me tenían chata.

—María Josefina no me grites— dijo mi madre— y sí es tú matrimonio, y tú eres mi hija chica, la última que se me va a casar y quiero que el matrimonio sea en grande. — Estoy chata... Estoy chata de estas reuniones.

—No sé para qué me hacen venir a estas reuniones de mierda si ustedes son las que deciden, les importa una mierda mi opinión. Así que váyanse a la chucha no me pregunten nada más, organicen la mierda ustedes. — dijo, luego me paré de la mesa y tiré todos los catálogos que me habían pasado para elegir las mierdas. Luego salí hecha una furia, estaba aburrida de esto. Me había despertado temprano un sábado para nada. Tomé mi auto y me dirigí al departamento del Diego, ¡qué suerte tenía de vivir solo! A mí también me gustaría vivir sola, estoy chata de mi mamá.  Cuando llegué el Diego estaba acostado, estaba durmiendo, así que me quité los zapatos y la casaca y me acosté a su lado, rápidamente los brazos de Morfeo me llevaron...

                El sol me daba en la cara, así que abrí los ojos. Miré mi celular y ya eran las doce, había dormido tres horas más. Busqué a mi lado al Diego, pero no estaba. Luego de unos segundos se abrió la puerta del baño y salió él solo con una toalla rodeando su cadera. Washito rico. Recorrí con mis ojos su cuerpo. Mierda. Sus brazos me encantaban eran tan musculosos, y su abdomen estaba perfectamente esculpido. El Diego fue jugador de rugby, pero no tenía esos hombros anchos ni esos cuerpos feos, sino que tenía músculos en todos los lugares precisos...

—Despertaste bella durmiente— dijo sacándome de mi ensoñamiento. Tenía una sonrisa plasmada en el rostro, luego se acercó a la cama y me dio un beso, después se dirigió al armario a buscar ropa— ¿Y cómo te fue en la reunión? —suspiré. Abracé mis piernas con mis brazos y apoyé mi cabeza en mis rodillas. Todo fue un desastre.

Stay with me || Charles Aránguiz #IMNTOO2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora