5.- Vestirse Adecuadamente

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Príncipe Del Inframundo

Había escuchado de los dioses que se instalaron aquí en la tierra hace mucho tiempo, esos seres que los humanos veneraban y hasta sacrificaban de los suyos con tal de conseguir abundancia para sus cosechas, guerras y climas favorables. Pero lo que nunca supieron, era que esos dioses no eran más que seres de otros planos, los que equilibraban a su mundo y que hacían que la vida tomara un curso como la corriente en un río.

Seres celestiales, así como seres demoniacos; aprovechaban sus virtudes para sobresalir de entré los muchos humanos ignorantes, aprovechaban su inocencia para divertirse a costas de ellos, aunque también para conseguir amor, sexo y poder.

Luego estamos nosotros; cuando cruzamos el plano que nos dividía con la tierra fue para poner un orden.

Pasaron años en los que los seres antes mencionados gozaron de su libertad en la tierra, tanto fue su comodidad que se rehusaban a volver a donde correspondían.

Pero entonces llegamos a la tierra, era insólito que ninguna alma cruzara en semanas a nuestro plano, ni siquiera nos atraía la esencia de que alguien estuviera muriendo.

¿Qué pasaba?

¿Acaso los humanos se volvieron seres inmortales?

Y si era así, ¿entonces que razón teníamos nosotros de existir?

Fue hace mucho tiempo que  uno de mis ancestros se decidió a caminar entre la vida, necesitaba averiguar que pasaba, necesitaba respuestas; sabía que algunos seres habían cruzado su plano, pero... ¿acaso se les estaba permitiendo quedarse para siempre?

No era así, lo que pasaba es que en su afán de ser alabados por los mortales, ellos otorgaban vida eterna; ni siquiera las enfermedades se hicieron presentes, el hambre ya no era un problema, la tecnología se les estaba otorgando en bandeja de plata, y todo eso les fue dado a cambio de monumentos maravillosos para adorarlos. Aunque también a cambio de algo que estaba prohibido, y eso era crear una nueva raza, de ahí fue que al mezclarse seres de planos distintos al de la tierra con los humanos, empezaron a nacer los súper humanos extraordinarios, eran más fuertes, más inteligentes que un humano normal, inclusive más bellos. Pero hubo otros seres que eran aterradores, como debía suponerlo, los demonios también crearon nuevas razas de súper humanos, estos no eran tan amigables como los que estaban creando los  seres celestiales, porque estos se alimentaban de otros humanos, inclusive hicieron esclavos a muchos de los indefensos humanos ordinarios.

Aún así, nadie moría. Puesto que se les había concedido el regalo de la vida eterna, pero lo que no sabían esos dos planos, era que es ciclo normal para aquellos que habitaban la tierra era morir.

Mi ancestral no tardó en poner orden, o al menos así lo percibieron muchos, pero lo que estaba haciendo en realidad era no dejar que se derrumbara nuestro plano. Así que sin más, llegó y empezó a ver sus almas, veía múltiples sucesos en sus vidas que los habían llevado a la muerte, pero que extraordinariamente gracias a sus "dioses" no morían. Y fue en ese instante cuando él tomó lo que le correspondía, las almas salían de los cuerpos que se desvanecían ya sin vida, ni siquiera les otorgó el tiempo que hoy en día les damos para que puedan despedirse de sus seres amados, ni siquiera de adaptarse les concedió, porque lo que él quería era recuperar lo más rápido que pudiera lo que le pertenecía, sabía muy bien que se podría avecinar una guerra con los otros planos, pero también sabía que él no estaba rompiendo ninguna regla en comparación con aquellos seres que se hacían llamar dioses.

***

—Chicos, despierten— escuchaba en mi cabeza la voz de Lisa, pero no podía visualizarla, —Vamos, llegaremos retrasados al trabajo— podía sentir como mi cuerpo se movía, pero yo no era el responsable de eso. —¡Que despierten!

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