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La preparatoria parecía más intimidante de noche, no había ni una sola luz alumbrándola mas que la de los postes que estaban en el estacionamiento. Kyle se estacionó frente al edificio y después apagó el auto.

—Muy bien —él dijo—. Debemos de hayan un plan para entrar.

—Por la ventana de la cafetería —dije seguro de mí mismo.

—¿Qué? —Kyle me volteó a ver.

—Si —repetí—, por la ventana de la cafetería, siempre la dejan abierta porque no quieren que el olor a la comida de toda la semana se quede ahí.

—¿Tú cómo sabes eso?

—Las ventajas de ser invisible —bromeé y salí del auto.

Kyle me siguió.

—No en serio... —dijo—. ¿Cómo sabes eso?

—Pues, creo que no tener muchos amigos trae sus frutos —le respondí—. Hablas con quien sea, simplemente porque necesitas hablar, es algo fisiológico del ser humano.

Kyle hizo una mueca mientras caminábamos hacia la ventana que estaba a un lado del gran edifico.

—Lo lamento —finalmente dijo.

—¿Qué? —paré de caminar y lo volteé a ver.

—Dije que lo lamentaba...

—Si, yo sé... Pero ¿por qué?

—Por dejarte —Kyle miró sus pies—, por haberte ignorado todos estos años solo para ser popular y hacerme amigo de personas que no te ayudan a resolver un caso sudoroso...

No pude evitar reír ante su comentario.

—Descuida —dije—, sin eso no me hubiera hecho amigo de la cocinera y no hubiera sabido lo de la ventana.

Entonces Kyle me sonrió.

—¿Ves? —me preguntó—. Por eso te escogí a ti Watson, sabía que eras el indicado para ayudarme esta noche.

—Exacto —dije asentando—, por eso acepté Sherlock, porque sabía que no podías hacer esto sin mí.

Los dos caminamos hacia la ventana y antes de entrar por ella Kyle me volteó a ver.

—¿Estás listo? —me preguntó.

Yo le sonreí, esta vez sinceramente y le respondí:

—Si... ¿Y tú?

Él también sonrío y me imitó:

—Si.

Y después de eso Kyle me ayudó a subir por la ventana y yo lo ayudé a él, dejando atrás lo que éramos o lo que fuimos junto con la noche, mientras la suave brisa de verano se llevaba todo consigo, y todos sabíamos que pasaba con lo que el aire se llevaba...

Jamás volvía.

|*|*|*|

Cuando entramos, Kyle, encendió su lámpara y él fue el guía, los dos salimos de la cafetería y caminamos por los oscuros pasillos de la preparatoria hasta llegar a la cancha de basquet.

—Y yo que pensé que se veía sola cuando no había nadie jugando en ella —dije cuando entramos—, en la noche se ve desierta.

—Si —Kyle comentó—, estás acostumbrada a verla llena ¿no es así? —me miró—. Digo... Porque todos los días vienes a ver el partido en el descanso.

La Noche Que Dijimos SiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora