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Kyle era el chico más atractivo de la preparatoria, sin mencionar que el más popular también, era el líder del equipo de basquetbol, todas las chicas lo querían como pareja, su cabello rubio ondulado era perfecto, al igual que su sonrisa, era fuerte y caía muy bien, y por esa razón aún no podía encontrar una razón por la cual él necesitara MI AYUDA. Hablamos de un chico unos dos centímetros más pequeño que él, de cabello castaño, un amante de los libros, para nada popular, que no tiene muchos amigos, que usa lentes y gorros, que es bastante inseguro, delgado, sin muchos músculos, que no practica ningún deporte y que está literalmente todo golpeado y lastimado.

¿Ahora entienden?

Porque yo no.

—Em... ¿Mande? —pregunté.

—Scott —dijo mi nombre...—, necesito tu ayuda.

Primero que nada podía empezar a hacerle un montón de preguntas, quejándome de la hora, de porque me había abandonado y olvidado, porqué que él no estuvo ahí cuando lo necesité, en que yo le podía ayudar o porque no pudo esperar hasta mañana, pero todas esas preguntas se resumieron en una:

—¿En qué?

¿En serio? Me pregunté a mi mismo.

—Sígueme. —dijo mientras caminaba hacia la calle.

¿Seguirlo? ¿A dónde?

—¿A dónde vamos? —le pregunté mientras me acercaba a él.

—¿Confías en mí? —me preguntó volteándome a ver.

—Kyle...

—¿Confías en mí? —volvió a preguntar mirándome.

Yo lo miré e inconscientemente mordí mi labio (lo cual dolió [obviamente]).

—Si —respondí.

—Bien —dijo—, entonces vamos a mi casa.

¿A su casa? ¿Para qué?

—¡¿Qué?!

—Pues necesito tu ayuda —dijo y se dirigió hacia la izquierda—, y sé que solo tienes una bicicleta, por eso, iremos por mi auto.

|*|*|*|

Una persona coherente no seguiría a otra persona coherente a las 12 de la media noche, pero suerte que yo no era una persona coherente y algo me decía que tampoco lo era Kyle.

Llegamos a su casa (la cual era muy grande), tenía un bello patio verde con pequeñas lámparas alumbrándolo, una cochera para dos autos con piso de mármol color hueso, la casa era del mismo color y aunque era de dos pisos se veía demasiado grande, cubierta por una pared blanca de unos dos metros y una reja de metal color negra, un auto faltaba en la cochera.

Podía decir que no recuerdo la última vez que había venido a casa de Kyle, pero nuevamente sería una mentira.

La última vez que había venido a su casa fue cuando sus papás se fueron una noche de viaje porque su bisabuelo está mal, me dejaron quedarme a dormir con Kyle para que no se sintiera solo mientras que nos cuidaba su nana. Recuerdo que esa noche dormimos en la misma cama los dos porque yo tenía me sentía muy solo en el sillón que estaba a lado de su cama, él me invitó a acostarme a lado de él y yo acepté su invitación.

—Mis papás se fueron de viaje —dijo cuando se dirigía al auto color negro mate que se encontraba en la cochera—. O eso es lo que dicen cuando están calientes y se van a coger en un hotel a lado del mar porque no quieren que yo me entere.

Ya veo...

Me volteó a ver esperando que riera o dijera algo pero solo logré levantar una sonrisa.

—¿Cómo lo sabes? —le pregunté.

—Digamos que soy bueno investigando —dijo mientras abría el auto—, pero no lo demasiado bueno como para resolver un caso que tiene que ver con sudor y Leila.

Kyle se subió al auto al igual que yo, cerré mi puerta y entonces él lo encendió.

—¿Qué?

—Ya oíste —dijo mientras abrí la cochera con un pequeño control—. Necesito tu ayuda para saber quién hizo lo de Leila, porque obviamente no fui yo.

—Si, si —repliqué—. Pero ¿qué no tienes a tus amigos para eso?

—Créeme, ahora todos están en mi contra porque creen que lo hice.

—¿Y no lo hiciste? —bromeé.

—Noooo —Kyle me respondió mientras salimos de su casa.

—Solo bromeo —le dije.

—Lo sé —me respondió—. Te conozco bien.

Parecía como si después de tantos años simplemente nada hubiera cambiado entre nosotros, sólo necesitábamos volver a juntarnos y gracias a los dioses que esto de Leila ocurrió, porque me gustaban las cosas como estaban.

—Entonces —dije—, ¿toda la noche trabajaremos sobre este caso?

—Así es mi buen amigo, Watson —dijo—. Iremos por respuestas.

—¿Por lo menos sabes dónde buscarlas, Sherlock? —seguí el juego.

—Claro que si —me respondió con una sonrisa—. En la escena del crimen, por lo que tenemos suerte, porque todos saben que Leila y su familia salen todos los miércoles por la noche a su otra casa al otro lado de la ciudad.

—Esta bien —dije.

Kyle dio vuelta en una calle.

—Por cierto —dijo—, nunca me dijiste ¿qué te pasó?

—¿Quieres que te ayude? —le pregunté arqueando una ceja.

—Em si, por eso fui por ti...

—Entonces sin preguntas, ¿sí?

Kyle lo pensó por un instante, después sonrió y respondió:

—Si.

Después de eso la noche y el silencio nos hizo compañía, pero no fue uno de esos silencios incómodos, sino que fue uno de esos silencios que te ayudan a pensar, los que te ayudan a disfrutar el momento. Bajé la ventanilla del auto, al igual que Kyle y el aire empezó a llenar el lugar. Él seguía manejando y yo viendo a través de la ventanilla, disfrutando de la hermosa vista del suburbio por la noche.

Todas esas casas descansando en las sombras, todas esas luces que hacían una fiesta para mis ojos, ese sonido del viento pasando que tanto me relajaba... Me sentía bien en aquel instante y hasta por una vez en esta semana había olvidado todo, simplemente disfrutaba de aquel momento...

Por primera vez en la semana me sentía bien y eso era bueno.

La Noche Que Dijimos SiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora