Soledad

305 51 11
                                    


Hacía un frío de muerte pero a Izuku parecía darle igual.

Pateó nieve y siguió caminando con las manos en los bolsillos.

Había pasado el fin de año con sus compañeros de clase en una gran fiesta organizada por Iida. Él se había encargado de servir una generosa cantidad de comida y bebida y de prestar su casa para la fiesta.

Todos lo pasaron bien y pasada la una de la madrugada algunos empezaron a irse.

Izuku fue de los primeros, a pesar de pasárselo bien había decidido irse temprano, no estaba acostumbrado a quedarse hasta tan tarde despierto y además estaba preocupado por algo.

Kacchan no había ido a la fiesta. A pesar de que toda la clase le había insistido tanto en que querían que fuera. Era uno más.

Pero no había aparecido e Izuku estaba algo decaído.

Sin querer al cabo de un rato caminando mirando el suelo llegó a su guarida secreta de cuando eran niños.

Dónde se juntaban los niños del barrio para pasar el rato y divertirse.

Pero ahora la cabaña estaba sucia, con algunas tablillas descolgadas y caídas. Recordaba cómo la habían construido entre todos y también recordaba cómo se había golpeado el dedo con el martillo. Eso sí que dolió, pero valió la pena el esfuerzo.

Era una cabaña pequeña, de la altura de Izuku y para entrar tuvo que agacharse.

Le costó abrir la puerta pero al final lo consiguió y entró.

Casi se le escapó un grito cuando vio a alguien dentro, sentado en el suelo, cuando se dio cuenta de que era Bakugou.

-¿Deku? ¿Qué mierda haces aquí? –Bakugou se tensó y miró a Izuku con el ceño fruncido- ¿No se suponía que estabas en la estúpida fiesta esa?

Estuvo a punto de preguntarle lo mismo, se había sorprendido mucho al ver a Kacchan ahí sentado. No solo porque le sorprendía que le importase tanto ese sitio como para ir esa noche, si no porque parecía que había pasado el fin de año allí solo.

Cuando Izuku se fijó mejor se dio cuenta de que había un par de latas de lo que parecía ser cerveza en el suelo.

-Tenía sueño y me fui. –Se acercó a él y se sentó a su lado- ¿Has bebido?

-A ti qué te importa. –Bakugou miró por la pequeña ventanita de la cabaña, aunque en realidad era un boquete porque la tablilla que había antes ahí había caído-.

Izuku observó el perfil del rubio iluminado por la lejana luz de la ciudad y sintió soledad.

Soledad por ver así a Bakugou.

Sin pensarlo mucho apoyó la cabeza en el hombro del rubio y cerró los ojos. Izuku también había bebido un poco y en ese momento solo quería que Bakugou no se sintiera tan solo.

-Feliz año nuevo, Kacchan. –Con una sonrisita y un sonrojo Izuku cogió de la mano a Bakugou-.

Y aunque Kacchan no le dijo nada Deku sintió como apretó su mano suavemente.

Con una sonrisa el peli-verde se quedó dormido y el rubio se quedó quieto velando por él toda la noche, en aquella fría cabaña que les devolvía sus recuerdos de la infancia.

Cuando aún eran amigos inseparables y Bakugou no tenía que esconder sus sentimientos por Izuku temiendo al rechazo.

Porque nunca le diría lo que sentía.

Pero por una noche podría cuidar de él y abrazarle todo lo que quisiera.

Historias CotidianasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora