Capítulo 5

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Me presentaron al equipo de cirugía completo el día antes de la fecha de mi operación. Entre ellos, por supuesto, el Doctor gafitas. Carla parece confiar plenamente en él y se ven muy cercanos, eso es algo que me ha ido apaciguando en cuanto a mis secas actitudes con él. Es muy pacífico, serio pero no intimidante y explica toda mi realidad con detalles simples para que pueda entender lo que me va a pasarme.

Después de hablar y conocer a los cinco profesionales extranjeros y con nombres raros, entra en la habitación una mujer de unos cincuenta años que se hace llamar mi terapeuta personal. La doctora Victoria. Sólo Victoria. Es bajita, regordeta, y lleva un pulcro rodete en la nuca con un pasador de perlas a juego con un traje negro y camisa blanca. Despide a todos los que estaban en la habitación y se sienta junto a mí en el sofá. Me sonríe y procede a explicarme que está muy al tanto de lo que esto está y va a provocarme psicológicamente y quiere ayudarme a sobrellevar el proceso más fácilmente.

Lo que ella no sabe es que he transitado a través de caminos traumáticos durante todos estos últimos meses y no siento que ésta operación me hiera más de lo que ya estoy. No me juzgo inestable, no parece que vaya a tambalearme de la soga, pero sé que no estoy del todo bien. Igualmente mi depresión no tiene ni un ápice de relación con mi próximo trasplante de corazón.

Le aseguro que me siento bien, sólo un poco desganada y agotada, y estoy segura de que no necesito una ayuda extra. Ella asiente pacientemente y anota cosas en su libreta, quiero preguntarle qué análisis innecesarios está haciéndome aunque al final lo dejo pasar. Cuando se va, me asegura que volverá unos días después del acontecimiento, cuando esté despierta y pueda hablar sin problemas. Asiento sin que me importe de verdad, no me molesta hablar con ella.

Me duermo temprano tratando de no pensar demasiado en que por la mañana ingresaré al quirófano y no saldré hasta por lo menos cuatro horas después. Y vaya a saber cuándo despertaré.

Adelanto la noche enganchada del brazo de cierto sueño extraño. Como la larga y cálida sombra inclinándose sobre mi cama, labios suaves rosando delicadamente los míos dormidos como una pluma de seda, la pura esencia de un aroma que me resulta familiar y que reactiva ciertas partes de mi inconsciente que permanecían ausentes. La tierna caricia de un pulgar adorando mi pómulo. Suspiro en sueños, dándoles la bienvenida.

***

Mi mente se termina de despejar, fuera de las sombras. Me encuentro a mi clan rodeándome. Flor sosteniendo mi mano derecha, el hada sentada en el sofá sonriéndome como si estuviera orgullosa de mí y Carla, a los pies de la cama con los ojos brillantes de esperanza. La imagen hace que mi corazón de vueltas sobre sí mismo, acelerando los latidos. No importa qué tan estropeado esté, ha comenzado a reaccionar ante el insistente apoyo de estas personas.

Miro el techo e invoco a Lucas, asegurándole que estoy dispuesta a vivir porque él así lo quería, junto con ellas. Trago saliva, mis ojos rellenándose. Vuelvo a mirarlas, y sonrío a través de las lágrimas.

—Gracias—murmuro.

Una tras otra me van abrasando, acarician mi cabello y me alientan mientras me limpio la cara. Acepto todas sus hermosas palabras, y me aseguran que aquí estarán cuando despierte y esté como nueva.

"Estés donde estés, Lucas, aún te siento. Aun me das fuerzas." Me susurro a mí misma, derramando mis últimas gotas.

El doctor llega con sus asistentes, y me ayudan a trasladarme a una camilla.

— ¿Está lista, señorita Alonso?— me sonríe mientras me revisa.

Asiento, mis manos tiemblan. Él deja lo que está haciendo y me aprieta la mano.

La Única (La Réplica #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora