Capítulo 4.

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Alex sonrió un poco extrañado de esa respuesta tan repentina y directa. Era obvio que se sentía incómodo ante la situación, pero tomarlo a modo de broma con la expresión que Nathan ponía en su rostro era imposible.
—Pero ¿Por qué señor?, no he hecho nada malo —le interroga.
—Sí señor, explíquenos el por qué quiere que el joven se marche —dijo Astrid con un toque de sarcasmo.
—Ya no importa quédese si gusta la verdad ni me interesa —dijo Nathan y luego se fue.
—Qué raro estuvo eso —dijo Alex confundido.
—Tranquilo ya te acostumbrarás —respondió Astrid sonriendo, pero sin siquiera apartar a mirada a Nathan mientras se iba.
—Eso espero.
—Bueno comencemos a trabajar.
Pasó el tiempo, unos cuantos días y todo iba perfecto, Alex trabajaba muy bien y aunque Nathan le tenía celos pues no exageraba mucho. Pasaron meses y la empresa empezó a mejorar mucho y cada vez tenían más ganancias, Astrid se llevaba muy bien con Alex, le atraía un poco, aunque no sabía si él pensaba lo mismo de ella, pero ya todo estaba mejorando en gran medida y aunque Nathan empezó a ponerse muy pesado supo cómo controlarlo.
Un día estaba en su casa un fin de semana acabada de levantarse eran, las 5:14am de la mañana y vio que tenía un Mail en su computadora así que lo abrió para ver si era importante, al hacerlo se dio cuenta de que era un Mail de su antiguo jefe el cuál decía:
Buenos días señorita Astrid le informo que su trabajo ha dado muchos frutos desde que me fui a otra sucursal y la dejé encargada con mi hijo, sé que debió ser un gran reto pero parece haberlo superado, por cierto aquí en donde estoy también ha ido demasiado bien desde que llegué y ya puedo regresar a la empresa de nuevo pero no significa que usted o mi hijo vayan a perder sus puestos de hecho tengo una oferta que no podrían rechazar, una empresa billonaria de Nueva York nos ofrece asociarnos a ella para nuevos proyectos por suerte tengo una sucursal pequeña allá en Nueva York, el problema es que quieren a dos personas jóvenes y emprendedoras y pues mi hijo y tú que hasta ahora eres la persona en la que más confío son perfectos para este trabajo.
Solo debes hacer algo, fingir ser la esposa de mi hijo, la señora McCarthy y si logramos conseguir el contrato y logramos asociarnos tendrás en tu bolsillo trescientos mil dólares. Solo debes hacer todo lo posible para que esto se pueda dar y prácticamente serás socia nuestra y ganaras esa cantidad de dinero al año tú decides, lo dejas o lo tomas yo me despido y espero tu respuesta, hasta luego. "Fin del mail"
—Es mucho dinero —se dice Astrid a sí misma sorprendida. —Y un contrato para ser socia de la empresa esto… esto es… ni puedo digerirlo muy bien. Solo no entiendo el por qué debo fingir ser novia del tonto de Nathan —de todo eso era lo único desagradable. —pero para solo fingir si esto funciona tendré muchos beneficios, podré darle una mejor vida a mi familia y eso será magnífico así que creo que aceptaré no pienso que me vaya a enamorar, no me imagino enamorándome de mi jefe.
Con Nathan en su casa mientras leía un mail de su padre.
—Vaya parece que sí aceptó —dudaba de que ella estuviese de acuerdo con el plan de su padre. —Bueno esta es una gran oportunidad de enamorarla, para ella será fingir, pero para mí será muy real, tan real que haré que ella se enamore, Astrid serás mía y solo mía. 
Luego de unas semanas ya era hora del viaje así que Nathan pasó por Astrid a su casa para ir al aeropuerto. Entre ambos había una química muy extraña y distante incluso en horas laborales, así que para ambos romper el hielo en esta situación sería complicado y necesario para que las cosas puedan darse de la mejor manera posible.   
—Espero que estés lista —dijo Nathan mirándola de pies a cabeza como si quisiera analizarla antes de que entrara al auto.
—Siempre estoy lista ¿Y tú lo estás? —dijo ella con total seguridad.
—Pues claro soy Nathan McCarthy ¿Lo olvidas? —dijo riendo.
—Que creído eres —le dijo Astrid mientras volteaba lentamente su mirada a otra parte.
—Igual y no podría hacer esto sin ti, digamos que te necesito —le dijo Nathan mientras tomaba su mano.
—Gra… gracias, pero aún no creo que debamos comenzar a cogernos de la mano y eso —ella se encontraba algo tímida y sonrojada. 
—Pues podemos ir practicando todas las cosas, así cuando lleguemos no tendremos problemas —era la primera vez que ella le veía reír tiernamente.
—No lo sé —añade con nervios y entra al auto, Nathan le cierra la puerta y se dirige al otro lado para entrar y encenderlo. Luego de avanzar unas cuadras en silencio total él decide palpar los labios de Astrid con el dedo pulgar de su mano derecha.
—Oye tú...
—Esa pequeña boca va a ser mía Astrid. Tú serás jodidamente mía —estaba decidido a que sus palabras fuesen escuchadas, y de que la piel de Astrid sintiese el tacto de sus manos.
Astrid no lograba descifrar la diferencia entre esas palabras y las anteriores que él le había dicho. Simplemente se queda desorientada viéndole conducir y lo imponente que se ve al hacerlo, llevándola a un destino del cual ella sabe que no podrá escapar. No importa lo mucho que ella haya trabajado para evitarle, la seducción, el romance y las ganas siempre vencen. 

El idiota y guapo de mi jefe. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora