Capítulo 21

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Marie

La respiración de Nicole era tan tranquila como la lluvia que se veía desde la ventana. Su cuerpo descansaba estirado sobre la camilla sin hacer nada, yo solo la observaba con los ojos aguados y mordiéndome el labio inferior.

—Nicole...— murmuré casi inaudible y sentí el nudo en la garganta que por semanas ha estado atormentándome. —¿Te, te acuerdas de ese día, cuando fuimos a una tarde de campo con mamá y papá?— hice una pausa y tragué saliva, analicé su expresión neutra y seguí.— Salió este tema de las enfermedades y hospitales...— en mi cabeza automáticamente se reproducieron las imágenes, diálogos, risas de ese momento y sentía como mi garganta me torturaba más fuerte con ese molestoso nudo.— En ese entonces éramos pequeñas, papá tuvo que explicarnos ciertos conceptos que no entendíamos.— miré mis manos entrelazadas entre sí y pude ver cómo temblaban, mis piernas también lo estaban haciendo, pero no le di importancia. Sonreí apenada tratando de no llorar, ya había llorado mucho esa semana y quería que esta visita sea la excepción.— Tú te burlaste de mi porque ya era la tercera vez que papá me explicaba qué eran los trasplantes y yo no lograba entender.— Se me escapó una carcajada y seguido de eso, se me desató el nudo en la garganta dándole paso a lágrimas en mis ojos y mejillas.— Pensábamos que nunca nos iban a pasar ese tipo de cosas.— miré al techo suspirando tratando de calmarme, pero no pude. —Pensábamos que los niños que, prácticamente, vivían aquí no eran felices por todas las cosas que les ocurrían, nos daban pena, Nicole— apoyé los codos en mis rodillas y comencé a refregarme los ojos para que dejara de llorar, pero no lo conseguía. —Nosotras éramos tan lejanas a este lugar— se me quebró la voz y agarré una de sus manos con fuerza.

Me quedé ahí en silencio por mucho tiempo, analizando la situación y preguntándome; ¿Qué estaría haciendo yo ahora si no hubiese tenido ese accidente?

—Siempre unidas, N— susurré y se me escapó una lágrima.

Mi respiración estaba más calmada, mis mejillas estaban secas, pero tirantes. Me dolían los ojos y algo hacía presión en mi garganta. Sabía que era hora de irme, me había pasado en veinte minutos desde que entré, una enfermera me lo recordó, pero sinceramente, aquí con Nicole me sentía más segura que con diez doctores a mi lado. Alcé la mirada y me la imaginé sonriéndome, algo en sus ojos me dijo que todo estaría bien y que era cuestión de tiempo que nos recuperáramos y volviéramos a casa sanas y salvas, para luego dejar esta etapa de nuestras vidas en el pasado sin vuelta atrás. Ese pensamiento me dejó más tranquila, volvería mañana a esta misma hora a pasar tiempo con ella con una nueva esperanza de que se despertará y me dirá que sería buena idea escaparnos a casa.

Antes de irme, me paré de la silla de ruedas como pude y le di un beso en la frente de despedida. Me senté nuevamente y giré hacia la puerta, tomé el mango y volví a mirar a mi hermana.

—No te rindas, N— murmuré y salí de la habitación.

Shawn elevó la vista en mi dirección y se paró del suelo, bostezó y caminó hacia mí, se colocó de cunclillas y tomó mi rostro con sus grandes manos.

—¿Estás bien? —susurró.

—Sí, un poco...— sonreí triste y me abrazó.

Empujó mi silla hasta la salida al pasillo general del hospital y entrelacé mis manos sobre mi regazo.

—¡Shawn, aquí estás! Tenías cita con tu doctor hace diez minutos— escuché una voz lejana y sentí como mi silla se detuvo, me giré levemente y observé a una enfermera acercarse trotando con muchos papeles en los brazos.

—Estaba ocupado.

—¿Sí? Pues esto también lo es, vamos, se hace tarde —lo tomó del brazo y lo tiró levemente. Me miró preocupado e hice igual. —Miranda llevará a Marie a su habitación, vamos rápido —dijo tirando más de él.

—No, no iré si Marie no viene —tiró de su brazo y se colocó a mi lado tomando mi mano.

—Shawn...— amenazó la enfermera con leve enojo. Shawn podría llegar a ser muy terco cuando se lo propone, de verdad entiendo a la señora, pero no quiero que se lo lleven.

—Fue mi última palabra —cortó.

(...)

Shawn tenía hora con un doctor, mejor dicho con un oncólogo clínico, estos se especializan en el tratamiento de cáncer con medicamentos. En pocas palabras, Shawn tenía una quimioterapia. La sala era especial para niños pequeños, ya que las paredes eran de colores pasteles con dibujos animados en ellas, habían juguetes en una esquina de la sala con una pequeña mesa y una alfombra. Todo adaptado para niños pequeños. Trajeron a Shawn a esta sala por ser menor de edad, él pidió que si podía ir a la sala de los mayores, porque le daba pena ser el único adolescente ahí y le repliqué que yo también era una así que no estaba solo.

Shawn se sentó en un sillón muy cómodo de cuero negro y pusieron mi silla a su lado izquierdo, ya que en el brazo derecho le pondrían la aguja y harían todo el tratamiento.

—¿Es la primera vez que haces esto?— pregunté tímida y sus ojos se posaron en mi.

—Sí...— sonrió y luego bajó la mirada soltando un suspiro entrecortado.

—¿Estás bien? —traté de buscar sus ojos.

—Sí, estoy perfecto —sonrió falsamente.

—Shawn, soy yo..., no debes tratar de hacerte el fuerte conmigo— murmuré y entrelacé nuestras manos.

Sus ojos me vieron con miedo, mucho miedo, y juré haber visto que se le cristalizaron.

—Tengo miedo— susurró y se le quebró la voz.

Se me apretó el pecho al verlo, tan asustado como si fuera a perder a alguien importante en su vida, como si fuera a saber que ése iba a ser el último minuto de su vida.

—Estarás bien, esto te ayudará —asentí no muy segura de lo que decía. Yo siempre he sido mala para subirle los ánimos a alguien, no es mi mejor cualidad y mis amigas siempre me lo reclamaban.

Me miró asustado por última vez hasta que un doctor algo joven se acercó a nosotros y detrás de él venía la enfermera con un carrito y todo los implementos.

–Bueno, Shawn ¿Quieres empezar? –aplaudió una vez y sonrió.

(...)

Él se veía débil, su cabeza estaba recostada en el sillón de cuero en el que estaba sentado y tenía los ojos cerrados, su respiración era tranquila y tenía el ceño fruncido. Yo sólo lo observaba, repasando en mi mente el momento en cuando le inyectaron la aguja a Shawn y él me obligó a hablarle de cualquier cosa, porque sentía pánico a cualquier objeto que fuera con una punta filosa.

Nuestras manos estaban entrelazadas y acaricié con mi dedo pulgar sus nudillos levemente. Shawn abrió los ojos al sentir el tacto y me miró con una leve sonrisa.

—Te traeré a las demás sesiones, no sé que haría si no estuvieras conmigo —susurró y apretó mi mano despacio.

—Estaré aquí, Shawn —sonreí y él me imitó y cerró los ojos de nuevo con una mueca de dolor. —¿Náuseas?

Asintió y soltó mi mano. Yo rápidamente agarré la bolsa que tenía en mis piernas y se la pasé. Se inclinó hacia adelante y vomitó dentro de ella. Yo me moví a la mesa que había dejado una enfermera y tomé la botella y unas servilletas.

Luego de que se calmara, me pasó la bolsa y yo la botella con las servilletas. Me agradeció con una sonrisa sin mostrar sus dientes y yo amarré la bolsa y la tiré a la basura.

—¿Mejor? —susurré y negó la cabeza con los ojos cerrados.

—Me da una vergüenza terrible vomitar en frente de ti —susurró y comenzó a reír. Lo imité.

jeeeeelou, ya sé mis niñas, hace tiempo no me pasaba por aquí, y ya perdí la cuenta de todas las veces que les he pedido disculpas, las adoro y lo saben💗

publiqué un video en YouTube, hice un #AskAleex con preguntas que ustedes me hicieron💘 búsquenlo como "#AskAleex" o por mi canal "shaleex" las amooo😻

Aleex.

Hospital «Shawn Mendes»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora