AUNQUE ÉL NO ESTÉ

6 - Presencia con ausencias

De todas las frases huecas que decía su madre, en el afán de equilibrar todos los vínculos rotos que hay en la familia, Bruno cree que la peor, la más cruel, la dañina por exelencia, es "Pablo no vino a sustituir a tu padre". Si eso es cierto, entonces que le expliquen como es que ese hombre invade cada rincón. Y, en su opinión, no solo invade sino que también molesta y los avergüenza. Porque otra diferencia abismal entre su papá y Pablo es el trato con la gente. A Ramiro todos lo querían. Llegaba a la escuela y los alumnos corrían a chocarle la mano. Armaba equipos con los otros profesores y a veces hacían jornadas de recreación al aire libre. A la gente le gustaba estar a su alrededor. Siempre lo invitaban de todos lados. Pero Pablo provoca rechazo.

Una vez Guille y Bruno desearon fervientemente que la tierra se los tragase cuando, sin ningún tipo de miramiento, Pablo les ofreció un seguro de vida a los padres de Lucas, el amigo de Guille. Resulta que Lucas había ido a pasar la tarde con ellos; cuando los padres lo fueron a buscar, Pablo los hizo subir, los invitó a tomar un café y les preguntó si habían considerado que de un día para el otro ambos podían fallecer en un accidente, por ejemplo, y si se habían cuestionado cuál sería entonces el destino de Lucas y su hermana pequeña. Perplejo, el matrimonio se removió en el sillón, molesto y desconcertado, mientras Pablo les describía los beneficios de un seguro de vida que cubriese las necesidades económicas para sus hijos, en ese hipotético caso. Fue una situación muy incómoda. Los padres de Lucas no volvieron a subir. Cuando aún lo iban a buscar, le avisaban por WhatsApp y Lucas bajaba.

La presencia de Pablo en la familia trajo también ausencias. Bruno pasa más solo que nunca. Los fines de semana pueden llegar a ser tortuosos. Al principio fue divertido que le diesen tanta libertad, pero, a la larga, la sociedad comenzó a pesarle.

Mónica se respalda en las palabras de su esposo. Pablo le dice que una madre no debe olvidarse de que también es mujer, y de que tiene derecho a rehacer su vida, a soñar, a disfrutar de esos fines de semana sin horarios a los que él la acostumbró desde que están juntos. Se siente aliviada cuando se van solos al complejo de cabañas a un par de cientos de kilómetros de la ciudad, propiedad del sindicato de la empresa de seguros do n de trabajan. Sonaría feo si lo dijese en voz alta, pero es una forma de aislarse por unas horas de la rutina, de los hijos, del trabajo, y solo ser ella. Allí hay soledad, también algo de vida social, porque siempre coinciden con compañeros de trabajo y aunque comienzan a hablar de temas personales, por lo general terminan discutiendo temas laborales: clientes, negocios, nuevas promociones...

Es por eso que sus hijos dejaron de ir. Al principio iban los cuatro cada viernes a la noche y regresaban tarde el domingo. Los chicos se aburrían. Se quejaban de las conversaciones de adultos, de que el lugar estaba demasiado apartado, de que no había gente de su edad y de que la playa era horrible si no era verano.

Bruno se cuestionaba por qué a los adultos les copa eso de salir a caminar por la playa en invierno. ¿Qué atractivo tiene que el viento levante la arena que te pega en la cara? Terminás vestido como un oso: ochenta capas de ropa, una bufanda enroscada en varias vueltas por el cuello cubriendo la boca, un gorro que te tapa las orejas y la frente, supuestamente lo hacés para oxigenarte, tomar aire puro..., pero parecés Robocop intentando andar en patineta.

Después de haber ido por un mes cada fin de semana, los hermanos se dieron por vencidos. Preferían quedarse solos en el apartamento, en la ciudad. Su madre en un principio puso varios peros, sin embargo Pablo le aseguró que ya estaban "grandecitos para cuidarse" y que "el edificio es seguro". Además, siempre podían recurrir a la tía Alicia.

Así quedó instaurado el nuevo régimen de fines de semana: solos por dos dias. Comida congelada en el en el freezer. Recomendaciones de "portarse bien".