***Capitulo 5

21 4 0
                                    

               
                          18 de julio

Me desperté como a las 9 de la mañana, nunca he sido de dormir mucho, creo que desperdiciamos mucho el día durmiendo. Me acorde de que hoy era 18 de julio, vaya mi cumpleaños. Después de ponerme las pantuflas y un suéter grande fui a la cocina, estaba mi padre preparándome unas tostadas con mermelada, un zumo de naranja y un 'capuchino de Carmelo' así llamaba el a un simple café con leche con una cucharada de dulce de leche en vez de azúcar. Lo cierto es que estaba buenísimo.
—Hola
Mi padre se volvió a mirarme poniendo su mejor cara.
—Cumpleaños feliz, cumpleaños feeeliz -comenzó a cantarme la canción de cumpleaños feliz- ven aquí que te tengo que estirar las orejas 17 veces. -dijo entre risas mientras me abrazaba.
—Veo que me has preparado uno de tus desayunos, me muero de hambre. -mentí, la noche anterior había comido la vida en el evento de Lauren pero no podía rechazarle a mi padre un desayuno.
—¡Genial! ¿Qué tal lo pasaste anoche? -dijo mientras engullía una tostada con Nutella.
—Muy bien, estoy conociendo mejor a Francisc y la verdad es un buen chico, nos reímos, y el evento en general estuvo increíble.
—Pues me alegro, está bien que simpatices con él, es mejor que haga amigos ¿sabes? Aquí no conoce a nadie por eso insisto tanto que vernos con toda la familia Watch. -fue todo lo que dijo.
—Si, yo no tengo problema así que síguelos invitando -dije justo antes de arrepentirme, ya que mi comentario había sonado un poco obvio, así que le di un buen trago al café para taparme las mejillas coloradas.
Mi padre me miro un instante y dijo
—¿Vas a invitar a María?
—Si por supuesto
¡Me había olvidado de María!
—Ahora vengo -dije a mi padre levantando me rapidísimo de la silla y corriendo a mi habitación. Ups. Tenía 8 llamadas perdidas y 57 mensajes de un contacto llamado 'Baby' nombre que obviamente se había puesto ella y me había pedido por favor no cambiase. Sus primeros mensajes habían sido anoche a las 00:00, yo me había olvidado completamente de mirar el móvil anoche, estaba muy entretenida con Fran. Notese mi sarcasmo no tan sarcasmo. Típicos mensajes de mejor amiga, pero la verdad que me hicieron reflexionar la suerte que tenía de tenerla conmigo, sus últimos mensajes, en realidad los últimos 40 eran
Clara
Clara eeeeee
Contesta
Porfavor
Me quiero dormir pero te quiero felicitarrrrr
Y quiero que me respondassss
Claraaaaaa

Y así muchísimas tonterías más.
Marque su número mientras iba de vuelta a la cocina. Sonaron dos tonos y la voz al otro lado del teléfono habló María.
—¡¡¡Clara!!! ¡¡¡Felicidades chica!!!
—Gracias Marieta, ¿qué tal?
—¿Qué tal tu? Hace mucho no hablamos -mucho eran tres días, pero tenía razón, ni sí quiera le había contado lo de Fran- esta tarde voy a ir a tu casa te aviso
—Claro que si ¡sí estas invitada!
—Ya lo sabía -se escucho un 'María ponte a estudiar' de fondo, era Ana- uf, te dejo que mi madre me esta obligando a estudiar, y que te manda un beso. Nos vemos esta tarde guapa ¡te quiero!
—Adiós Mery
Colgué la llamada y mi padre me estaba mirando mientras aguantaba la risa
—¿La has oído? -le pregunte yo también riendo
—He oído hasta el grito de Ana de fondo...
Di una carcajada. Durante el desayuno charlábamos un poco de todo, pero lo que más discutíamos era que íbamos a hacer con los muebles, ya que algunos los íbamos a dejar en la casa pero otros no, pero nosotros no nos los podíamos quedar a todos, esa casa tiene como 70 muebles distintos así que íbamos a intentar vender los más posibles. Los Watch nos iban a ayudar a sacar  los que nos quedaríamos nosotros, y para que voy a mentir, me moría de ganas de ver a Francisc con sus brazos musculosos levantar alguna mesa lleno de polvo. Clara, vuelve a la conversación.
—¿Quieres que compre algo o vas a cocinar? -preguntó mi padre
—¿Qué? -volví la vista a mi padre con los ojos bien abiertos y la boca seca
—Qué sí vas a cocinar algo para cuando venga María o quieres que compre algo yo -dijo haciendo incapié en cada palabra como si no hablara mi idioma.
—Yo cocino. -no tenía muchas ganas de decirle que Fran venía también, o eso me había dicho el.
Cuando habíamos terminado de desayunar recogimos la mesa y me fui a vestir. Cuando estaba yendo al baño vi a mi padre que cruzaba el pasillo, lo mire de arriba abajo y le vi los pies, llevaba los zapatos que había llevado a arreglar a Martín, lo que me hizo recordar que tenía que ir a visitarlo. Así que sin más dilación metí mis llaves en un bolsillo del pantalón y el móvil en el otro
—Papa me voy a ver a Martín -grite desde la puerta.
—Vale -me contesto con la boca llena de pasta de dientes.
Mientras caminaba hacia la zapatería me acordé sin querer de lo que había pasado hace unas semanas en esas mismas calles con el hombre, lo que me hizo cambiar la cara rotundamente y aligerar el paso. Cuando llegue a la zapatería un alivio me inundo y el aire volvió pasar tranquilamente por mis pulmones. Me asome por el mostrador y lo llamé
—¿Martín?
—Estoy en el fondo -grito desde la trastienda- ¿quien es?
—Clara Garcia -dije sonriendo
—¡Eeeey Clara! Pensaba que no vendrías -dijo Martin contento
—Yo nunca te fallaría Martin -dije mientras lo abrazaba
—Hay Clara, como pasa el tiempo, pensar que hace un par de años te tenía en brazos, y hoy cumples 17 y ya estas hecha una mujer -típico comentario de persona mayor.
—Si la verdad yo también recuerdo mis días de infancia, y ahora estoy todo el día estudiando -Martín se reía.
—Bueno pues, aquí tengo tu regalo, espero que te guste.
Martín me entrego un libro envuelto en un papel rojo con una cinta blanca, con una pluma estaba escrito
Para Clara Barcelo, mi niña postiza.
Martín.
Esas palabras que leí me llenaron de amor, era toda la verdad, conozco a Martín literalmente desde que nací y el ha sido como un segundo padre. El nunca se casó mi tuvo hijos, lo único que tuvo fue un perro enorme que siempre jugaba con Coco y conmigo. Cuando desenvolví el regalo vi un libro blanco con un título que entro por mis ojos. El pincel. Libro de tapa blanda no muy gordo todo blanco. Y el título en el medio con el nombre del autor debajo. Carlos Ruiz Zafón, ya había leído varios libros suyos y me habían dejado enamorada todos, así que una sonrisa enorme se me instaló en la cara.
—Martín, ¿cómo sabías que me encanta este autor? ¡Y este libro nunca lo había oído!
—Bueno, uno tiene contactos, Carlos sólo sacó una edición de este libro, que ni sí quiera salió a la venta, el lo regalo a las personas que creían que merecían leerlo, Carlos considera El pincel una de sus mejores obras, a mi me la regalo cuando lo conocí en París. Fuimos buenos amigos y después de leerlo me dejo boquiabierto, un verdadero genio era mi amigo fue lo que pensé, cuando me acorde que era tu cumpleaños supe inmediatamente que debías leer ese libro, sin Carlos te hubiera conocido te seguro que el también te lo hubiera regalado.
—Muchísimas gracias Martin. La verdad lo aprecio mucho -no pude evitar abrazarlo.

El pincel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora