Salvación

4. Hermosa dama.

¿Por qué ella huía?, ¿es que acaso no quería estar con él? Daryl no lograba comprender las acciones de Carol, no entendía por qué ella quería irse sin ser detenida por nadie. ¿Que no podía estar con ellos? ¡Bah, tonterías! Todo era culpa del imbécil de Morgan, él le había metido ideas pacifistas en la cabeza y ahora ella estaba obsesionada con que las personas son buena gente y que siempre van a rectificar de sus errores.

¿Era tan difícil de entender que algunas personas sólo querían a provecharse de la situación apocalíptica de mundo y adueñarse de todo? Algunas personas no eran buenas, y no todas iban a rectificar sus acciones, era algo que claramente se sabía. Carol lo sabía perfectamente, pues Ed era así. Ese maldito tenía a una mujer maravillosa a su lado y a una linda e inocente pequeña, mientras ellas le brindaban un amor, un hogar y una familia, él se los devolvía con miradas indecentes, golpes y degradaciones.

Apretó los puños con fuerza. El ya fallecido Peletier sí que lo hacía enojar y sacar una rabia interna que era más fuerte que él. Seguramente si ese tipo fuera sobrevivido al ataque de ese caminante en el campamento y fuera continuado lastimando a Carol, ya él mismo se habría encargado de matarlo a golpes. No sería difícil, después de todo. Siempre que él escuchaba los relatos que su compañera contaba sobre él, sólo le provocaba ira.

Inhaló y luego exhaló profundamente de forma lenta, debía calmarse. Su objetivo era encontrarla y hacerle entender que ella era parte del grupo, que ella era parte de él, y que si ella no estaba dispuesta a volver, él se marcharía con ella. No soportaría perder a alguien tan querido para él, no soportaría perderla a ella.

Mientras caminaba, se topó con algo que llamó su atención. El cadáver de un caminante se encontraba en el piso, y justo a su lado había un rosario que tenía como dije un crucifijo que acaba en una filosa punta. Sonrió levemente con ironía. Carol se escapaba, pero siempre dejaba pistas de por dónde iba como si quisiera ser encontrada, a pesar de que ella insinuara lo contrario.

Sabía que ese rosario era de ella, pues se lo había visto cuando estaba atendiendo sus heridas; así mismo, sabía que la Peletier estaba cerca. No iría lo suficientemente rápido como para haberse alejado tanto con esa cortada que poseía. Sin embargo, algo más llamó su atención. Notó unas pisadas que estaban marcadas con sangre –suponía que era del caminante- que no eran de ella, pues era un pie demasiado grande para ser de su compañera. Un pie así tenía que pertenecer a un hombre. 

¿La habían estado siguiendo? Pero, ¿quién?, ¿y por qué?

Tendría que darse prisa, pues tenía un muy mal presentimiento que lo dejaba inquieto.

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Carol suspiró.

¿Qué estaba haciendo con su vida?, ¿por qué había huido de nuevo? Mejor dicho, ¿por qué había huido de él? No lo entendía. Estaba cargada de muchos sentimientos revueltos, a la vez que su corazón y su cerebro se contradecían mutuamente. ¿Qué era lo que estaba sucediéndole a ella?, ¿y por qué?

Caminaba con prisa, caminaba lo más rápido que podía sin llegar a ir veloz, pues la herida a su costado le dolía aún y seguía estando débil. Quería escapar, quería perderse y no volver, quería simplemente desaparecer y olvidar todo. "Es lo mejor" repetía su cerebro y sus pensamientos, pero su corazón emitía "Vuelve con él" con cada latido. Definitivamente se iba a volver loca.

Caminó con cautela, sintiendo el frío penetrar hasta sus huesos. Ese abrigo realmente no le calentaba absolutamente nada.

Logró llegar a un lugar donde se encontraban algunas estructuras abandonadas y algunos contenedores vacíos y sucios, aunque todo se había vuelto "sucio" cuando los caminantes empezaron a acabar con la vida. Le era complicado mantener un paso firme, pues cargando el bolso que tenía con suministros y estar alerta la agotaban más de lo que debería. Escuchó un ruido que poseía eco, eran una especie de golpes simétricos. Dedujo que era uno de los seres vivientes que se había quedado atrapado en algún contenedor.