Los días eran largos, tediosos, aburridos, estuvo contándolos y quería que pasaran más de prisa; era la primera vez en dos años que Nadir ansiaba que llegara el día para ir al ortodoncista. Estaba ansioso, y su familia lo había notado, pero pensaron que se trataba de alguna jovencita en su escuela, aunque él no hablaba de ninguna.
Cuando por fin, era el día de su cita, el mismo se cambió, eligió una ropa decente no tan común como la última vez, aunque claro, no iba de traje o de gala; simplemente una camisa manga larga negra con los botones superiores desabrochados, un pantalón azul oscuro y unos zapatos cómodos. Se cepillo cinco veces los dientes, cómo nunca antes lo hacía; su higiene bucal se había convertido en algo de suma importancia y lo había denotado al pedirle a su madre que le comprara cepillos nuevos, cepillos especiales, enjuague bucal y todo lo necesario para que sus dientes estuvieran limpios y presentables para su próxima visita al doctor. Revisó que su aliento estuviera perfecto y sonrió ante el espejo.
-Voy al dentista – anunció al bajar las escaleras deslizándose sobre el barandal los últimos escalones.
Su madre lo miró desde el sillón de la sala, donde estaba viendo la televisión.
-Pero aún falta mucho para tu cita – dijo confundida.
-Sí, pero, quiero volver temprano, tengo tarea, ya estoy en los últimos meses de la escuela, recuerdas – mintió y le salió natural, había estado practicando por días la excusa que le daría a su madre.
-Pero no puedo acompañarte en este momento – negó la señora – espérate aunque sea media hora – pidió – así podré bañarme.
-Mamá – el joven sonrió – no te preocupes, puedo ir solo, ya fui la vez pasada o ¿no? – preguntó con seriedad –y quedaste complacida con el color de mis ligas, ¿no es así? – mostró sus dientes para que la señora volviera a verlas.
-Bueno, es cierto – dijo la mujer – creo que ya estás madurando, la plática con tu hermana te sirvió, ¿no es así? – se puso de pie
-Mucho... – sonrió el joven
-Bueno, pero que te acompañe Nestor, deja te doy el dinero para que cubras este mes – la mujer caminó hacia las escaleras.
Nadir sintió que su madre tardaba, estaba nervioso, quería llegar con el dentista rápidamente, esas dos semanas habían sido muy largas; se frotaba las manos y caminaba en círculos, pasaba su mano por su cabello y apretaba sus labios. Escuchó los pasos de su madre y corrió al final de la escalera para esperarla.
-Toma – la mujer le dio el dinero al bajar el último escalón – esto es para el doctor y, lo que sobre es para ti.
-Gracias, madre – Nadir besó la frente de su madre, pues la mujer le llegaba a los hombros – ahora, me voy – anunció.
-¡Que te vaya bien! – se despidió la señora con una amplia sonrisa, su hijo estaba diferente y pensaba que ahora podía confiar más en él.
Nadir salió corriendo por la puerta, Nestor estaba terminando de pasar una tela sobre el cofre del automóvil.
-Voy al dentista – anunció Nadir emocionado.
-¿Tan temprano? – el hombre miró su reloj – pero su madre me dijo que la cita era más tarde...
-Nestor – el pelinegro lo miró con seriedad – voy al dentista – repitió – anda, llévame, se me hace tarde.
-Está bien – dijo el otro sin entender, pero debía hacer su trabajo.
En el camino, Nadir se mostraba nervioso, su pierna se movía de arriba para abajo, golpeaba sus rodillas con las manos y se movía de un lado a otro.
ESTÁS LEYENDO
Quiero saber...
General FictionNadir es rebelde, distinto a lo que su madre quiere, pero su hermana, le dice que a veces es mejor ceder para obtener lo que queremos... Con esta nueva filosofía, decide cambiar y, lo primero, es acceder a ir al dentista sin hacer mucho escándalo, p...