Capítulo V: Te necesito...

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Los días eran largos, tediosos, aburridos; el castaño nunca había sentido tal incertidumbre ni necesidad; incluso, estuvo a punto de marcar a la casa de Nadir, después de buscar su número en la agenda telefónica de los pacientes, pero no lo hizo, pues no sabía qué decir o cómo explicar la situación, por lo que decidió esperar, una espera que lo ponía extremadamente nervioso. Todas las mañanas revisaba a primera hora quienes eran los pacientes de ese día, para ver si Nadir llegaría. Quería verlo, platicar con él, decirle lo que él también había descubierto el día que el pelinegro se había atrevido a besarlo; pero no fue hasta cuatro semanas después, que el nombre del chico apareció en la agenda. 


Todo el día esperó ansioso, estaba feliz a sabiendas que lo iba a ver, pero el día transcurrió y el joven no apareció a la hora de la cita. Antes de que Paty, la recepcionista se fuera, Yoshua salió a hablar con ella.

-Paty – sonrió – ¿te avisaron por qué no vino el joven Mora?

-No doctor, pero si gusta, marco en este momento a su casa.

-Por favor Paty, es que, hoy le tocaba que le sacáramos las muestras para el paladar.

-Claro que si doctor.

Yoshua regresó al interior del consultorio, su padre estaba atendiendo a otro joven y el castaño fue a sentarse en el escritorio, escribiendo en su libreta, aunque, desde hacía un mes que no escribía lo común, el resumen de sus actividades; desde hacía un mes, escribía solo lo que sentía por Nadir, esperando que, cuando el joven fuera, pudiera mostrárselo para que le creyera que estaba enamorado de él, igual que el otro le había dicho la última vez que se vieron.

-Ya está – el hombre canoso se alejó de su paciente – es todo por hoy Alonso – bajó el cubre boca y se alejó para que el joven se incorporara, después miró a la madre del chico – ya sabe, nada de dejarlo comer cosas duras.

-No se preocupe doctor – la mujer se puso de pie – con permiso.

-Que le pongan la cita para el otro mes y que les vaya bien.

Las personas se fueron y el hombre se puso de pie – ¿Qué te pasa? – preguntó con seriedad – has estado distraído los últimos días.

-Nada – el castaño sonrió – solo que, hoy falto un paciente.

-Ah, ¿sí? – el hombre frunció el ceño – ¿Quién?

-Nadir Mora – dijo con seriedad.

-¡Ah! Ese muchacho – sonrió – no te preocupes, tiende a faltar a sus citas – dijo el hombre acomodando cosas en su maletín – no le gusta venir a verme – soltó una carcajada – ya verás que mañana, su madre lo traerá a rastras.

-Eso espero... – Yoshua se puso de pie y caminó hasta un estante de libros donde llevaban el control de los pacientes.

En ese momento Paty golpeo la puerta – doctor – dijo con seriedad – ya marqué a casa de Nadir Mora.

-Si – Yoshua sonrió – ¿qué sucede?

-Bueno – titubeó – el joven no pudo llegar hoy, porque...

-¿Por qué? – preguntó el hombre canoso ante la voz nerviosa de la recepcionista

-Es que – negó la joven – me dijeron que, sufrió un accidente en la moto al venir para acá y...

-No... – Yoshua sintió que se hundía y que todo se oscurecía a su alrededor.


* * *

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